Estamos viviendo una situación nueva desde muchos puntos de vista. El coronavirus parece que ha venido para quedarse y para alterar de manera significativa la vida cotidiana en nuestra sociedad capitalista y estresada. Necesitaremos que pasen meses y quizá años para entender qué está pasando realmente, qué era mentira y qué era verdad. Mientras tanto nos queda, sin dejar de tener pensamiento crítico, atenednos a las indicaciones de quienes deberían estar ahí para garantizar la salud y la vida digna de todas las personas. Aunque creer que están preocupados por nuestra salud los mismos que privatizaron, a pesar de la oposición frontal de la mayoría del personal sanitario, toda la sanidad pública que les dio tiempo, es, sin duda, un acto de fe.
Nos llega por todos lados el lema “Quédate en casa” para poder parar el virus y para no colapsar un sistema sanitario ya colapsado a pesar del trabajo y la abnegación, nunca suficientemente valorada, de los profesionales de la sanidad pública. Pero en España hay más de 35.000 personas en situación de calle y en Andalucía 9.000 que no podrán, aunque quisieran, quedarse en casa. Obviamente no están, en estas escandalosas cifras, las personas que viven en asentamientos chabolistas o en infraviviendas… Es evidente que las personas sin hogar son la exclusión de la exclusión, las personas más vulnerables que viven en nuestra sociedad y que avergonzaría a cualquier responsable político que tuviera un poco de ética y vergüenza. Las personas que están en una situación de sinhogarismo son vulnerables y lo pagan, sin coronavirus, con sus muertes tempranas. Y están en la calle porque a las administraciones nunca les han preocupado las necesidades de las personas más excluidas. Es más, nunca le han preocupado ni se han propuesto terminar con las desigualdades que el capitalismo produce.
La Junta de Andalucía aprobó el pasado 13 de marzo la Orden de 13 de marzo de 2020, por la que se adoptan medidas preventivas de salud pública en la Comunidad de Andalucía como consecuencia de la situación y evolución del coronavirus (COVID-19). La única medida que aparece para la protección de la salud de las personas sin hogar consiste en: “Se recomienda que no se faciliten billetes de desplazamientos entre ciudades a las personas sin hogar, por lo que, en consecuencia, habría que prolongar su estancia en los centros residenciales o de acogida a personas sin hogar.” Pero, ¿están las personas sin hogar en “centros residenciales o de acogida”? La respuesta es clara: no hay plazas suficientes porque nunca han querido que haya plazas suficientes. ¿Hay lugares para que las personas sin hogar puedan asearse con facilidad y puedan recuperarse de las enfermedades que padecen y que muchas de ellas tienen su causa en su situación de calle? La respuesta bien la saben quienes viven en la calle y quienes dicen “quédate en casa” llamando a la responsabilidad.
Dicen desde el gobierno que el virus no distingue entre personas y que nos afecta a todas por igual. Tenemos que comprometernos y ser responsables quedándonos en casa pero sabemos que esta medida no es lo mismo para cinco personas en un piso de 35 metros cuadrados que irse, como ha hecho Aznar y Botella, a su chalet de Marbella. No es lo mismo que el coronavirus le afecte a una persona vulnerable, como son las que viven en la calles de Andalucía, a que le afecte al presidente de la Junta. Porque todos somos iguales pero, como escribió Orwell, “unos más iguales que otros”.
Cuando termine esta situación debemos de salir a las calles para exigir una sanidad pública dimensionada a la población, para exigir vivienda para todas las personas, renta básica universal. Tendremos que salir a la calle para cambiar este mundo injusto que pone el trabajo, también el precario, en el centro. Habrá que salir a la calle para exigir que nacionalicen todos los sectores que tengan que ver con la vida y que no dependamos de las multinacionales, más preocupadas de sus beneficios caiga quien caiga, que de las personas. Tendremos que salir a las calles y reconocernos en la construcción de otro mundo mejor y posible. Ojalá todo esto que estamos viviendo sirva para algo bueno. Ojalá, en nuestras manos está, que esta vez no pierdan quienes pierden siempre.