La derecha en España no es normal

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A la izquierda, viñeta del ilustrador Raúl Salazar. A la derecha, asistente a la manifestación de Colón hace unos meses contra el Gobierno central.

Un presidente de la Junta que cada vez que repite la expresión “por el bien de los andaluces” anuncia con rauda inmediatez algún acuerdo político-económico-comercial que significa un nuevo ejemplo de claudicación ante los gerifaltes del Capital. Así se escribe la eterna postración de la ‘nueva Andalucía’ ante el neoliberalismo desbocado, ante la falta de desarrollo y modernidad en nuestras estructuras, ante la dependencia de nuestra gente a lo dictaminado desde la capital del reino de los señoritos.

Una ultraderecha andaluza que sigue manchando la vida y obra de Blas Infante, y que mediante el control de las aulas y el trastoque de contenidos avanza en la ávida tarea de legar una visión sesgada y borrega de nuestra matria, dificultar que la formación académica llegue a todos los rincones (especialmente a las más humildes paredes), borrar progresivamente nuestra identidad andalusí, o que el currículo de los centros escolares se parezca más al de una escuela del Opus Dei que a lo que debiera corresponder a un sistema público, moderno y de calidad (y laico).*Lean a Manuel Hijano en https://portaldeandalucia.org/a-fondo/educacion-y-blas-infante-claves-para-hoy/.

Unos patriotas terratenientes que basan todo su fervor en poco más que una banderita que lucir, pero que luego en los campos de fresas de Huelva o en los de tomates de Almería siguen favoreciendo activa o pasivamente las cotidianas violaciones de derechos humanos sufridas por los jornaleros (generalmente jornaleras llegadas de otros países). Toda una vergüenza cada vez más denunciada desde distintas estancias a nivel europeo.

Un Canal Sur que acrecienta sus horas de programación dedicadas a las corridas de toros, las pelis de vaqueros, los shows de Osbornes y la promoción de la Andalucía solana y servil. (¡Joder, si cada vez se distingue menos de 13TV!).

Una jerarquía eclesiástica cada vez más obsesionada con despojar de su alma y de su historia a nuestra Mezquita de Córdoba (imprescindible leer a Miguel Santiago en https://portaldeandalucia.org/opinion/a-quien-corresponde-la-gestion-de-la-mezquita/), jerarquía que sigue en su particular cruzada contra todo lo que le suena a moro, o a árabe, o a musulmán, o a Islam (gustan en el entorno del clero de mezclar los términos, lo cual no les viene mal, como tampoco le viene mal confundir con ese potaje de conceptos a buena parte de la derecha mediática en estos días de conflicto en Afganistán).

Un ultracatolicismo empeñado en creer que ha de moldear la educación pública del país, en lugar de aceptar que esa tarea corresponde al Estado. Otro ejemplo más de anomalía que la Transición no fue capaz de remediar y que no para de dar por saco a través de plataformas que persiguen la guerra escolar desde hace ya dos décadas: Hazte Oír, Profesionales por la Ética (claves en el arranque de Vox), Confapa, Escuelas Católicas (del bloque pro-concertada Más Plurales), la Plataforma Pin Parental (que lanza a colectivos ‘provida’ contra la «ideología de género de los grupos Lgtbi” y “en defensa de la sexualidad saludable”)…

Unos recortes que hieren la enseñanza pública para invertir más y más en la concertada y, sobre todo, en la privada. Lo que es sinónimo de sembrar desigualdad social. Algo injusto para toda democracia. De lo más terrible que puede darse en un Estado democrático.

Una Ley de Memoria Histórica que sufre constantes y sonrojantes intentos de boicot, y es que España fue ese país en el que, a diferencia de otros Estados europeos, el fascismo sí venció en el maldito S. XX. Porque aquí, mientras tanto cuesta honrar la dignidad de las familias de asesinados y desaparecidos en la guerra civil y en la dictadura ayudando a buscar sus restos, la estela del franquismo institucional sigue protegiendo los lugares de culto a sus matarifes ‘héroes’, como Queipo allá en sevillanísimas basílicas.

Un aparato de Justicia que no investiga los crímenes del franquismo ni los presuntos delitos fiscales de miembros de la monarquía borbónica. Total, para eso están los jueces en Argentina o en Suiza, para investigar lo que aquí no se quiere airear, ¿no?…

Una clase elitista que, a pesar de no disponer de argumentos que lo respalden, coge la bandera de la España más racista y salpica a la población con sus radicales insultos contra unos niños “a los que hay que expulsar de nuestro país y devolverlos a los suyos antes de que invadan nuestras casas”. La misma clase elitista que logra que cincuenta u ochenta garrulos cayetanos se tiren meses y meses increpando a una familia a las puertas de su casa.

Un PP cada vez más transformado por Vox, por ejemplo al pertrechar patrañas y canalladas varias para, tanto en el Congreso como en foros, dejar caer que “la II República fue la que provocó la guerra civil”, o que ambos bandos durante el conflicto tuvieron igual responsabilidad (“se enfrentaron quienes querían la democracia sin ley contra quienes querían ley sin democracia”, frase dicha en el hemiciclo por Pablo Casado, presidente del PP, tan solo días después del glorioso “¡en Baleares no habláis catalán, sino mallorquín, menorquín, ibicenco…!”, lo cual hace pensar que además del máster, igual también le pudo ser regalado el título de bachillerato o el de secundaria). Términos cada vez más forzados, expresiones cada vez más hiperbólicas e inventadas, y memes y fake news cada vez más nocivos con los que el ultranacionalismo español está logrando reinstaurar un discurso propio cada vez que salen a relucir temas relacionados con el porqué del levantamiento militar del 36, lo sucedido durante la guerra y la dictadura franquista, cómo fue la Transición, sus repercusiones en la sociedad actual, etc. Su objetivo: instalar en el imaginario colectivo una relectura de los hechos, una suerte de equiparación de culpas a partes iguales, un olvido de quienes quisieron propulsar la democracia, y una restitución de las salvajes figuras que trataron de destrozarla. Su modo: filtrar en gentes de todas las edades un lenguaje que ni reconoce el valor de quienes lucharon durante décadas por construir una España más humana y legítima, ni advierte los peligros que supone para la mayoría de la población adoptar esa mentalidad fascista que solo a una minoría privilegiada interesa. *Para ser consciente de la rapidez con la que el presente se puede resquebrajar y el futuro distorsionar, resulta sumamente importante repasar obras que documentan la verdad de un pasado que algunos quieren ocultar, como la sublime Morón: Consumatum Est. 1936-1953. Historia de un crimen de guerra (José María García Rodríguez y Miguel Guardado Rodríguez; Planta Baja; 2011).

Un Vox cuyo mastodóndico crecimiento vino empujado por las cuantiosas donaciones de directivos de FCC, El Corte Inglés, OHL, Nestlé, MCC Partners, el grupo religiosomilitar iraní CNRI, Hazte Oír, la Fundación Franco…, pero que aun así, y a pesar de su oposición cada semana a proposiciones parlamentarias que buscan mejoras para la clase trabajadora o para la igualdad social, sigue dando con quienes lo ven como el ‘partido del pueblo’… “El mundo al revés”, como diría el añorado Eduardo Galeano. Una formación agigantada gracias a la acción de un establishment que ve en ella la bisagra ideal para sostener sus privilegios y para combatir el avance que determinados proyectos colectivos sociales y políticos protagonizan desde mediados de la pasada década. Una herramienta que ese establishment no pudo apuntalar con UPyD o Cs, pero que de momento sí logra engrasar con el ultraderechista Vox, que a base de estrategias facilonas y simplonas y de otras más repensadas -sobre todo, la manera de manipular a través del mensaje y de captar seguidores en las redes sociales- defiende en pleno 2021 el atrasado orden estatal cimentado en dios, patria y rey. *Interesante el trabajo publicado en The Huffington Post España hace un año: https://www.huffingtonpost.es/entry/lenaguaje-ultraderechaextrema-vox-discurso-mensajes-santiago-abascal_es_5ee74543c5b6c2be9cb8bfcc.

Unas posturas muy cuñadas que insisten en que “bajar impuestos a las grandes riquezas impulsa el PIB y reduce el desempleo”, lo cual, como varios informes recientes apuntan, es falso: https://www.infolibre.es/noticias/economia/2021/08/20/adios_mito_fiscal_bajar_los_impuestos_los_mas_ricos_impulsa_pib_baja_paro_solo_aumenta_desigualdad_123713_1011.html.

Una cadena de televisión líder de audiencia, Antena 3, que explota el miedo y bombardea de forma incesante con la publicidad de empresas de alarmas o con unos informativos que tratan casi a diario la supuesta ola de ocupaciones ilegales de viviendas. Todo sea por seguir tapando el verdadero drama que este país sí tolera a diario, el de los desahucios, trama inhumana urdida y llevada a cabo por entidades bancarias, fondos buitres, fondos privados de inversión, hacedores de la especulación inmobiliaria…, y sobre la que “la tele abierta” hace chitón, no vaya a ser que la gente sepa que en realidad ellos, con su manera de no-informar, también consienten y promueven los desahucios. *Como explica Julen Bollain Urbieta, economista especializado en renta básica incondicional, profesor, investigador y político (miembro del Parlamento Vasco): “En España hay 25 millones de viviendas. El parque de viviendas desocupadas es de 3,5 millones (14% del total). Según la PAH, 80.000 están okupadas (0,3% del total). Los datos vienen bien porque ya ha empezado, como cada agosto, la campaña de alarmas en la tele”.

Un ayuntamiento del PSOE permitiendo la censura del cartel del concierto que Zahara celebró hace unos días en Toledo; censura promovida por ese partido anclado en los años 40 y enfrentado a la cultura (sí, Vox); censura que, no obstante, no pudo evitar que la cantante jiennese desplegase en el escenario una nueva lección de ARTIVISMO.

Una mafia en la gestión de las energías -eléctrica, hidráulica, eólica, solar, gas…- que ahoga a las familias trabajadoras al mismo ritmo que se forran los bolsillos de sus presidentes, consejeros y demás beneficiarios de las infames puertas giratorias (peaso verano se estarán pegando Aznar, Felipe González y compañía). ¡Pero no se te ocurra plantear la necesidad de crear empresas públicas de energía, fijar precios máximos en cada tecnología o promover las cooperativas y las redes de producción y consumo sostenible, pues caerás bajo las temibles amenazas anticomunistas, antiecologistas, antisentido común y anticualquier cosa que moleste a quienes tan bien lo tienen montado!

Una presidencia regional, la de Madrid, que aunque ya las investigaciones demuestran su dejación de funciones y su responsabilidad en la gestión del impacto dramático que la pandemia de COVID-19 ocasionó en las residencias de ancianos, ha logrado seguir valiéndose de sus incontables voceros mediáticos (Inda, Negre, Ana Rosa, Losantos y un largo etcétera de manchadores del hermoso oficio del periodismo) para colocar en las mentes de los ciudadanos que “el Ministerio de Derechos Sociales dejó morir a nuestros abuelos”. ¡Y que viva el reino de las mentiras! Madrid, esa comunidad en la que ONG’s o redes vecinales son las que ayudan para que todas las personas reciban su vacuna, incluidas aquellas en espera de regularizar su permiso de residencia y a las que la CAM deja fuera. La región de la «libertad»…, de la libertad para excluir o denigrar a su antojo.

Ese Mar Menor que se muere por el vertido de todo tipo de productos en sus aguas enfermas, por el caos del cultivo intensivo y por un modelo de producción y construcción capitalista que, obsesionado por atraer turismo a toda costa, genera residuos y estrategias que vomitan sobre los parajes naturales murcianos regueros de contaminación y muerte.

Y tantas cosas más…

En definitiva, una extensa lista de nombres, comportamientos y discursos que, como bien suele recordar a menudo José Miguel Monzón Navarro (El Gran Wyoming), demuestra que “la derecha en España no es normal”. Al contrario, esta derecha es tan facha, tan ultraconservadora, tan procapitalista, tan poco abierta a la diversidad, tan dispuesta a todo con tal de imponer su homogénica visión de país, que podría tildarse de anormal, comparada con las derechas de otras democracias de medio mundo. Aunque, eso sí, viendo el favor que la derecha española logra acaparar entre tantos ciudadanos, me pregunto yo si, más que los agentes de la derecha en sí, lo que no es normal en este Estado es la falta de concienciación social de una parte importante de la población… Porque lo primero puede que sea pasajero, pero lo segundo podría tardar años en corregirse, y eso sí sería motivo para estar más que preocupados.

Autoría: Juan Diego Vidal Gallardo. Periodista y escritor moronense. Mirada siempre atenta a la(s) cultura(s), las causas sociales, la diversidad, la igualdad o el colectivismo.