La ‘Desbandá’ entra en la escuela

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Un año más, el movimiento por la Memoria Democrática se pone en marcha para rendir homenaje a las víctimas de la Desbandá. Los colectivos memorialistas recorrerán la carretera de la costa, desde Málaga hasta Almería, más de 200 kilómetros para recordar el mayor crimen de guerra contra población civil indefensa. Sucedió en febrero de 1937, cuando las tropas del general golpista Queipo de Llano, formadas por legionarios, regulares y fascistas italianos persiguieron a más de 100.000 personas, causando 5.000 víctimas mortales. En este ataque infame, también participaron la aviación nazi y la marina franquista, que los bombardeo sin piedad.

Con motivo de esta efemérides, he visitado algunos Institutos de Enseñanza Secundaria de Motril, Salobreña o Almuñécar para informar a los estudiantes sobre este episodio aterrador que sucedió en sus municipios, hace 83 años. Durante el coloquio, hemos hablado de los bombardeos que sufrieron miles de vecinos, cuando huían de los golpistas y sus aliados. Y gracias a estos encuentros informativos, nuestros escolares empiezan a conocer lo que fue la Desbanda. Han podido hablar con algunos supervivientes, ya octogenarios, sobre la terrible experiencia que vivieron cuando eran niños. Y han conocido el caso de Carmen López Iglesias, que escapó con sus padres y cinco hermanos más, desde Salobreña. Ella era la más pequeña e iba cogida de la falda de su madre, que estaba embarazada. Llevaban un burro cargado con algunos alimentos, la máquina de coser de su madre y un cuadro de la Virgen: “Todo lo demás tuvimos que dejarlo en casa, pues no nos dio tiempo a cargar más cosas. Tuvimos que salir corriendo”. Carmen contó a los jóvenes que caminaban de noche, entre los maizales, para no ser vistos por la marina franquista que bombardeaba desde la costa, y, sobre todo, por los aviones nazis, aliados de Franco, que ametrallaban a los refugiados: “Sentíamos los aviones, tiros y la gente chillando. Mis padres intentaban protegernos. Veíamos a mucha gente huyendo”.

Los estudiantes han conocido a Queipo de Llano, responsable de este crimen contra la humanidad, que puso en marcha una campaña de terror radiofónico con la que provocó el pánico de la población. Todavía se recuerdan sus soflamas infames, desde los micrófonos de Radio Sevilla, en las que amenazaba con fusilar y violar: “Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombre de verdad – vociferaba Queipo -. Y, a la vez, a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora, por lo menos, sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen o pataleen”.  Los jóvenes no entienden cómo este criminal de guerra sigue todavía enterrado, con todos los honores, en la Basílica de la Macarena, frente al Parlamento de Andalucía.

También he hablado con ellos del doctor Norman Bethune, el médico canadiense que, al conocer la masacre, acudió con su ambulancia y salvó a centenares de víctimas, familias enteras con niños y ancianos. Un médico solidario que ejerció también como reportero gráfico, dejándonos unas fotografías impresionantes para que nadie pueda, nunca jamás, negar aquel crimen. Disponemos, además, de su maravilloso diario, en el que nos describe las escenas de terror: “Yacían hambrientos en los campos, atenazados, moviéndose solamente para mordisquear alguna hierba. Sedientos, descansando sobre las rocas o vagando temblorosos sin rumbo. Los muertos estaban esparcidos entre los enfermos con los ojos abiertos al Sol”. Norman Bethune, también conocido como el héroe de la Desbandá, tiene por fin un monumento en el paseo marítimo de Motril.

Queda mucho por hacer

A pesar de estos avances, todavía queda mucho por hacer en el ámbito educativo. Tengamos en cuenta que entrar en un Instituto no es tarea fácil. Hay que contar con la complicidad de algunos profesores comprometidos, pues la mayoría no quieren complicarse la vida. Por supuesto, las puertas de los centros escolares religiosos, a pesar de estar subvencionados con dinero público, permanecen herméticamente cerradas a la Memoria Democrática. Y cuando permiten entrar en un centro escolar, es porque algún profesor nos cede su hora de clase o como actividad extraescolar. Una vez en el aula, compruebo enseguida el brutal impacto de la desmemoria.

En un Instituto pregunté a los estudiantes si sabían lo que era La Desbandá: de un centenar, sólo dos levantaron la mano para confesar que habían oído algo en casa. Y es que sus familias, que sufrieron la represión de la dictadura y el olvido de la transición, prefieren no hablar. El silencio pudo estar justificado en los años 80, cuando había peligro de golpe militar. Sin embargo, desde el año 2007, con la primera Ley de Memoria Histórica y la democracia ya consolidada, no tiene justificación.

Cuesta creer que, después de 40 años de democracia,  la inmensa mayoría de nuestros escolares aún tengan este desconocimiento sobre nuestra historia reciente. Es la consecuencia del pacto de silencio y olvido que hubo en la Transición que, en nombre de una falsa reconciliación, les negó el derecho a estar informados. Ese pacto por la desmemoria ha provocado que nuestros jóvenes sean hoy vulnerables a la influencia de grupos ultraderechistas como Vox, pues desconocen las consecuencias del fascismo cuando llega al poder.

El movimiento memorialista lleva 18 años pidiendo que la Memoria Histórica entre a formar parte de los planes de estudios, pero la Junta de Andalucía todavía no ha cumplido su compromiso. En estos años, no ha habido voluntad política por parte del PSOE para que la memoria entre en la escuela. Y ahora, con un gobierno de derechas, sometido al chantaje de Vox, nos tememos lo peor, un retroceso en las aulas al nacional-catolicismo. Ante la amenaza de la contra-memoria, es necesario, más que nunca, un profesorado comprometido con la Memoria Democrática

Un Instituto francés  ha incluido la Memoria Histórica en su viaje de estudios y me pidió que hiciera una visita guiada por los lugares lorquianos. Me emocionó ver cómo un centenar de estudiantes franceses se interesaba por conocer los trabajos de excavación de las fosas comunes, la búsqueda, recuperación e identificación de los desaparecidos, y los homenajes a las víctimas del franquismo.

En cinco años, ya son 500 los estudiantes franceses que han vivido esta experiencia. Sin embargo, la Memoria Democrática sigue siendo una asignatura pendiente en el sistema educativo andaluz. Esperemos que pronto podamos hacer  visitas guiadas como ésta con nuestros propios estudiantes. Y con este objetivo didáctico, que considero una prioridad, hay que reivindicar también que la carretera de Málaga a Almería sea declarada Sendero de la Memoria.