Mientras el levante arrecia en los alcornocales del sur andaluz, en los bares, en las plazas de sus pueblos, se componen los tratos para la cosecha del corcho del próximo verano. En estos meses los miembros más militantes de la Asociación de Corchero y Arrieros de Andalucía (ACOAN) recorren cada rincón de las sierras gaditano- malagueñas coordinando las propuestas y las acciones de unas poblaciones que el verano pasado demostraron la importancia de la unidad en la acción para la defensa ambiental de sus territorios.
Los integrantes de ACOAN son hombres y mujeres cuyas economías dependen de las prácticas relacionadas con su entorno forestal. Estos sectores agrarios aguantaron las transformaciones propiciadas por el cambio de orientación productiva de sus montes en la segunda mitad del siglo XX, que redujo los usos agrarios en favor del aprovechamiento cinegético y propició el cierre de las grandes fincas, alentando el éxodo migratorio. También sufrieron las tensiones generadas por la implantación de las políticas conservacionistas, que lejos de valorar la importancia de los saberes locales a la hora de determinar la gestión de estos “espacios naturales”, los invisibilizó, recreando la falsa idea de una naturaleza que debía ser protegida de sus propios moradores. Ellos son los que hace ya casi dos años ampliaron las alarmas sobre la decrepitud en la que se encuentran los alcornocales incluidos en los Parques Naturales de Los Alcornocales, El Estrecho, Grazalema y Sierra de las Nieves, que además forman parte de la Reserva de la Biosfera Intercontinental del Mediterráneo Andalucía – Marruecos, declarada en 2006 por la UNESCO. Tras tres décadas de políticas conservacionistas denuncian la intensa deforestación de unas arboledas que además de estar envejecidas, no son sustituidas por nuevas plantaciones, soportando el sobrepastoreo que provocan las especies cazables. Unas masas forestales donde “la seca” acaba cada año con centenares de hectáreas arboladas. Estimulada por múltiples factores (cambio climático, aparición de hongos, lluvias ácidas…) los sectores agrarios locales atribuyen esta “enfermedad” a la pésima gestión realizada en estos montes tanto por sus propietarios, como por las administraciones públicas competentes.
Los sectores agroforestales de estas comarcas se saben poseedores de destrezas artesanales imprescindibles para realizar labores que, como las relacionadas con la extracción de “la corcha”, requieren de un elevado grado de conocimiento y rigor. Descendientes de los carboneros, aguadoras, taladores, ceperos, leñadoras, arrieros y corcheros… estos “camperos y camperas” reivindican, hoy, y de forma activa a través de ACOAN, sus saberes de especialistas para gestionar con eficiencia, cuidado y mimo su entorno. Entienden que su aportación como especialistas locales es clave para paliar las problemáticas ambientales. Por lo que proponen una intensa reforestación, controlar la carga excesiva de herbívoros, así como transformar la manera de ejecutar los descorches.
El año pasado los corcheros y arrieros lograron incrementar los salarios, disminuyendo a su vez los desenfrenados ritmos destajistas. Los efectos positivos fueron evidentes, tanto en la ejecución de estas delicadas operaciones, como en las propias condiciones laborales. Como nos comenta Juan, miembro de la Junta Directiva de ACOAN quedan muchos pasos por andar: reconocimiento oficial del descorche como saber artesanal, incorporar a aprendices y mujeres en una actividad tradicionalmente masculinizada, replantar con bellotas, controlar las cargas de venados, gamos, muflones… ese “ganao no pastoreao”, etc. Saben que sin su participación a la hora de decidir la gestión y de realizar las prácticas forestales, difícilmente podrán revertirse las amenazas que se ciernen sobre este inmenso mar verde. Y son conscientes también que han de aunar esfuerzos y estrategias con otros sectores para lograr el objetivo final: mantener vivos sus alcornoques.
Hoy, en la Andalucía Meridional, ACOAN toma el testigo de las luchas jornaleras de ayer. La horizontalidad organizativa de la asociación, la importancia de las relaciones personalizadas para el compromiso colectivo, el buen uso de las redes sociales- sobre todo “del WhatsApp” que aporta fluidez y privacidad en la distribución de información sensible, además de inmediatez para la coordinación de acciones -, los contenidos discursivos relacionados con la dignidad, la no asunción de la inferioridad… son aspectos que caracterizan a esta asociación y que sólo son entendibles teniendo en cuenta el contexto cultural en el que se incardina y el momento histórico que vivimos. Por ello, sus reivindicaciones lejos de referirse al plano exclusivamente laboral, cobran sentido en el ámbito ambiental, uniendo las reivindicaciones históricas jornaleras andaluzas a las del movimiento ecologista y ambientalista. Porque como en otras partes del planeta, el conflicto ambiental, también aquí, está protagonizado por los sectores que íntimamente moldean las realidades ecofísicas de las que forman parte indisociable. Hombres y mujeres andaluzas que defienden, con la inteligencia y los medios actuales, la pelea por otro mundo posible, desde una relación con un medio vivo presidida por el respeto, la dignidad, el cuidado y el mimo.