El Sindicato de Periodistas de Andalucía ha vuelto a convocar una concentración en el monolito dedicado a Constantino Ruiz Carnero, en la ciudad de la Alhambra. Allí estuvo El Defensor de Granada, que se ha convertido en un referente histórico para la profesión. El periodista Ruiz Carnero dirigió este rotativo que, con dos ediciones diarias y la tecnología más avanzada de su epoca, fue un pionero del periodismo republicano andaluz, allá por los años 30 del siglo pasado.
Desde sus páginas, Constantino denunció el caciquismo, que dominaba de forma despótica la vida de los pueblos. Y fue decisivo para que la mayoría de los granadinos apostaran por el cambio, votando por el proyecto de igualdad y justicia social de la II República, para acabar con la monarquía corrupta de Alfonso XIII. También denunció las conspiraciones fascistas contra la legalidad democrática. Por eso, lo primero que hicieron los golpistas del 36 fue cerrar violentamente El Defensor y matar a su director, Ruiz Carnero.
Hoy, Constantino se ha convertido en símbolo de todos los periodistas que siguen siendo asesinados por buscar la verdad y tener valentía para contarla. Cada vez son más, y en 2024 se han incrementado de forma alarmante. La guerra en Ucrania, donde han perdido la vida cinco periodistas, y el narcotrafico en México o Colombia, con diez periodistas ejecutados, vuelven a ser los conflictos más peligrosos para ejercer la profesión. Pero es en Palestina donde se ha producido una escalofriante escalada de periodistas asesinados por informar.
Según el Comité para la Protección de los Periodistas, 143 informadores han perdido la vida, desde que comenzó la invasión israelí de Gaza: 137 son palestinos, cuatro israelíes y tres libaneses. Cuatro más están desaparecidos y 25 detenidos por las tropas de ocupación del régimen sionista. Este comité afirma que los periodistas se enfrentan en Gaza a riesgos especialmente altos, ya que tienen que cubrir el conflicto con devastadores ataques aéreos, comunicaciones interrumpidas y cortes de energía eléctrica generalizados.
EL régimen de Netanyahu no quiere testigos de la masacre, por eso impide la entrada de periodistas occidentales en Gaza, violando el derecho de información. Y para asegurarse el apagón informativo, ha puesto en marcha una auténtica cacería de periodistas gazatíes que intentan informar desde el interior. Prueba de ello es que muchos de los informadores no pierden la vida en el «campo de batalla», pues son asesinados impunemente en su propia casa y rodeados de sus familiares, que para el ejército israelí son simples daños colaterales. He aquí algunos ejemplos:
Ahmed Shehab, periodista de Radio Voz de los Prisioneros, murió junto con su esposa y sus tres hijos, en un ataque aéreo israelí que tuvo como objetivo su casa en Jabalia.
Duaa Sharaf, presentadora de Al-Aqsa Voice Radio murió junto con su hijo en un ataque aéreo israelí contra su casa en el barrio de Yarmouk.
Majed Kashko, director de la oficina de Palestine TV murió junto con varios miembros de su familia en un ataque contra su casa en Zeitoun.
Muhammad Abu Hatab, periodista de Palestina TV murió junto con once miembros de su familia en un ataque aéreo israelí contra su casa en Jan Yunis.
Mohamed Abu Hassira, periodista de la agencia de noticias Wafa, fue asesinado, junto con 42 miembros de su familia, en un ataque contra su casa.
Saeed Al-Shorbaji, periodista asesinado junto con toda su familia en Jan Yunis.
Mohamed Yaghi, periodista asesinado junto a su familia en Deir al-Balah.
Otros periodistas palestinos han sido objetivo de los francotiradores, a pesar de estar acreditados con la palabra PRESS, bien visible en chalecos antibalas y cascos:
Assem Al-Barsh, periodista de la Radio Palestina Al-Ray, asesinado por un francotirador israelí.
Mohamed Abu Sukheil, periodista tiroteado por ejército israelí en el Hospital Al-Shifa.
También merece nuestra atención la muerte de compañeros, ametrallados por aviones israelíes. El Ejército sionista da la orden de asesinarlos cuando se trasladan, en un coche identificado como PRESS, a una zona devastada por los bombardeos, para impedir que informen sobre las víctimas civiles: es el caso de Hamza al-Dahdouh, corresponsal de Al-Jazeera, que murió, junto con un colega, en un ataque aéreo israelí contra su vehículo en Jan Yunis.
Hamza era hijo de Wael Al- Dahdouh, jefe de la oficina de Al-Yazeera en Gaza. Desde los primeros meses de la invasión israelí, Wael se erigió en un referente del periodismo en el mundo árabe. El pasado mes de abril estuvo en Córdoba, donde recibió el Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado, convocado por el Sindicato de Periodistas de Andalucía. Un reconocimiento que recogió en nombre de todos los periodistas palestinos, que están siendo asesinados por defender el derecho a la información.