Este año, el coronavirus ha impedido la concentración neofranquista en la Plaza del Carmen para celebrar la Toma de Granada. Nos obstante, el gobierno local se ha empeñado en asistir a la misa nacional-católica en la Capilla Real y en rendir homenaje a Isabel y Fernando, los reyes de la Inquisición. En tal caso, hay que recordar a la corporación municipal granadina que ha vulnerando el carácter aconfesional de la Constitución, de la que hace caso omiso, y que obliga a las instituciones del Estado a no participar en actos religiosos. Sin olvidar que un Ayuntamiento democrático no puede hacer una ofrenda floral a los Reyes Católicos, responsables de una monarquía que gobernaba a hierro y fuego, y cuya seña de identidad era la intolerancia y la falta de respeto a un compromiso firmado, como fueron las Capitulaciones.
El Mando de Adiestramiento y Doctrina tampoco ha podido sacar al Ejército a la calle para celebrar la Toma de Granada. La crisis del coronavirus ha dejado sin desfile militar la polémica celebración, así que la tropa se ha quedado esta vez en sus cuarteles. Lo que lleva pidiendo Granada Abierta desde hace años, ha tenido que venir el virus para conseguirlo. Ya en el año 2.000, pasó lo mismo, pero no fue a causa de ninguna pandemia. Hace dos décadas, el gobierno municipal tripartito, formado por PSOE, IU y PA, atendió la petición de Granada Abierta de desmilitarizar la Toma para transformarla en una celebración cívica, sin vencedores ni vencidos, más acorde con una sociedad plural como la nuestra. Era una forma de evitar que el Ejército se viera envuelto en la agria polémica de todos los años, con broncas y enfrentamientos, que están salpicando la imagen neutral y de lealtad constitucional de la institución armada.
El entonces alcalde socialista José Moratalla intentó convencer al Madoc de que era conveniente suprimir el desfile militar y le pidió una escolta simbólica para custodiar el pendón de la conquista. Pero el Madoc no se conformó con eso. Se negó y prefirió alinearse con la derecha, que ese año boicoteó la celebración. El tripartito acabó cediendo a las presiones del Partido Popular, que contaba con el apoyo del Ejército, y dio marcha atrás a los cambios. Decepcionante. Años más tarde, en 2010, con la derecha de nuevo en el gobierno local, los militares volvieron a tomar Granada el 2 de enero. El entonces jefe del Madoc, Puentes Zamora, rompió el protocolo para encararse con los manifestantes contrarios a la Toma, que llamaban “fascista” al ejército. Esto provocó un desafortunado incidente, que fue portada en los medios informativos.
Y en los últimos años, el Madoc ha remilitarizado la Toma y trae a desfilar por el centro de Granada nada menos que a la Legión. Un cuerpo de triste recuerdo, creado en 1920 por el general golpista Millán Astray, en el antiguo protectorado español del norte de Marruecos. No olvidemos el apoyo de la Legión al golpe militar del 18 de julio de 1936 contra la legalidad democrática de la República. Tampoco olvidemos que los llamados “novios de la muerte”, como el resto del ejército, abandonaron al pueblo saharaui en 1976, cuando la antigua colonia española fue invadida por Marruecos. Por tanto, creemos que la decisión del Madoc de incorporar el desfile de la Legión a la polémica celebración de la Toma ha sido un despropósito más, que lejos de reconciliar genera mayor confrontación.
La identidad cultural de los moriscos sigue siendo tabú
El Mando de Adiestramiento y Doctrina (Madoc) ha tenido otra actuación lamentable, esta vez en colaboración con la Universidad de Granada. Las dos instituciones han excluido a Granada Abierta del libro digital “La rebelión de los moriscos del Reino de Granada y la guerra en época de los Austria” (Estudio para un debate abierto). Este libro es fruto del congreso internacional celebrado hace dos años, en noviembre de 2018, con motivo del 450 aniversario de la rebelión de la Alpujarra.
Aquel congreso se celebró bajo el lema “Recordar la guerra, construir la paz”, pero al final sólo ha servido para recordar la guerra, en el mejor espíritu belicista del Madoc, que se ha olvidado de la paz y la reconciliación con los vencidos. Hemos comprobado que la comunicación presentada por Granada Abierta al congreso ha sido excluida del libro. Es decir, que la invocación a un debate abierto es puro ejercicio de retórica, pues no tienen intención de debatir, que es lo que se espera de un congreso de carácter científico. Más bien, han vuelto a imponer sus dogmas históricos.
Granada Abierta subió a Bubión, sede del encuentro universitario, y leyó su comunicación, titulada: “Una reflexión sobre la identidad cultural de los moriscos”, en la que pedíamos a los organizadores de dicho congreso que reconocieran la injusticia cometida contra aquella comunidad. También planteábamos la necesidad de una reparación por parte de España a los descendientes de los moriscos, como Estado democrático y de derecho. Reproducimos una síntesis de la comunicación, que decía así:
«El caballero morisco don Francisco Núñez Muley intentó demostrar en su Memorial que las costumbres de la comunidad morisca estaban protegidas por las Capitulaciones de Granada, firmadas el 25 de noviembre de 1491. Que dichas costumbres no tenían nada que ver con el Islam, sino que eran propias de su identidad cultural. El Memorial no tuvo éxito y la nueva pragmática de Felipe II contra los moriscos sería la causa principal de la rebelión de la Alpujarra y posterior expulsión de los vencidos.
Sus descendientes viven hoy en el Magreb, quieren que se reconozca su nacionalidad española y desean volver a la tierra de sus antepasados. El Estado español ha reconocido ya la nacionalidad de los judíos sefardíes, luego sería justo que los descendientes de los moriscos, expulsados ilegalmente al norte de África, recibieran el mismo reconocimiento”.
La respuesta ha sido el silencio oficial y la ausencia de debate, por parte de la Universidad de Granada. Algo impropio de una institución académica, que debería estar abierta a debatir todas las formas de pensamiento bien argumentadas. Nos dimos cuenta de que estábamos planteando un tema tabú. Del congreso celebrado en la Alpujarra, esperábamos un libro de actas, que recogiera la comunicación presentada por Granada Abierta, pero nos han sorprendido con un libro de hazañas bélicas, editado y financiado por el Mando de Adiestramiento y Doctrina que, una vez más, ha demostrado ser una institución parcial e ideológica.
Al fin y al cabo, era lo previsible. Como su propio nombre indica, el Madoc no ha sido creado para hacer historia con rigor científico, sino para adoctrinar. Y más que representar al Ejército de toda la ciudadanía, se comporta como heredero de los vencedores, continuador de los ejércitos conquistadores y admirador de las cruzadas imperiales de los Reyes Católicos y los Austria. El Mando de Adiestramiento y Doctrina debería recapacitar y actuar como el Ejército de todos y no sólo de una parte. Eso es lo que se espera de un Ejército que se supone democrático.
Autoría: Francisco Vigueras y Juan Antonio Díaz.