Contradicciones a la diestra, discursos mediáticos y repercusión en la calle. Parte I

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En estos días en los que contradicción e incongruencia se cogen de la mano para atraer rédito de diversa índole, resulta muy aconsejable hacer un ejercicio de análisis discursivo de los medios, así como de constatación del modo en que esa suma de elementos repercute en la calle, entre la gente que nos rodea. Y puesto que cada vez es mayor la vorágine que engulle esos preciosos tiempos otrora dedicados a la pausa, sirvan estas líneas como intento de reflexión colectiva acerca de una serie de episodios recientes.

Conste, antes de seguir, que contradicciones las hay en todas las aceras, no solo en las que dan al hogar de las derechas sociales y políticas. Pero resulta llamativa la cantidad de ellas que en las últimas fechas se acumulan en el borde diestro, sabedoras, tal vez, de que tienen en los medios de comunicación de masas una canasta donde cada triple entra, un espacio donde cobijarse y generar adeptos. “El negocio de la verdad empieza a ser menos rentable que el de la mentira”, denunció el periodista Javier Ruiz en el podcast La Base, algo que Steve Bannon (uno de los grandes gurús de la derecha político-mediática global en las últimas décadas) adivinó hace tiempo, y ya conocemos el resultado de su obra…

Así pues, he aquí algunas de esas preguntas y sus reflexiones consiguientes.

Al término de la cumbre que el pasado 29 de enero reunió en Madrid (apenas dos meses después del encuentro neofascista franco-español que también tuvo lugar en la capital) a Santiago Abascal, Jorge Buxadé -anfitriones-, Viktor Orbán, Mateusz Morawiecki, Marine Le Pen (¿saldrá Éric Zemmour pronto en fotos de encuentros similares?), Marlene Svazek, Tom Van Grieken, Vincenzo Sofo y otros representantes políticos a los que la palabra democracia incomoda como a un bebé comer limones, estos expusieron sus declaraciones sobre el conflicto ruso-ucraniano. Y llaman la atención tales posturas, pues, a poco que uno contrasta, hablamos de fuerzas nacionalistas, ultraderechistas y euroescépticas diciendo que van a defender Europa de un gobierno nacionalista, ultraderechista y anti-occidental (al que asocian con el pasado comunistasoviético del país al que representa). Curioso. Una ‘defensa’ de Europa pero atacando a Europa… ¿No resulta un tanto esquizoide?

Cumbre, por cierto, en la que la asistencia de varios periodistas volvió a ser vetada, signo del alarmante y creciente discurso de determinadas fuerzas políticas o grupos de presión que, siguiendo la estela de Trump en EE. UU., colocan a los/as periodistas -no nos referimos aquí a los medios de premeditada desinformación- en la diana, hiriendo así la libertad del profesional para desempeñar su oficio y el derecho de la ciudadanía a recibir información plural y veraz.

Asunto Alberto Garzón. Determinadas señorías y lobbies no solo no aceptan los postulados de instituciones internacionales que llevan años aconsejando reducir la ingesta de carne y los modelos de ganadería/agricultura intensivos (por ser contaminantes, y perjudiciales para la salud pública), sino que montan en cólera al ser defendidos dichos postulados por un ministro al que consideran un blanco fácil. Hasta ahí, todo ‘normal’. Era de esperar. Pero que la cacería contra el titular de Consumo sea azuzada por medios -Antena 3 (principal exponente español de los informativos anglosajones de modelo neoliberal), TeleAyuso (perdón, Tele5), Cuatro, El Mundo, ABC, etc.- que, más o menos, denunciaron un año atrás los desquiciados bulos que guiaron a cientos de radicales al asalto del Capitolio de Washington y que, sin embargo, hablan ahora de “Ganaderos enfadados irrumpen en la sede del Ayuntamiento de Lorca” sin explicar las manipulaciones que propiciaron la versión porcina-española del asalto a instituciones públicas, roza lo demencial.

Asunto Iglesia. El Partido Popular lleva décadas proclamándose “el partido que está del lado de las víctimas” (de ETA, lo cual se podría matizar), a pesar de haber desamparado a las víctimas del genocidio del franquismo, a las de la violencia de género, y a muchas otras. Pues bien, ahora se opone también -junto con Vox- a la comisión que, por fin, investigará los casos de pederastia en el seno de la Iglesia católica española. ¿Ni siquiera en este asunto, por el que tan largo tiempo han estado esperando miles de víctimas y familiares (y también muchos colectivos cristianos), son capaces de apoyar la dignidad más palmaria que un proceso judicial puede emprender? Y, ¿tampoco las últimas lamentables declaraciones de Isabel Díaz Ayuso al respecto van a hacer que se les caiga la venda a quienes pierden pie con ella o con su forma de ‘hacer política’?

Hablando de Iglesia, ya dijimos que las contradicciones no son cosa exclusiva de las derechas, y para muestra un botón: hace dos semanas, el Gobierno ‘logró’ que el Clero proceda a devolver 965 bienes que reconoce haber inmatriculado entre 1998 y 2015 gracias al chanchullo en su día auspiciado por José María Aznar. Pero, ¿qué hay del resto de las 34.961 inmatriculaciones en el mismo periodo? (Por no hablar de las de mucho tiempo atrás). ¿Constituye ello un logro para los dirigentes socialistas o un triunfo para la jerarquía eclesiástica? ¿Hasta cuándo seguirá la Iglesia manejando el cotarro a su antojo e influyendo en la vida pública-institucional del Estado? Y no es esta la única contradicción que afecta a los sectores zurdos… He ahí el nulo debate sobre la Forma de Estado (hay anacrónica monarquía para rato). O la falta de valentía que la coalición gubernamental está mostrando para modificar la indecente Ley de Seguridad Cuidadana, la cual lesiona el legítimo derecho a la protesta o a la libertad de expresión (lo cual están aprovechando los sectores más reaccionarios de las fuerzas y cuerpos de seguridad y del hemiciclo conservador para, a través de una desaforada presión, medias verdades, falsos temores y la inestimable ayuda de ciertos medios, forzar una reforma de la ‘ley Mordaza’ tibia y decepcionante).

Pero volvamos al hilo del inicio. Otro caso contradictorio de hoy es lo inquietante que resulta el que tantas mujeres del presente no perciban el papel secundario y dependiente al que Vox las ata en cada una de sus manifestaciones públicas. Ejemplo: cuando el resto de partidos se une para condenar un caso de violencia de género, la reacción de esta formación filtra discursos que transmiten que las relaciones de pareja/intrafamiliares conllevan esas cosas, o que muchas denuncias de agresión son falsas (aunque los datos de comisarías e instancias judiciales desmientan tal argumento), o que ejercer el derecho al aborto es un crimen (blanqueando así el acoso a mujeres a la puerta de las clínicas), o que si más mujeres no ‘triunfan’ en sus trabajos es porque no tendrán las capacidades requeridas, porque no lo merecerán o porque no se lo habrán currado lo suficiente… A este partido le funciona un discurso no solamente machista y anticuado, sino también muy injusto, pues hace caso omiso a las condiciones de desigualdad (de falta de igualdad de oportunidades) tan bestiales que caen sobre buena parte de la población: las niñas y mujeres que no pertenecen a ambientes pudientes o privilegiados en los que se requiere mucho menos esfuerzo para llegar ‘más arriba’. ¿Tan difícil resulta identificar la visión clasista y capitalista del ‘rol ideal’ que persiguen para la mujer? ¿Es coherente que, ya seas mujer u hombre, denuncies tales injusticias y al mismo tiempo apoyes a este tipo de partidos? ¿Es compatible que persigas gozar de las mismas oportunidades y derechos que los demás y, empero, secundes a formaciones que confrontan la igualdad?

La labor mediática acerca de las cuestiones de feminismo en los últimos lustros explica buena parte de lo que escuchamos a nuestro alrededor a diario, al salir de casa, en el bar, en las redes sociales… Escaso compromiso, tergiversación o mala intención en la praxis comunicativa para camuflar la intencionalidad. Así, Vox, el partido que abandera la lucha contra lo que ellos llaman “políticas totalitarias de género” o “agenda feminazi”, insiste en que “somos los únicos que decimos la verdad, pero la mayoría de medios de comunicación, *al servicio del Gobierno y de los partidos de izquierda, nos silencian”. Siempre el mismo discurso, sí, pero cala en un grupo de población. Aunque, ¿si los medios los silencian, cómo es que cada día aparecen en esos mismos medios soltando su soflama sin que nadie se lo impida? ¿Y por qué esos medios no desmontan la patraña usada por Vox? ¿No será que ello conllevaría que tuvieran que decirle a la opinión pública qué intereses empresariales o económicos los sustentan?… Resumen: Vox denuncia una supuesta “persecución” por parte de medios que obviamente no lo persiguen, los medios difunden a diario el mensaje victimista de Vox, Vox gana popularidad, los medios ganan audiencia (esto es, dinero), y el potencial y cabreado votante descubre un ‘heroico’ partido en el que confiar. Voilà!

*(algo tan simple como repasar el accionariado y la línea editorial de los grandes grupos mediáticos de este país sirve para comprobar que, ¡oh, sorpresa!, es el centroderecha el que en realidad acumula la mayor parte de los medios de mayor audiencia).

Autoría: Juan Diego Vidal Gallardo. Periodista y escritor moronense. Mirada siempre atenta a la(s) cultura(s), las causas sociales, la diversidad, la igualdad o el colectivismo.

[Las presentes reflexiones y análisis seguirán en la Parte II].

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