“Ladran,… pero sus estridentes ladridos solo son señal de que cabalgamos”
(Goethe, J.W., 1808)
Ladran, luego cabalgamos, don Blas. La creciente animadversión que, de manera cada vez más desinhibida, ponen de manifiesto los voceros del ultranacionalismo españolista hacia su persona y hacia su pensamiento no sólo son demostración de una infame condición moral e intelectual, sino sobre todo lo que demuestran es el pavor que la Andalucía que Vd. propone representa para el proyecto de ese golem etnocida y totalitario que denominan España.
Para sus fines les hubiera convenido que su propuesta para la construcción de una Andalucía libre, formada por mujeres y hombres libres, dueña de sí misma y, por ello, capaz de ser solidaria con todos los demás pueblos de Iberia, Europa, el Mediterráneo y el mundo, se sustentara en la las armas de la supremacía racista, en la dominación por la fuerza, en la violencia simbólica, en la explotación económica,… las mismas sobre las que, por cierto, vienen intentado construir su proyecto de estado-nación fallido. Pero como su propuesta, don Blas, se basa en los principios y valores de la justicia, la igualdad, el respecto, la solidaridad y la paz, no pueden sino intentar desacreditarlo y negar la existencia de Andalucía como pueblo, con cultura y soberanía política propias, recurriendo a la bajeza moral del insulto, la descalificación y la calumnia, con lo que sólo demuestran la iniquidad de sus argumentos. Ya que a las ideas no se las puede hacer fallecer por fusilamiento, tratan de sepultarlas con el lodo tóxico de su bazofia ideológica en las cunetas de un pueblo al que se pretende robar su memoria.
Pero es importante no quedarnos en los perros que ladran, pues su envalentonamiento cobarde se alimenta de otros que, invocando incluso de boquilla su nombre, don Blas, y balbuceando de manera hipócrita los lemas contenidos en su himno, que es nuestro, lo han utilizado y lo utilizan sólo como fetiche momificado, con la única intención de legitimar la apropiación fraudulenta de una Andalucía en la que no creen y de la que no se sienten realmente parte porque comparten con aquellos el mismo proyecto españolista centralista y excluyente. Organizaciones políticas partidarias, tanto de conservadores como pseudoprogresistas, sindicatos del régimen, poderes económico-financieros, jerarquía católica y medios de comunicación-manipulación, con el tratamiento frívolo de Andalucía, su cultura y su histórica, y la actitud condescendiente en público, pero con frecuencia de menosprecio en privado, con respecto a su visión revolucionaria de una Andalucía libre y soberana, han sido el terreno sobre el que se ha ido alimentando la bestia que ahora no sólo se revuelve contra Vd. y contra Andalucía, sino que amenaza con destruir incluso a la criatura a la que tanto dicen amar. Su silencio frente a los insultos a su figura, don Blas, y a las expresiones de odio a Andalucía y sus símbolos, se convierte en cómplice y terminará pasándoles factura. Ladran, lo que significa que los andaluces de conciencia estamos en el camino correcto, si no desmayamos en la extensión de la conciencia andalucista entre nuestra gente, para alcanzar esa Andalucía libre, por sí, por los pueblos y la humanidad que Vd. soñó.