Entre las peores herencias que ha dejado el franquismo a la sociedad española está la del desprecio garbancero de todo aquello que se suponga no sea de “utilidad”. Entendiendo por útil sólo a lo que, se supone, redunda en el beneficio económico inmediato. La cultura no es útil, en todo caso sólo soportable, y la búsqueda de la reparación, la verdad y la justicia para con las víctimas del franquismo no es sino un acto sectario y que reabre heridas. Así que sí se unen ambas cosas pues el resultado es para llorar y no parar.
Hace un año, en noviembre de 2018, la Dirección General de Memoria Histórica, dependiente entonces de la Consejería de Presidencia, de la anterior administración andaluza, entonces socialista, informó de que había depositado, para su consulta pública, en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz una documentación, digitalizada, del Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares. Se trataban de 6.392 registros descriptivos relacionados con Andalucía -con información e imágenes- de las 294.237 fichas con las que cuenta el archivo.
Muy cercanas las elecciones en la región la entrega se hizo con un importante despliegue mediático. Al acto asistió el propio vicepresidente de la Junta y fue ampliamente publicitado por la propia Junta. Ya se sabe que eso de la memoria histórica no le interesa a nadie pero siempre está presente en la propaganda electoral y en el juego partidario.
Pasados unos meses, en julio de este año, ya que se publicitó que se había entregado esa documentación, me acerqué al citado archivo para consultar esos materiales necesarios para una investigación que llevo a cabo. Ante mi sorpresa, el personal me informó de que los documentos nunca habían llegado y que realizarían las consultas pertinentes. Unos días después me dijeron que había existido un problema de «hipervínculos» y que en septiembre, el material ya estaría disponible.
A mediados del pasado octubre me volví a acercar al citado archivo para, eso al menos esperaba, consultarla. Sin embargo, de nuevo se me dijo que todavía no estaba disponible. Ahora envié un correo electrónico a la Jefa de Servicio de Archivos de la Junta de Andalucía explicándole el caso. Pasado más de un mes sin un acuse de recibo siquiera, en los pasados días he pasado, esta vez por registro, unos escritos a la Consejería de Cultura insistiéndole en el tema y solicitándole información sobre cuándo estará disponible ese material y cuáles son los problemas existentes para que todavía no lo esté.
Lamentable es la pobreza intelectual, política y económica que significa la iniquidad de publicitar un acto que realmente no se ha llevado a cabo. Igualmente lo es que, casi seis meses después, tras la reclamación tampoco se haya solventado. Pero, sobre todo, señala la falta de eso que se llama políticas públicas para considerar que la riqueza de una nación no es sólo su capacidad económica de compra, sino también cuidar de su patrimonio, de ser consciente de que un gastar en un archivo no es algo improductivo que no sirve para nada.
Yendo un poco más lejos situaciones como la descrita es también un ejemplo más de la consideración que se tiene de la ciudadanía. Como en el antiguo régimen es sujeto pasivo de actitudes que enlazan, en el mejor de los casos, con un pensamiento de déspota ilustrado. Aquello de todo para el pueblo pero sin el pueblo. El problema no es que los ocupantes del poder lo ejerzan, sino que, parece, que amplias capas de la población avalan estas situaciones. Bien de forma activa o pasiva. De igual en el fondo. Después nos extrañamos que los discursos de la extrema derecha española, del mocorroñismo* nacional, se extiendan. Si es que cada pueblo tiene el gobierno que merece.
*Mocorroñismo término que utilizo, homenajeando al cineasta levantino Carles Mira, para caracterizar al integrismo español para el que, incluso, determinados aspectos del fascismo podrían ser demasiado “modernos”.