La ofensiva depredadora del gran capital y sus gestores contra las clases populares, las mujeres y Andalucía como Nación, está siendo facilitada por la carencia de fuerzas políticas y sociales de izquierda en nuestra Andalucía. Además, las pocas que como tales puedan considerarse, carecen del coraje y visión estratégica para avanzar en el camino de nuestra liberación nacional.
Es evidente que las organizaciones sociales existentes en la realidad (no inscritas en la realidad virtual de la Junta de Andalucía), se caracterizan por el timoratismo en sus acciones para hacer frente a los ataques permanentes del Capital contra el mundo del trabajo, de la acción social, de la mujer, etc… andaluces.
Tal como los dueños del mundo aplicaron previamente con éxito en otras áreas planetarias, la oligarquía española, siguiendo los dictados de la denominada Troika, están imponiendo en Andalucía el modelo ultraliberal del capitalismo salvaje, sin control ni mecanismo de regulación alguno. Todo ello con la colaboración de todo el mundo andaluz partidario de la corrupción política.
De momento la ruta que tienen trazada se va implementando con relativa facilidad. Las resistencias y las luchas populares aún son, desde todo punto de vista, insuficientes, fragmentarias y carentes del imprescindible hilo conductor que incorpore y acople las reivindicaciones tácticas y sectoriales al objetivo estratégico y globalizador.
Pero no se trata de sustituir al PSOE de Pedro Sánchez en Madrid y al PP de Juanma Moreno en Sevilla, por otros “gobiernos alternativos” que ganen unas elecciones con un programa electoral inaplicable en este cuadro jurídico-político, patriarcal, español y al servicio de la gran burguesía capitalista. Esta opción, que condiciona esas estrategias erróneas, sólo podría implementar en el mejor de los casos un adulterado conjunto de inconexos remiendos neokeynesianos que atrasaría de nuevo la acumulación de fuerzas, legitimaría el sistema e inyectaría tiempo a la multicrisis estructural que padece de forma permanente este decadente y podrido régimen.
Tampoco nos sirve a los andaluces y andaluzas, la gente que se dedica a lavar la cara al PSOE, una reaccionaria fuerza política desacreditada ante la Andalucía consciente por su innegable corresponsabilidad en el empobrecimiento, españolización, pérdida de derechos y recorte de libertades, en nuestra tierra.
Mientras el fetichismo electoral y la estrategia parlamentarista prevalezca sobre la necesidad de mover, radicalizar y organizar al pueblo trabajador andaluz, la ofensiva oligárquica contra la Matria Andaluza, nuestros trabajadores y nuestras mujeres no cesará.
Los estados mayores de las fuerzas políticas están más preocupados (sobre todo en estos días) por las informaciones barométricas de Metroscopia y demás empresas de sondeos, que por las voces de protesta e indignación en las calles. Las direcciones de los diversos restos del Partido Andalucista están obsesionadas por ver quién les deja hueco en alguna lista electoral ajena y española, olvidando las lecciones que debieron haber aprendido en la gestión conjunta que llevaron a cabo en bastantes ayuntamientos andaluces y, porque no decirlo, en la Junta de Andalucía junto a los delincuentes socialistas.
Una de las enseñanzas que debemos extraer de estos 40 años de reintauración borbónica son los límites y peligros de la obsesión parlamentarista. Continuar alimentando el ilusionismo electoral sólo ha servido al oportunismo, la frustración y el populismo reaccionario y fascista. No obviemos que cada vez son más los segmentos sociales que no creen en los procesos electorales. Y mucha de esta gente participa activamente cuando existe una movilización popular contra las políticas del multipartidismo de varias cabezas español.
Las fuerzas políticas y sociales que realmente trabajamos por la soberanía nacional de Andalucía podríamos, en teoría, lograr apoyos electorales de cierta cuantía (aunque pequeñita), pero sí persistimos en desatender lo fundamental: el debate ideológico, la formación política, la autoorganización social, la movilización popular, estamos condenados al más absoluto fracaso.
Es necesario desenredarse de la lógica que impone el sistema. Superar y abandonar la hegemonía tecnócrata del peor estilo y desarrollar una línea política radical.
Tenemos la responsabilidad colectiva de construir una gran alternativa rupturista andaluza, feminista, ciudadana y obrera orientada a la toma del poder. Contribuyamos pues al desarrollo de plurales espacios poliédricos mediante alianzas variables que inyecten ánimo y confianza de victoria en nuestro pueblo andaluz.