Es prácticamente imposible poder saber con exactitud la cantidad de personas saharauis desaparecidas (hombres en su mayoría, aunque también bastantes mujeres), tanto por detenciones ilegales, encarcelamiento bajo tortura o sencillamente por efecto de la represión.
Durante los inicios de la ocupación española del territorio del Sahara “Español”, en el año 1880, una zona absolutamente desértica e incomunicada del mundo exterior, hubo sin lugar a dudas algunas refriegas contra los “LeFrig” –conjunto de jaimas familiares-, de los nómadas saharauis, que se opusieron a la ocupación tanto francesa como española. Hay que recordar la acción represora, con ametrallamientos y bombardeos, de la operación conjunta entre Francia y España con el nombre de “Écouvillón”, en una época en la que no existía comunicación alguna con el exterior exceptuando los partes de guerra que los ejércitos invasores recogían sobre sus gestas contra la población nativa.
Desde finales de la década de 1960, al calor del independentismo de los países coloniales de África, comenzaron a sonar rumores de que Argelia, Mauritania y Marruecos (países árabes francófonos) reclamaban partes del territorio saharaui, cuestión que España no aclaraba, ni se pronunciaba al respecto; cuestión que dio lugar a las dudas y exigencia de la población saharaui de optar por su autodeterminación e independencia. Para los anales de la historia solo se ha recogido la represión española contra el levantamiento del barrio de Zemla, en la ciudad de El Aaiún, en 1970, contra la manifestación independentista de los saharauis, en la que hubo bastantes heridos y varias muertes por apaleamientos y disparos de fusil de la Legión y la policía militar española. En especial, se hace hincapié en la detención y posterior desaparición de Mohamed Basiri, el principal líder del levantamiento independentista, detenido a manos de la Legión española y del que nunca más se supo.
Aparte de las refriegas armadas con el Frente Polisario, el mayor genocidio que perpetró España contra el pueblo saharaui fue la criminal entrega del Sahara Occidental, contra la voluntad de su población, a Marruecos el 14 de noviembre de 1975, tras los traidores Acuerdos Tripartitos de Madrid, acordados con gran secretismo por el último Presidente de gobierno franquista, Arias Navarro, con la complicidad del Príncipe Juan Carlos de Borbón, a espaldas de la Cortes y del pueblo español. Juan Carlos, quien sería nombrado rey pocos días después por las Cortes franquistas, venía teniendo contactos con Estados Unidos y Francia para que estas dos potencias, con intereses en el Sahara, respaldaran su coronación y el reconocimiento internacional de la Monarquía Española. Como pago, estas dos potencias exigían la entrega del Sahara “español” a Marruecos, al objeto de explotar ellos los ricos recursos naturales de los saharauis; fosfatos, pesca, gas, petróleo… y controlar la zona norte y oeste de África.
Tras la mascarada de la “Marcha Verde” urdida por EEUU, y la firma de los dichos Acuerdos Tripartitos, España abandona literalmente el Sahara en el mes de febrero de 1976, en lo que se denominó “Operación Golondrina”, entregando a Marruecos los establecimientos oficiales, los pueblos, sus barrios y sus gentes, contra la voluntad de estos. Marruecos comienza su ocupación sin respeto ni piedad contra los saharauis, expulsándolos de sus casas y adueñándose de sus pertenencias familiares, por la que la población saharaui se vio obligada a iniciar el éxodo hacia tierras mauritanas y argelinas, siendo perseguidos y bombardeados por la aviación marroquí con bombas incendiarias de napalm y fósforo. La masacre y destrucción de la ciudad de Tifariti fue el caso más emblemático de muerte y destrucción.
En las ciudades ocupadas por el ejército marroquí, la población saharaui, fue duramente reprimida, sin poder saberse las víctimas causadas y el número de personas detenidas y desaparecidas. Tampoco se tienen datos precisos sobre las personas que cayeron bajo el fuego marroquí o enfermaron y murieron por falta de auxilio durante la marcha hacia el exilio de la población civil. Según Alí Buzeid, representante de AFAPREDESA (Asociación de Desaparecidos Saharauis), no fue hasta 1992 cuando tuvieron noticias de los desaparecidos por una lista que les entregó la MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el Sahara Occidental). Según la asociación civil saharaui, que lleva años intentando cuantificar el número de víctimas y sus nombres, tienen en la actualidad registrados varios cientos de personas por testimonios familiares e investigaciones, Al menos 500 saharauis están registrados como “desaparecidos”. Y en 1999, tras años sin información de ellos por parte de sus familias, que incluso los habían dado ya por muertos, 350 fueron excarcelados. Por su parte, James Baker–enviado de la ONU entre 1997 y 2004-, se interesó por los desaparecidos comprobando que al menos 353 fallecieron oficialmente por torturas en las cárceles marroquíes del Sahara ocupado. A las familias nunca se les comunicó su muerte.
Según el testimonio personal de Ali Buzeid, a su padre le detuvieron en su propio comercio familiar, fue encarcelado y posteriormente asesinado en 1976, sin que los marroquíes comunicaran nunca nada sobre su paradero o defunción a su esposa e hijos. Lo más horrendo de todo es el sufrimiento y las torturas más infames que debieron soportar los detenidos saharauis que se oponían y se oponen a la ilegal y criminal ocupación marroquí de su tierra, el Sahara Occidental. Hay todo un “índice” de formas de tortura que se ejecutan en las cárceles marroquíes en el Sahara, para humillar y descomponer al ser humano, al objeto de conseguir los objetivos de los torturadores. Todo ello ha sido y es posible por la cobardía del último gobierno franquista en España y la cruel traición de Juan Carlos I, que engañó al pueblo español no haciendo frente a Marruecos y vendiendo al pueblo saharaui al sátrapa sultán Hassam II.
En la actualidad, Marruecos persigue con saña en los territorios ocupados del Sahara no solo a dirigentes políticos saharauis sino también a cuantos hombres y mujeres se dedican a la información e investigación sobre los derechos humanos, los cuales son detenidos, encarcelados y condenados a muy duras penas en juicios sin la menor garantía en los que se impide la defensa jurídica y la presencia de observadores internacionales. Por otra parte, desde el nombramiento del expresidente de Portugal, Antonio Guterres, como Secretario General de la ONU, este se niega a nombrar un Representante -Enviado para el Sahara Occidental, puesto que está vacante desde la dimisión del anterior, el expresidente alemán Horst Köhler, quien en mayo de 2019 argumentó problemas de salud, tras haber conseguido reunir en Ginebra –por primera vez en muchos años- a delegaciones saharaui y marroquí, con el acompañamiento de Argelia y Mauritania.
Hoy, Marruecos cierra a “cal y canto” el territorio saharaui y no permite la entrada a ningún observador o visitante “sospechoso” de ser solidario con el pueblo del Sahara Occidental bajo su ocupación. Incluso se permite romper el “alto el fuego” acordado en 1991 para reprimir militarmente a civiles saharauis que se manifestaban pacíficamente oponiéndose a la ilegal brecha abierta por Marruecos en la zona de “El Guerguerat”, fronteriza con Maturitania, con objeto de seguir comercializando en el África Subsahariana los recursos naturales robados al pueblo saharaui. Acción esta que ha obligado al Frente Polisario, el pasado mes de noviembre, al reinicio de la guerra contra la ocupación y el expolio marroquí de su Patria.
Autoría: Miguel Castro. Asociación de Amistad con el Pueblo Saharaui de Sevilla