El arco iris en el Parlamento andaluz

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El Parlamento de Andalucía ha izado de nuevo la bandera del arco iris, con motivo del Día del orgullo gay, un símbolo de igualdad, diversidad y libertad, que representa los mismos valores que nuestra bandera andaluza, la blanca y verde de Blas Infante. Por tanto, son dos banderas hermanadas. Y miles de andaluces hemos salido, un año más, a la calle para apoyar la enseña multicolor, que simboliza una de las conquistas sociales más importantes en la historia de la humanidad. Pero no siempre fue así. El actual apoyo social al orgullo GLBTI+ se lo debemos a los primeros homosexuales que tuvieron la valentía de «salir del armario», en plena dictadura, pagando un alto precio en cárcel y humillación.

Nunca olvidaremos a José Pérez Ocaña, el torbellino andaluz en Las Ramblas de Cataluña. La historia de un artista homosexual, a mediados de los años 70, en Barcelona. Pérez Ocaña fue pionero a la hora de revindicar públicamente su homosexualidad, en los últimos años de la dictadura. Nació en Cantillana, pueblo próximo a Sevilla, en 1947 y creció en plena postguerra, tiempo de hambre y miedo, sobre todo en Andalucía. Pero nunca ocultó su homosexualidad, ni siquiera cuando era adolescente. Harto de hipocresía y prejuicios en su pueblo natal, emigró a Barcelona, como tantos andaluces, buscando libertad y más posibilidades de desarrollar su potencialidad artística.

En la capital catalana, salió a la calle travestido y provocando escándalos con su espíritu transgresor. Fue su época dorada, en la que paseaba vestido de faralaes por las Ramblas o cantando en la Plaza Real por Juanita Reina, para despertar a golpe de pintura, abanicos y maquillaje a una sociedad que todavía estaba sometida al blanco y negro de la dictadura. Precisamente, la policía franquista lo detuvo en 1976 por escándalo público, lo que provocó una de las primeras manifestaciones a favor de los derechos de homosexuales y lesbianas.

Recordemos que el colectivo homosexual fue uno de los más perseguidos por el franquismo. Como dice la investigadora Zoraida Jaime González, la dictadura minó la floreciente comunidad homosexual, localizada sobre todo en círculos literarios y artísticos. La purga le costó la vida a Federico García Lorca, siendo asesinado el 18 de agosto de 1936 por su compromiso político con la República y por su creciente visibilidad como homosexual. Otro gran poeta, como Luis Cernuda, se vio obligado a tomar el exilio. Los escritores Álvaro Retana y Antonio de Hoyos también pasaron temporadas en prisión.

O el violento caso del cantante Miguel de Molina. Brutalmente golpeado, perdió varios dientes, quedó amoratado y con escasos cabellos a causa de los tirones; casi muerto por las palizas que le propinó la policía franquista. Sus trabajos cinematográficos fueron rechazados, por lo que también marchó al exilio, para no acabar como su admirado amigo Federico García Lorca. Miguel huyó de un régimen dictatorial que lo castigó por «rojo y maricón» y por haber actuado para las tropas republicanas. Lo mismo le sucedió al cantor de la República, Angelillo, y a los autores de copla Salvador Valverde y Ramón Perelló, acusados de ser homosexuales y de ayudar al ejército republicano. Y también sufrió persecución Tomás de Antequera, apaleado tras una actuación por tres matones de la Brigada Político Social.

Los homosexuales soportaron el largo invierno de la dictadura, cuando eran considerados unos pervertidos y recluidos en manicomios. Cuando era torturados con brutales descargas eléctricas para «curar su enfermedad», decían los psiquiatras del régimen franquista. Los verdugos llegaron a declarar a los homosexuales como «sujetos peligrosos que padecían una enfermedad contagiosa». Después llegó la transición que, por miedo a otro golpe militar, los condenó al silencio y al olvido. Y ahora,  tras casi un siglo de lucha, han logrado izar en el Parlamento de Andalucía  la bandera del arco iris para reivindicar su derecho a ser aceptados y respetados, tal y como son.

Es el caso de Kim Pérez, nacida en Granada en 1941. Salió del armario, como mujer transexual en 1991 con 50 años y, desde entonces, está luchando por la igualdad y el derecho a decidir su propia identidad. En 1999, como presidenta  de la Asociación de Identidad de Género de Andalucía, consiguió que nuestra comunidad autónoma fuera la primera en incluir, en su catálogo de prestaciones sanitarias, el tratamiento y las cirugías de cambio de sexo.

Asimismo, esta profesora y veterana activista por los derechos humanos, fue la primera mujer transexual que se presentó como candidata de la izquierda por Granada, en las elecciones municipales de 2007. Sin duda, un significativo gesto político para el movimiento LGTBI+. Pero debemos estar vigilantes, ante la nueva ofensiva homófoba lanzada por la ultraderecha. Por eso, es más importante que nunca salir a la calle y enarbolar juntas la bandera del arco iris y de Andalucía que, insisto, se ha convertido en un poderoso símbolo de igualdad, diversidad y libertad.