Otra izquierda, andaluza

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Fotografía de Carlos Pérez Siquier. De la serie "La Chanca", Almería.

Hace más de una década, entre 2008 y 2009, bastante gente de Morón de la Frontera terminamos decidiendo que no podíamos hacer política en Izquierda Unida. Equivocados o no, seguimos adelante y dio sus frutos. Ni con ellos, ni atendiendo a sus críticas y ataques, creamos a la Asamblea Moronera Alternativa (AMA-Morón). Mirando adelante, sin atender a los codazos de jefes sin legitimidad, construimos una herramienta para la gente.

Hay mucha gente buena y válida en IU, en Unidas Podemos. Muchísima. Personas militantes dignas de respeto y admiración. Lo cual no quita que piense que hoy, en Andalucía, es preciso dejar a esas organizaciones al margen. Tal y como hicimos en Morón. En Andalucía podemos asistir, en este otoño de tantas cosas, al momento de catarsis en el que un gran número de personas sea consciente de la necesidad de avanzar políticamente  desde abajo, desde los pueblos y barrios, lo más alejado de Madrid y sus servidores en Sevilla.

El misterio de Oteiza

Es hora de ser capaz de crear un movimiento sociopolítico amplio de izquierda andaluza. Algunos ingredientes que serán necesarios en mi opinión: la unión, el cumplir y el reparto, además de generosidad, egos lo justitos (o menos) y mucha inteligencia.

Dice Jorge Oteiza, mucho más que un escultor vasco: “el misterio es lo que escapa a la sabiduría, pero bien se comprende que depende de ella.” Dice la voz popular, “lo fácil no tiene misterio”. Vivimos días de misterios, de transformaciones tan difíciles como necesarias, de mentiras complejas. Para transformar hay que conocer, y, ambos pasos, o se hacen en común, colectivamente, o no se darán.

Necesitamos algo más que sabiduría, pero siempre dependiendo de ella; en continua fuga de la ignorancia, tan valorada, impulsada y usada por el poder para seguir siendo poderoso. En fin, alcanzar la sabiduría suficiente para saber que sólo con sabiduría no basta. Requerimos misterios que desentrañar, mentiras que desvelar, sueños que alcanzar; que la realidad no nos impida nunca soñar; que no confundamos el embuste con el misterio, lo fácil con lo justo y necesario. Necesitamos otra izquierda, andaluza.

Aunque diga Blas Infante

Dice la maestra Silvia Federici: «El horizonte que nos propone el actual discurso y política de los comunes no consiste en la promesa de un retorno imposible al pasado, sino en la posibilidad de recuperar el poder de decidir colectivamente nuestro destino en esta tierra». Yo, como andaluz, no quiero en tantas y tantas cosas “volver a ser lo que fuimos”, como dice el himno de Blas Infante. El de Juan Carlos Aragón (pasodoble «Aunque diga Blas Infante«) ante eso dice: “los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos, lo que fuimos antiguamente pobrecitos y vasallos, siervos de terratenientes y de chulos a caballo.” En fin, por ahí no.

Para mí, esa otra izquierda, andaluza, debe dar contenido a ese “recuperar el poder de decidir colectivamente nuestro destino”. Igual no es apropiado el verbo recuperar, sino asumir. Igual no se trata de volver a ser lo que fuimos, sino de avanzar hacia una sociedad comunal; donde lo colectivo sea principio de vida; donde se multipliquen la creación de formas inapropiables de medios de producción, limitando el trabajo asalariado (del que fuimos pioneros), produciendo para el uso de nuestras necesidades y no para aumentar las riquezas de unos miserables. Una sociedad que, igual aquí sí tenía razón Blas Infante, vuelva a generar esas personas «de luz» que den alma a las demás para buscar sueños y desvelar misterios. Es momento de poner en común a todas esas personas que hoy también existen y que ante el embuste y el robo continúan en la infinita lucha por la justicia.

Eso para mí es el nuevo soberanismo al que debe aspirar otra izquierda, andaluza. Igual soberanismo es sinónimo de “autonomía”, esta última pensada en los términos de transformación de la gente luchadora de la década de 1970, y no de sumisión de la posterior socio-lista y sus colaboradores necesarios. Sí, igual estamos hablando de autonomía zapatista más que nacionalismo del siglo XIX. Igual hay que seguir desvelando misterios con nuevas pensamientos para viejas palabras.

Es el momento

Ese movimiento debería tener un ámbito o herramienta institucional que sólo sea un instrumento para el impulso de organizaciones laborales, sociales, económicas o culturales. Estas últimas son las que verdaderamente pueden generar la fuerza, proporcionar soluciones y ser capaces de impulsar autonomías-soberanías personales y colectivas en una sociedad dependiente, marginada y explotada desde hace siglos.

Es el momento. Necesitamos otra izquierda, andaluza, que luche por el objetivo básico de avanzar en la posibilidad de decidir colectivamente nuestro destino. Es decir, una izquierda democrática. Tan simple como complicado en el actual sistema político (español) y económico (capitalismo).

En fin, que ojalá se vaya de verdad y se ponga, de una vez por todas, las necesidades y vida de la gente por delante. Que se ponga alma y luz. Porque no hay España y Capitalismo eternos, ni cuerpos que los resistan.