El vuelco a la derecha en Andalucía

719

La mayoría absoluta del PP en Andalucía nos ha dejado una sensación agridulce gracias a la no entrada de Vox en el gobierno, muy diferente a la una sensación de shock que tuvimos en 2018 con la primera victoria de la “derecha” y sobre todo con la gran entrada no esperada de Vox en el parlamento. Sin embargo, el resultado consolida una mayoría muy amplia que no va a ser nada fácil de revertir. Por ello, el objetivo de este artículo y el informe que resume es tratar de aportar un grado más de análisis de dichos resultados para tratar de hacer un mejor diagnóstico y tener más herramientas para afrontar el futuro de la política y la transformación social en nuestra tierra.

El análisis se tratado de llevar a cabo desde una perspectiva de clase y soberanista andaluza, poniendo especial atención en los resultados de Adelante Andalucía como nueva formación andalucista de izquierdas, así como en los de Vox como fuerza de ultraderecha. Además, dicho análisis se va a llevar a cabo además bajo la óptica de dos ejes territoriales fundamentales: el eje campo-ciudad y el eje de clase, distinguiendo el resultado por tamaño de municipios, por comarcas y por barrios en el caso de Sevilla Ciudad.

El resultado de las pasadas andaluzas es sin dudas el mejor resultado histórico de la derecha en Andalucía desde las primeras elecciones democráticas en 1977, llegando a alcanzar el 60% de los votos. Por contra, es con mucha diferencia el peor resultado del bloque de la izquierda, que apenas ha llegado al 36% cuando históricamente siempre ha sacado una amplia mayoría absoluta.

Dentro de la evolución histórica, la izquierda ha venido perdiendo fuerza desde los años 90, pero es sobre todo en la última década cuando se han producido más cambios, lo cual no es casualidad. La crisis de 2008 y el posterior ciclo de movilización del 15M y las mareas dejó tocado el régimen bipartidista del 78 y en especial su ala “izquierda” del PSOE. Este ciclo propició la caída del PSOE, la primera leve subida de IU, pero sobre todo el espacio que llega a alcanzar Podemos en los años siguientes. Sin embargo, una vez cerrado el ciclo post 15M y recompuesto el régimen del 78, lo destacable no es sólo que el PSOE haya perdido el gobierno de la Junta, sino que a diferencia del PP, no ha sido capaz de recuperar el espacio perdido tras la crisis del bipartidismo. Si bien el PP ha recuperado los votos de Ciudadanos y los ha ampliado, el PSOE no ha podido recuperar los votos perdidos en favor de Podemos y sus sucesivas marcas electorales. Mientras el espacio de IU/Podemos y andalucistas mantiene prácticamente los mismos votos que en 2008, unos 450.000, el PSOE ha perdido 1,3 millones de votos, el 60% de su electorado. Claro que, teniendo en cuenta que el PSOE ha sido el gobernante durante tanto tiempo, quizás lo llamativo sea a la inversa, que la izquierda alternativa no haya sido capaz de ocupar y consolidar todo ese espacio. Dicho de otra forma, lo llamativo es que no haya habido desde la izquierda una alternativa al PSOE andaluz percibida como tal por las clases populares.

Aunque la mayoría de esos 1,3 millones de votantes que ha perdido el PSOE se hayan ido a la abstención, es cierto que se ha producido una cierta transferencia a la derecha, ganando este bloque 400.000 votos respecto a 2008, además con una cuota muy radicalizada como es la que representa Vox. Dentro de este vuelco a la derecha, lo más significativo es el que se ha producido en el campo andaluz. Si a pesar de la victoria de la derecha en 2018 el PSOE seguía siendo el partido más votado en este ámbito, en 2022 ha sido el PP y la derecha en general la que ha salido victoriosa. Si en 2018 el PSOE era primera fuerza en 617 municipios, en 2022 lo ha sido sólo en 206. Además, a nivel de comarcas, la izquierda sólo saca más del 50% en 4 de 62. La derecha saca más del 50% en todas las comarcas menos en 6, todas ellas con baja población.

Respecto a la división de Por Andalucía y Adelante Andalucía, aunque las cuitas internas hayan lastrado el resultado de ambas formaciones, en mi opinión los motivos de no ser alternativa real al PSOE andaluz en un contexto de crisis profunda del mismo van mucho más allá, y creo que tienen que ver fundamentalmente con la crisis de proyecto político de mayorías y transformador de dicha izquierda. Es cierto que la desmovilización del ciclo anterior o el desgaste continuo desde los grandes medios de comunicación no han ayudado demasiado, pero también lo es que ambas formaciones han ostentado posiciones de gobierno en lugares relevantes y en ningún caso se han llevado a cabo grandes transformaciones que den luz a posibles alternativas a la sociedad capitalista en el último período. Se han hecho pequeñas reformas o mejoras, en ocasiones medidas muy interesantes, pero prácticamente nada relevante que muestre un horizonte de sociedad alternativa o que cambie las correlaciones de fuerza entre clases. Ahora bien, no se puede dejar obviar que el resultado de PorA es más alto en los municipios de menos de 20.000 habitantes que en las grandes ciudades, lo cual no se entendería sin la fuerza histórica de IU en muchos de esos municipios.

El resultado de Adelante Andalucía es suficiente para obtener representación parlamentaria y tener opciones a consolidarse como nueva formación soberanista andaluza, pero bastante bajo como para tener influencia por sí sola en la agenda política andaluza. Además, es muy llamativo la heterogeneidad de apoyos a lo largo del territorio, con un peso relevante fundamentalmente en la provincia de Cádiz y en el Área Metropolitana de Sevilla (también es relevante en la campiña de Morón o la cuenca minera de Huelva), pero a su vez prácticamente marginal en las provincias de Jaén y Almería, y resultados pobres en el resto de las provincias. Sin duda, la explicación de este fenómeno debería ser objeto de un profundo debate: ¿Es reflejo de las posiciones institucionales de partida en torno al ayuntamiento de Cádiz? ¿Es reflejo de la realidad militante? ¿Es reflejo de la identidad y consciencia andalucista según el territorio? ¿Es reflejo del tipo de construcción del andalucismo político casi siempre bajo una visión más del occidente andaluz que del oriente? ¿Es reflejo de la estructura económica? ¿Es reflejo de los procesos de lucha social? Lo más probable es que sea una combinación de todas estas cuestiones, que además están interrelacionadas (por ejemplo, suele haber más conciencia y músculo militante allí donde ha habido más procesos de lucha social), pero lo aquí analizado es que esta heterogeneidad no es nueva. Esa dinámica ya se mostró de forma similar en el andalucismo político desde las primeras elecciones municipales de 1979. Desde luego no es una cuestión menor, porque quienes aspiramos a transformar la realidad de Andalucía (sin dejar por ello de querer transformar la realidad universal y en especial la de todos los pueblos oprimidos) deberíamos tener claras las razones de este hecho para poder actuar en consecuencia.

En este sentido, desde varios sectores del andalucismo se enunciaba la existencia de una tercera ola andalucista. A mi juicio, era muy atrevido enunciarla porque hubiera algún referente cultural que mostrara cierta consciencia andaluza. Salvo las marchas de Andalucía en Pie organizadas por el SAT en el año 2012 y algún otro reflejo andalucista, no ha existido en los últimos años una movilización social en clave andaluza potente que permitiera hablar de una nueva ola andalucista. De hecho, el propio discurso de Teresa Rodriguez no es a mí juicio ahora más andalucista que antes simplemente porque diga más veces la palabra Andalucía. Si se escuchan los mítines de las andaluzas de 2015, se podrá ver que el andalucismo material (y también el identitario), el de las cosas de comer, el de la transformación social de nuestra tierra, ya estaba ahí; me atrevería a decir que incluso con más profundidad, con más potencia. Si en plena fase de ascenso y apogeo de Podemos Andalucía pensaba que para superar al PSOE hacía falta un nuevo proceso social, una nueva ola de lucha andalucista como la de la transición, que permitiera una nueva correlación de fuerzas, hoy con la hegemonía de la derecha en todas las provincias, es difícil no pensar que sea más necesario que nunca. Sin proceso social no hay mayoría electoral y mucho menos transformación social. La nueva ola andalucista no hay que enunciarla, hay que construirla.

Respecto al resultado de Vox, simplemente decir que hay que tomarlo con cautela. Gracias a la mayoría absoluta del PP, Macarena Olona no ha podido estar en condiciones de lanzar sus soflamas desde la vicepresidencia de la Junta. También es cierto que sufre una pérdida de más del 40% de los votos que obtuvo en las generales de 2019, pero sí que crece casi un 25% respecto a 2018. De hecho, debería preocuparnos que donde más crece es en el campo y en los barrios de menores rentas. Por ello, la construcción esa nueva ola andalucista no sólo servirá para caminar hacia la justicia social de nuestro pueblo, sino también como levantamiento de un dique frente a la ideología de la muerte que representan los nuevos fascismos.

Autoría: E. Cantos. Ingeniero aeronáutico.

Informe completo:

Análisis Elecciones Andaluzas 2022 (1)