Todos los nombres. Frente a la ignominia, toda la dignidad

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“Los interesados en impedir que se investiguen los crímenes del pasado, son ese pasado aunque hayan nacido después”. Así se expresaba el poeta argentino Juan Gelman, cuyos hijos fueron “desaparecidos” por la dictadura militar argentina, así como su nieta, nacida en cautiverio, a quien acabó encontrando en el año 2000.

Traigo a colación esta cita tan justa y contundente a propósito de lo recientemente ocurrido con el proyecto memorialista “Todos los nombres” y la retirada de los 15.000 euros que se le habían asignado como partida presupuestaria específica de la Consejería de Presidencia, para el año 2019.

La retirada se ha justificado por parte de los nuevos señores de San Telmo por un supuesto “trato de favor”, al habérsele asignado sin la debida concurrencia pública. Con ello se sugiere que la concesión en años anteriores -10.000 euros en 2017 y otro tanto en 2018, para ser exactos-, se ha hecho de manera irregular o, al menos, alegal. Pero nada más lejos de la realidad. La partida presupuestaria en cuestión está perfectamente identificada y ha sido aprobada en las tres ocasiones por el Parlamento andaluz, como el resto de las partidas (¿Estaba el señor Moreno en esas sesiones parlamentarias o le cogió ausente?). Lo verdaderamente ilegal hubiera sido la concesión, en libre concurrencia y año tras año, de una cantidad al mismo proyecto. Y esto lo saben los señores de San Telmo. Pero han querido matar dos pájaros de un tiro, muy en la línea, el PP, del daltonismo naranja y verde del que está aquejado en Andalucía: presentar la medida como ejemplarizante en el campo de la administración de lo público y ofrecer a VOX una víctima propiciatoria que aplaque las iras de Prevaricator Serrano y compañía, para facilitar la aprobación de los próximos presupuestos. De este modo, el intento de acabar con un proyecto memorialista que ha conseguido, con muy poco apoyo institucional, reunir los nombres de casi 100.000 personas represaliadas por el franquismo y que goza del reconocimiento internacional, formaría parte del conjunto de gestos – es de prever que haya más-, tanto en el ámbito memorialista como en el de la lucha contra la violencia machista, donde también se ha dado el primer paso, intentando que se hable de “violencia intrafamiliar” (algo que ya analicé en mi artículo “Que no nos cuenten milongas”).

Mientras tanto, la consejera del ramo, Patricia del Pozo, ocupa horas de entrevistas para declararse rendidamente dispuesta a “aplicar la vigente Ley de Memoria Histórica”, mientras se pergeña una ley más amplia, “de conciliación”, que, a juzgar por los mimbres con los que se aprestan a tejerla, va a ser el asombro de los siglos. Pero hasta en tres ocasiones se ha negado a recibir a la Asociación Todos los nombres para hablar de su futuro. Debe de ser que la actividad liquidadora se hace más fácil si no se conoce a quienes van a ser sacrificados.

En sus 12 años de existencia, Todos los nombres ha venido sufriendo una continuada precariedad económica, a la que ha hecho frente tanto con la desinteresada actuación de las personas colaboradoras, que han aportado datos, nombres y circunstancias de la represión franquista, como con las aportaciones de la sociedad civil. De este modo, ha podido prestar un servicio impecable y necesario a quienes buscaban a sus familiares. Una labor que deberían haber asumido tanto los partidos políticos llamados democráticos como las instituciones, si no estuvieran enfangados, por acción u omisión, en el pegajoso suelo del franquismo. Y, claro, esta labor, tan necesaria desde hace tanto tiempo, ni la han querido ni la han sabido hacer.

Ahora dice la señora Del Pozo que esta muy motivada por “potenciar la identificación genética por ADN de las víctimas del franquismo”. Pero olvida que, para ello, primero hay que localizar a esas víctimas, desamordazarlas y regresarlas. No sé si su “motivación” le dará para tanto o será un tratamiento cosmético, la cara amable del régimen de San Telmo, que estará en el candelero hasta que Vox exija una nueva víctima propiciatoria.

Llegados a este punto, el camino queda claro. Por una parte, no abandonar en modo alguno el espacio público para seguir reivindicando la construcción de la memoria de los vencidos y las vencidas como un compromiso ético. Por otro, y como objetivo inmediato, mantener el proyecto Todos los nombres, como hemos hecho otras veces. Contra viento y marea. Y lo urgente es que la página no colapse por falta de financiación. Pido que entremos en ella y hagamos aportaciones económicas, según la disponibilidad de cada cual. No hay aportación pequeña (para entrar en la página picha aquí).

Y mantengámonos en pie. Frente al silencio sobre los crímenes y la represión franquista, todos los nombres. Frente a los intentos de amordazar a quienes trabajan por regresarlas, todos los nombres. Frente a la ignominia, la dignidad y la persistencia en la búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación.