La Colonia de Víznar, en Granada, sigue desprotegida y sin señalizar. Pasan los años y todavía no ha sido declarada por la Junta como Lugar de Memoria Histórica de Andalucía, a pesar de los graves sucesos que acontecieron aquí, al comienzo de la guerra civil. Recordemos que todas las noches, sobre las cinco de la madrugada, había saca de presos en este antiguo molino, transformado en prisión por los franquistas. ¿A dónde nos lleváis?, preguntaban nerviosos los detenidos. “Vamos a dar un paseo”, respondían con burla los verdugos. La incertidumbre del preso suponía una tortura psicológica y formaba parte de este juego macabro. Miles de víctimas fueron paseadas por la carretera que comunica Víznar con Alfacar, de apenas tres kilómetros, y acabaron con sus vidas en cualquier cuneta del barranco. Y entre las víctimas, el poeta Federico García Lorca, el maestro Dióscoro Galindo González y los anarquistas y banderilleros Francisco Galadí Melgar y Juan Arcollas Cabezas, convertidos hoy en símbolo de aquella represión brutal. De ahí el nombre de la marcha popular que, un año más, hemos iniciado en La Colonia para rendirles homenaje: Último Paseo, un paseo por la memoria.
Ninguna placa informativa recuerda al visitante lo que sucedió en este lugar siniestro, cargado de sufrimiento, angustia y dolor. Por eso, los colectivos memorialistas hemos vuelto a poner un cartel que dice: “Este lugar fue un antiguo molino que durante la República se utilizó como colonia de vacaciones para hijos de obreros. En 1936, el fascismo lo convirtió en prisión, en la que pasaron sus últimas horas de vida miles de víctimas del franquismo, antes de ser asesinadas por defender la legalidad democrática”. Sin embargo, el cartel ya ha sido arrancado impunemente por la extrema derecha. Esperamos que, cuando la nueva Ley de Memoria entre en vigor, investigue y sancione a los autores de actos vandálicos como éste. Pero sobre todo, esperamos que la Junta de Andalucía cumpla la legalidad y señalice de forma oficial este lugar de gran valor simbólico.
Terror en el silencio de la madrugada
Paseando, un año más, por esta carretera de la muerte, hemos llegado al Barranco de Víznar, otro lugar de memoria que ha sido vandalizado con infames grafitos fascistas. Y también hemos pedido a la Junta de Andalucía que cambie el mensaje de la placa informativa, pues las víctimas no “dejaron sus vidas” en este barranco, como dice el texto, sino que fueron asesinadas por los golpistas. Más tarde, hemos subido a los pozos, donde se encuentra una de las mayores fosas comunes del franquismo. Los verdugos descubrieron en estos pozos una forma fácil de acabar con la vida de sus víctimas. No tenían que excavar la fosa, bastaba con un tiro en la nuca y el cuerpo se desplomaba al fondo del pozo, donde era cubierto con cal viva. Allí arrojaban a unos encima de otros. El terror se apoderó de los vecinos, que escuchaban el eco de las descargas de fusilería, en el silencio de la madrugada. A la mañana siguiente, nadie preguntaba, nadie investigaba, nadie condenaba el asesinato. Los sicarios de la temida Escuadra Negra, bajo el mando de José Valdés, el sanguinario gobernador civil, enviaban así un mensaje al aterrorizado pueblo granadino: “Esto es lo que hacemos con los rojos”.
En las fosas de Víznar, los arqueólogos de la Universidad de Granada han recuperado los restos de 49 víctimas, con un trabajo de precisión impecable. La aparición de una fosa con los restos de 12 mujeres jóvenes y varios dedales, costureras o modistas de profesión, confirma la barbarie. Una de ellas, Eloisa Martín, tenía poco más de 15 años y la mataron por pertenecer al Sindicato de Costureras. Si embargo, el avance de las exhumaciones, tanto en la fosa de Víznar como en la de Nigüelas, es lento por falta de presupuesto. A este ritmo, los arqueólogos necesitarán diez años o más para exhumar a todas las víctimas que están enterradas en fosas comunes de este barranco. Algunos investigadores calculan que son más de 2000. Otros rebajan el número de víctimas a varios centenares. Sin embargo, me inclino a pensar que los asesinados fueron más de 2.000. Tengamos en cuenta que podría haber más fosas comunes, sin localizar, debajo de algunas casas construidas después de la guerra. También en zonas arboladas, pues el régimen franquista impulsó una política de repoblación forestal, precisamente para ocultar sus crímenes. Asimismo, es preocupante que estas exhumaciones se realicen sin presencia de un juez para levantar acta judicial, pues no estamos en un yacimiento arqueológico, sino en el presunto escenario de un crimen contra la humanidad. Y además, la identificación genética de las víctimas también será lenta, pues hay una larga lista de espera en el laboratorio de ADN por falta de personal y de recursos.
Nieves sigue buscando al maestro Díóscoro
Entre Víznar y Alfacar, asesinaron a sindicalistas y trabajadores, a alcaldes y concejales, a profesores y maestros…. precisamente, no debemos olvidar a Nieves García Catalán, nieta adoptiva del maestro Díóscoro Galindo Gónzalez. Nieves lleva años buscando a su abuelo, pero su petición ha sido rechazada tanto por la Junta de Andalucía, como por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática. Ha tenido que recurrir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ante el desamparo que sufre en su propio país. El problema de Nieves es que su abuelo fue asesinado y enterrado en la misma fosa que Federico García Lorca, y la familia del poeta se niega a buscarlo para darle una sepultura digna. ¿Por qué?
El silencio provoca rumores y cada vez son más los que sospechan que la familia de Lorca se niega, porque desenterró al poeta y se lo llevó a un lugar secreto, tras llegar a un acuerdo económico con el régimen franquista, que necesitaba dinero para financiar la sublevación. En tal caso, ¿Qué ocurrió con sus tres compañeros de muerte, Galindo, Galadí y Cabezas? ¿También se los llevaron? No lo creo, siguen ahí, en la fosa a la que fueron arrojados por sus verdugos. Ian Gibson ha pedido a Laura García de los Ríos, que diga “de una vez la verdad” sobre los restos del poeta. Federico se merece que conozcamos toda la verdad y no este final de silencios, sospechas e intereses particulares. Y Nieves García Catalán se merece encontrar a su abuelo para cumplir la promesa que hizo a su padre antes de morir, como todos los familiares que han perdido a un ser querido en el barranco de Víznar y Alfacar.