Setiembre, mes en el que reiniciamos muestras actividades tras el período de ocio y de disfrute, de las vacaciones. En agosto pensé ingenuamente que quizá en setiembre, tras días de reflexión, calma y sosiego, algunos de nuestros políticos, periodistas, comunicadores y tertulianos retomarían su actividad con ánimo de trabajar para construir un futuro mejor para España y los españoles, pero creo que con algunos, quiero pensar que no son muchos, me equivoqué.
La información, el periodismo, la libertad de prensa, son esenciales para mantener la salud y el vigor de la democracia. Pero vemos con tristeza que algunos lideres políticos, sociales y mediáticos, regresan de las vacaciones con renovados bríos, para seguir con sus opiniones y discursos de odio, manipulación de los hechos, y de postverdad, tratando de destruir la convivencia. Recordemos a Antonio Machado: ¡Españolito que vienes/ al mundo te guarde dios/ una de las dos Españas/ ha de helarte el corazón!
Rescato frases que vienen al pelo de dos buenos periodistas ya fallecidos.
“Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos hombres, buenas mujeres, buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”. (Ryszard Kapuscinski)
“El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer”. (Mariano José de Larra)
“Amo a los lobos tanto o más que Ezequiel Martínez. Una vez, cuando el difunto Rodríguez de la Fuente defendió al lobo por televisión, fueron unos cuantos lugareños a esperarle a la salida de Prado del Rey para darle de garrotazos”. Esta frase al comienzo de su artículo “Los lobos” de Francisco Umbral en su sección “Spleen de Madrid”, publicado el sábado 30 de mayo de 1981 en el diario “El País”, la tengo enmarcada, como pueden imaginar. Umbral me dedicó la apertura de su artículo, respondiendo a uno mío que me publicaron en un diario de Granada. Mi primera publicación seria fue en el extinto diario”Ya” de Editorial Católica, con un reportaje dominical sobre las viejas tabernas del viejo Madrid, el 9 de marzo de 1980, al que sucedieron otros varios dominicales. Ese junio de 1980 aprobé mi licenciatura en CC de la Comunicación, Periodismo tras 5 años de estudio, complementándolo con mi trabajo por las mañanas como técnico en el departamento de Recambios de la empresa automovilística Talbot, heredera de la empresa de automoción “Barreiros”. Ese último curso de carrera lo compaginé con una beca concedida por la cadena SER tras competir con más de 300 opositores. Los micrófonos de Hora 20, Hora 25, desde Gran Vía, en la cadena SER, fueron testigos de mi bautizo de fuego radiofónico. Empecé en Andalucía como periodista en el verano de 1980, en Radio Granada. Luego, el director de Informativos de la SER, Iñaki Gabilondo me ofreció venir a Sevilla como redactor de informativos.
Me incorporé al Informativo Regional SER Andalucía, bajo la dirección de Pepe Fernández. Con ese programa obtuvimos en 1981, el ONDAS al mejor programa informativo regional de España. Luego, 4 años en el Gabinete de Comunicación de la Junta de Andalucía, bajo las órdenes de Enrique García, con Rafael Escuredo como Presidente de la Junta, y más tarde, con Julio Artillo (Q.E.P.D.) con Rodríguez de la Borbolla, como Presidente. Luego, los micrófonos de RNE en Andalucía, COPE Andalucía, y redactor en TVE en Andalucía. En 1992 trabajé en CSTV, en “Expodiario” sobre la Exposición Universal de 1992, a las órdenes del periodista Juan Teba (D.E.P.) y al concluir la Expo, la dirección de CSTV me ofreció dirigir y presentar “Tierra y Mar”, programa sobre Agricultura, Ganadería y Pesca en Andalucía. Mis 21 años (1992-2013) al frente de este programa me han colmado de gozo con la noble profesión de periodista. Actualmente colaboro con artículos de opinión esporádicos en el grupo Joly y en varios medios digitales que se publican en INTERNET. Hasta aquí, perdonen la extensión, mi trayectoria en esta bendita y sacrificada profesión del periodismo, hoy muy mal pagada, y poco reconocida por la sociedad.
Semanas atrás leí un artículo en el suplemento cultural “Babelia” de El País, del brillante escritor, periodista y académico Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956). En su artículo “Hay que esconderse”, nos dice: “el espectáculo de la vehemencia española en destruir y la alegría por el fracaso ajeno más que por el éxito propio me da escalofrios… La voluntad de negación y derribo puede ser mucho más poderosa que la de preservar lo valioso o levantar algo nuevo y mejor”. Muñoz Molina arremetía contra quienes “el año pasado acusaban al Gobierno de cercenar las libertades y arruinar la economía y ahora, al decretar el cese del estado de alarma lo acusan de haber dejado sin efecto aquello mismo que ellos denostaban, y obscenamente cargan de antemano sobre sus espaldas las cifras de muertos que puedan aumentar”. Me alío con Muñoz Molina en esa critica, y amplío lo que dijo Kapuscinski: “Las malas personas no pueden ser buenos periodistas, ni buenos políticos”.
Cada palabra tiene consecuencias, cada silencio también. Asistimos a un tiempo de nuestra historia en el que el ruido se ha impuesto a la escucha atenta, en el que se impone el espectáculo mediático, el circo en los platós, con contertulios enfrentados, que utilizan la mentira, el insulto, la descalificación, la no escucha, y tratan de imponer la sinrazón de sus argumentos, para defender sus posiciones dogmáticas e inamovibles. Abomino de ese tipo de periodismo destructivo, frente a lo que deberían ser periodistas reflexivos, pensadores y analistas que busquen con sus argumentos la verdad o al menos la luz en la oscuridad en la que los poderes económicos, sociales, políticos y mediáticos tratan de sumirnos. ¡Como echamos en falta espacios como “La Clave” de TVE! En la última campaña a las elecciones autonómicas de Madrid, hubo un revuelo maleducado y repugnante, originado en el programa de Angels Barceló en la SER, por la representante de Vox, ese partido surgido del ala ultraconservadora del PP, y de las cenizas del franquismo. Ese sucio asunto puso patas arriba la campaña mediática. En la Sexta, Ana Pastor improvisó por falta de debatientes políticos, e invitó a varios pensadores a hablar sobre la campaña electoral: José Antonio Marina, Adela Cortina, Juan Luis Arsuaga y Víctor Lapuente, quienes sosegadamente emplearon reflexiones y razonamientos constructivos, tan lejos de la bronca y la crispación que vemos en el Congreso y en el Senado, donde solemos oír, insultos, improperios, descalificaciones y rebuznos que luego de una manera insensata y poco informativa, los medios reproducen para el circo mediático, en vez de no dar pábulo a esas intervenciones e informar sobre las ideas y propuestas políticas de unos y otros, para mejorar y construir una sociedad moderna, desarrollada socialmente, culta y avanzada que sería el objetivo ideal de un político que se precie, tanto si está en el Gobierno, como si está en la oposición: Construir, consensuar, reformar lo pendiente, como el CGPJ, que lleva más de dos años y medio en barbecho, con la connivencia del PP; apoyar al Gobierno en la difícil tarea de sacar al país de una pandemia sin precedentes, con decenas de miles de muertos, y con una economía debilitada y enferma que pide también pasar por la UCI, para salir del estado enfermo en que se haya, pero no por culpa del Gobierno, elegido democráticamente por los españoles, que con aciertos y errores trata de gobernar este país, sino por la obstrucción e inacción de una oposición cainita, que en vez de ofrecer propuestas está empeñada en destruir el espacio de convivencia democrática y de libertad que nos concedimos los españoles desde la transición y la aprobación de la Constitución de 1978. Los que amamos esta profesión del periodismo, vemos con tristeza y dolor como hay compañeros y compañeras, sálvese quien pueda, que mojan la pluma y el verbo en la hiel, y en el veneno, para amargarnos el día, desde algunos micrófonos o en algunos periódicos y televisiones. Son tóxicos. No construyen, su objetivo es destruir y azuzar el ensañamiento contra quienes no piensan como ellos. Ya lo dijo Antonio Machado por boca de Juan de Mairena: “Tu verdad no, la Verdad; y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”. Y ocurre, en radios, televisiones, periódicos, donde algunos de esos supuestos periodistas tergiversan la realidad con sus opiniones ideológicas, más que profesionales. ¡Qué ejemplos de mesura, de rigor, de búsqueda de la verdad en colegas prestigiosos como Iñaki Gabilondo o Luis del Olmo, que nos deleitaban con sus excelentes programas radiofónicos, o los cientos de magníficos profesionales periodistas que en silencio, con reflexión serena, informan y opinan con honestidad a diario, en los periódicos, o en espacios radiofónicos o televisivos, siempre al servicio de la verdad y con el anhelo de mejorar la sociedad y el tiempo que nos ha tocado vivir.
Como decía más arriba: ¡Cada palabra tiene consecuencias, cada silencio también! Y el pensamiento español constructivo se haya en silencio, salvo muy honrosas excepciones, las de quienes hacen buen periodismo porque son buenas personas, o viceversa. Como señala el pensador francés Edgar Morin: ¡Comprender no impide juzgar, juzgar no impide comprender!