Viajeros compulsivos

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En verano casi siempre íbamos a Chipiona. Eran los años ochenta y mis dos abuelas tenían piso en el pueblo gaditano. Creo que allí fue donde me aficioné al marisco, acompañando a mi padre, que me llevaba a coger navajas echando sal en los agujeritos del cieno del...

Del “pan y circo” al sólo circo

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Por más que quieran hacernos creer lo contrario, mañana-tarde-noche, comparto con Rozalén que “el mundo está lleno de mujeres y hombres buenos”. La...

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