Cipriano Martos, compañero en la lucha contra la dictadura franquista, ha vuelto por fin a Granada, ha vuelto a Andalucía, de donde tuvo que irse en los años 60, como tantos paisanos nuestros, huyendo del hambre y de la humillación que imponían los caciques déspotas que ganaron la guerra. Recordemos que, una vez finalizada la contienda, no llegó la paz, sino la victoria; es decir, los vencedores se ensañaron con los vencidos. Aquellos andaluces, como Cipriano, emigraron por motivos económicos, pero sobre todo, por la represión atroz del régimen franquista contra las familias trabajadoras y jornaleras, como la familia Martos.
Mi admiración para la familia Martos por haber mantenido todos estos años su lucha, perseverante, para traer los restos de Cipriano y darles digna sepultura en Huétor Tajar, con sus padres, en el pueblo que le vio nacer. También celebro que el Ayuntamiento de Huétor Tajar haya dado a Cipriano la acogida que se merece Y expreso mi agradecimiento a la Departament de Justícia, Drets i Memòria de la Generalitat de Catalunya, por su decisiva colaboración para exhumar, identificar y traernos a Huétor Tajar los restos de nuestro querido Cipriano. Por cierto, la Junta de Andalucía, gobernada por la derecha, no envió a ningún representante al homenaje.
Nunca olvidaremos el salvaje crimen que la Guardia Civil cometió en 1973 contra Cipriano Martos. Militante del PCE marxista-leninista y del FRAP, Cipriano fue detenido por repartir propaganda contra la dictadura, sometido a brutales torturas y obligado a tragar un compuesto químico de ácido sulfúrico y gasolina. Esto le provocó una hemorragia interna, veinte días de agonía y, por último, una muerte espeluznante, según la investigación de su biógrafo Roger Mateos. Por todo ello, animo a la familia Martos a seguir reclamando justicia y deseamos que prospere la querella presentada por jueza argentina María Servini contra los presuntos responsables de este crimen. Es lamentable que la familia Martos haya tenido que acudir a Argentina para pedir amparo judicial, pues los jueces de su propio país se niegan a investigar la terrible muerte de Cipriano, algo impropio de un Estado de Derecho.
Un reguero de crímenes que reclaman investigación judicial
El caso de Cipriano Martos nos recuerda, además, la impunidad de los torturadores de la dictadura, que todavía están protegidos por la Ley de Amnistía de 1977. Una ley de punto final que sigue todavía vigente, a pesar de que se han aprobado ya tres leyes de memoria y llevamos 40 años de democracia. También nos recuerda que los últimos años de la dictadura y los primeros de la transición fueron muy violentos, con 591 víctimas. Por entonces, asesinaron también a otros jóvenes luchadores antifranquistas, como Enrique Ruano en Madrid; Salvador Puig Antich en Barcelona; Javier Verdejo en Almería; Norman Menchaca y Carlos González en Montejurra; Arturo Ruiz, Mari Luz Nájera y los abogados de Atocha, también en Madrid, o Manuel García Caparrós en Málaga, durante las manifestaciones por la autonomía plena de Andalucía. Un reguero de crímenes que aún reclaman investigación y justicia.
El homenaje que Cipriano Marcos ha recibido en Huétor Tájar, tenía que haberse realizado hace 40 años, pero la llamada transición no apostó por la verdad, la justicia y la reparación, sino por el olvido y la desmemoria, por temor a otro golpe militar. Este homenaje ha tardado tanto, que los padres de Cipriano no han podido estar con nosotros y murieron con la pena de no darle el último adiós a su hijo. No obstante, más vale tarde que nunca. Ya conocemos la verdad, gracias a la magnífica biografía de Roger Mateos. También estamos reparando el olvido de la transición, al haber exhumado los restos de Cipriano de la fosa común de Reus (Tarragona), para enterrarlos en su pueblo natal de Huétor Tajar. Con este acto de justicia, estamos cerrando una herida que ha permanecido abierta demasiado tiempo.
El Ayuntamiento de Huétor Tajar debería poner el nombre de Cipriano Martos a una calle de este municipio granadino, en memoria de este luchador antifranquista que dio su vida por la libertad. Y quiero acabar este artículo, en homenaje a Cipriano, dedicándole estos versos de Federico García Lorca: “Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura. Yo canto su elegancia con palabras que gimen y recuerdo una brisa triste por los olivos”.