Los nuevos amos del campo andaluz

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La economía capitalista necesita de la escasez para obtener beneficios. De la abundancia no se obtienen beneficios empresariales. Los problemas medioambientales generan escasez y, con ella, nichos de negocio. Al mismo tiempo que genera destrucción medioambiental, la economía capitalista crea oportunidades para ganar dinero. En palabras de Francesc Reguant[1], “el mundo se está preparando para la gran batalla de los recursos naturales, y la tierra es uno de los recursos cada vez más escasos y buscados.” Los especuladores son muy conscientes de ello y han empezado a invertir en este bien o “activo”, incrementando su “cotización”[2]. Es decir, la pérdida de suelo fértil provoca que el terreno agrícola productivo aumente su precio en los mercados capitalistas. La inversión en tierra se convierte de este modo en un “activo rentable” para los fondos financieros especulativos. Esta llegada al campo de la lógica especulativa financiera provoca, a su vez, una “superintensificación productiva” y, con ello, un mayor deterioro ecológico. El “círculo vicioso” está servido.

Las proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) indican que dentro de 30 años cerca de 10.000 millones de personas habitarán nuestro planeta, unos 2.000 millones más que ahora. Se estima que para que haya comida para todas las personas en 2050, la agricultura necesitará producir el doble de alimentos con respecto a 2012, año de referencia escogido para esta estimación. Según el mismo estudio de la FAO, el aumento de la intensificación de las tierras de cultivo existentes se ve limitado por la erosión del suelo, el agotamiento del carbono, los nutrientes y la biodiversidad del suelo. El tratamiento de los fertilizantes inorgánicos no solo ha empeorado la salud del terreno sino que ha contribuido a la contaminación de las aguas dulces. Mucha agua que se usa en el riego no se consume en los cultivos y no se evapora, sino que se drena y llega a las fuentes subterráneas o a algún tipo de embalse o lago. La utilización de pesticidas y fertilizantes hace que esa agua esté contaminada[3].

Podríamos sintetizar la situación como el “círculo vicioso de escasez, rentabilidad financiera y deterioro ecológico”. La destrucción medioambiental, la degradación de los suelos y la contaminación de las aguas generan escasez y, de este modo, la oportunidad de negocio o generación de beneficios para el capital. Esta situación impulsa las inversiones especulativas en el campo de los fondos financieros especulativos que, a su vez, dan lugar a la intensificación de las prácticas agrícolas más destructivas lo que aumenta el deterioro medioambiental y la escasez. Mientras peor para la Vida, mejor para el Capital[4].

El agronegocio financiero, la política monetaria y los agentes especulativos

En los últimos 15 años, los fondos de inversión especulativos se han lanzado a comprar fincas agrícolas y empresas del sector primario y agroindustrial en todo el mundo. El campo como activo alternativo al tradicional ladrillo que ofrece una alta rentabilidad con relación al riesgo, se convierte en un paraguas contra la inflación y está alejado de los sobresaltos de los mercados financieros. En los últimos años, se ha multiplicado por 10 el número de inversores que compran terrenos agrícolas, y por 15 los que entran en empresas agroalimentarias[5].

Estos fondos especulativos se han beneficiado de una determinada política monetaria impuesta en los últimos lustros por esas instituciones “neutrales” que son las autoridades monetarias o Bancos Centrales. La puesta en marcha de la “máquina de hacer billetes” ha dotado de una enorme cantidad de “munición” a diversos agentes financieros. Lo explicamos.

Tras la crisis de 2008 se pusieron en marcha las llamadas “políticas monetarias no convencionales”, siendo las principales la “flexibilización cuantitativa” (Quantitative Easing, QE). La política de QE consistió en inyectar dinero en el sector financiero con el fin de crear suficiente dinero en efectivo en los bancos para prestar y mantener los tipos de interés cerca de cero (o incluso por debajo). Posteriormente, la crisis inducida y agravada por la pandemia mundial de covid-19 provocó que los bancos centrales ampliaran sus programas de compra de activos, así como inyectaran ingentes sumas de liquidez al sistema financiero. Para autores como Chesnais, la QE se trata de un eufemismo que designa la creación de moneda que en otro tiempo se conocía como poner en marcha la “máquina de hacer billetes”. Esta política ha dotado de una enorme cantidad de “munición” a diversos agentes financieros.

Andalucía: la tierra para quien especula

Andalucía está siendo víctima de esa munición financiera. Con la pandemia del Covid-19, las inversiones de capital foráneo en la agricultura andaluza aumentaron. Los fondos de capitales buscan en Andalucía fincas “buenas y grandes”, de 500 hectáreas o más, y con posibilidades de regadío, fundamentalmente para cultivos leñosos[6]. En 2021, según el Instituto Nacional de Estadística, Andalucía se situó a la cabeza de las comunidades autónomas españolas en la lista de compraventas de fincas rústicas, con 2.211 operaciones. Durante 2022 se alcanzaron las cotas más altas de los últimos 15 años en las compraventas de fincas rústicas, según los datos que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE). Estos fondos están detrás de las operaciones de mayor envergadura y de la mayor parte de las nuevas plantaciones, superintensivas o intensivas casi al 100%.

Las entradas de capital también son muy fuertes en empresas que formen parte de la cadena de valor agrícola o en la industria agroalimentaria andaluza. Es el caso de la conservera ALSUR. Los fondos de inversión Acon Southern Europe y Quarza Inversiones se han hecho con la mayoría de Sola de Antequera, empresa especializada en la fabricación de conservas vegetales, principalmente de alcachofa, judías, habitas y pimientos.

El traspaso de tierras de manos de los agricultores a los fondos está provocando cambios en la configuración del campo. Hay menos explotaciones agrarias, cada vez más grandes y menos familiares. En Andalucía, los fondos son los “nuevos terratenientes”[7]. Los agentes especulativos tienen en cuenta tres factores “que están disparando el interés inversor”: el agua, las energías renovables y la cercanía a los grandes núcleos urbanos. Esos tres factores están relacionados con tres usos distintos: el puramente agrícola, el relacionado con las nuevas megaplantas de energías renovables, y las puramente especulativas para ocio.

En el marco de la actividad agraria, el objetivo, según un agente financiero, es “generar economías de escala y mejorar el retorno de la inversión mediante técnicas de cultivo intensivas y superintensivas”. Para ello hay un factor determinante a la hora de invertir y es la seguridad en el abastecimiento de agua. Ante la escasez de agua, el gasto público “neoliberal” del gobierno andaluz se presta al servicio del capital. Ante las necesidades del gran capital que «buscan fincas muy grandes, de 200 hectáreas, que estén bien comunicadas o cerca de autovías y con agua», la Junta de Andalucía se anunció en octubre de 2022 la puesta en marcha del “Plan SOS” (de soluciones y obras frente a la sequía), que contará con una inversión de 4.047 millones de euros para impulsar obras hídricas hasta el año 2027[8].

Respecto a las nuevas megaplantas de energías renovables, el neoliberalismo andaluz tampoco está siendo “neutro”, sino que está interviniendo a favor de los intereses de las grandes empresas energéticas. Estas grandes corporaciones pertenecientes al “oligopolio energético” están llevando a cabo una apropiación y acaparamiento de tierras en muchos pueblos de Andalucía para instalar megaplantas que apenas dejarían beneficios para el conjunto de la economía y población local. Ante esta situación, decenas de ayuntamientos se organizaron para presentar una Iniciativa Legislativa de los Ayuntamientos (ILA) ante el Parlamento de Andalucía para suspender temporalmente el “tsunami de megaproyectos”, iniciativa que fue frenada por el gobierno andaluz. La intervención pública en este ámbito da lugar a hablar de “burbuja especulativa con las cartas marcadas” pues las promotoras juegan con la declaración de utilidad pública y, en última instancia, conseguir que el Estado expropie los terrenos[9].

Hay alternativas

Frente a todo lo anterior, hay alternativas que se pueden englobar en el concepto de “común”, la economía política de los comunes o la economía social transformadora. Un común reúne a coproductores que actúan conjuntamente dándose a sí mismos reglas colectivas. La economía política de los comunes hace de la cooperación el antídoto contra la lógica capitalista. Es ahí donde se pueden enmarcar dos alternativas de economía social transformadora que a continuación se muestran, y que hacen frente a los procesos anteriormente descritos.

Por un lado se encuentra el proyecto cooperativo de Marinaleda, experiencia que ha resistido a las relaciones capitalistas de poder asimétricas que destruyen los bienes comunes. La planificación pública-comunitaria del proyecto cooperativo siempre se ha guiado por realizar actividades productivas que permitan generar el mayor número de jornales posibles. La gestión (cooperativa) no tiene por finalidad la maximización de los beneficios o aumentar los salarios de unas determinadas personas, sino alcanzar los objetivos planificados de crear el máximo número de empleo posible para el pueblo[10].

Uno de los elementos fundamentales del proyecto es la consideración de la tierra como un bien común; la tierra, por la que se luchó colectivamente, no debe ser privatizada, mercantilizada. Para ello, se apuesta por la creación de una fundación, como herramienta jurídica que permite el marco jurídico vigente, para imposibilitar la privatización de la tierra; que la haga indivisible, invendible, inespeculable y gestionada por la cooperativa de Marinaleda.

Todo lo anterior ha provocado la intervención “neoliberal” del gobierno andaluz. La oferta de compra de la tierra por parte de las cooperativas para posteriormente vincularlas a una fundación recibió como respuesta una orden de desalojo[11]. Con ello, la Junta de Andalucía quiere poner en el mercado las 1.200 hectáreas de la finca de El Humoso. Tal como se ha explicado más arriba, ofertas de fondos especulativos no les va a faltar. Frente a la creación de empleo y riqueza para todo un pueblo y su comarca, la intervención neoliberal cumplirá con su objetivo: la creación de beneficios para el capital subordinando la Vida.

La otra experiencia de construcción de un “común” o economía social transformadora que queremos mostrar es la creación de la Comunidad Energética Local de Alcalá del Valle. Desde Octubre de 2021 se ha iniciado un proceso para fomentar la creación de una Comunidad Energética Local. Se trata de una “persona jurídica basada en la participación abierta y voluntaria, efectivamente controlada por socios o miembros que sean personas físicas, pymes o entidades locales, que desarrolle proyectos de energías renovables, eficiencia energética y/o movilidad sostenible que sean propiedad de dicha persona jurídica y cuya finalidad primordial sea proporcionar beneficios medioambientales, económicos o sociales a sus socios o miembros o a las zonas locales donde operan, en lugar de ganancias financieras.” El proceso tiene como fin crear una cooperativa de consumo energético que permita la participación abierta y voluntaria, el control efectivo por las personas socias y la priorización absoluta de los beneficios medioambientales y socioeconómicos de la ciudadanía frente a las ganancias financieras. A partir de ahí, se están realizando los estudios técnicos y financieros para poder generar la infraestructura necesaria para generar la energía que requiere la localidad. En este sentido, la infraestructura que generará la energía a partir del sol se considera como un bien común gestionado de modo cooperativo y con una propiedad colectiva.

En ambos casos, tanto en Alcalá del Valle como en Marinaleda, el objetivo es construir procesos y experiencias de uso o apropiación de la tierra y la energía que apuesta por un control social cooperativo-colectivo frente a la especulación y propiedad privada propia de la economía capitalista. Porque hay que para el secular expolio de Andalucía, porque ya es hora de reivindicar la necesidad de poder gestionar nuestros propios recursos de modo colectivo y democrático. Porque, como dice la letra flamenca de J.L. Ortiz Nuevo: “Yo no quiero na de nadie/ yo sólo quiero lo mío:/ aquello que me robaron/ antes de haber nacío.”

 

[1] Presidente de la Comisión de Economía Agroalimentaria del Col·legi d’Economistes de Catalunya. Fuente: https://www.lavanguardia.com/economia/20221205/8633301/suelo-tierra-dia-mundial-economia-negocio-planeta.html

[2] En el mismo sentido, también compran tierra países como China o Arabia Saudí, sobre todo en África, o bien llegan a acuerdos de suministro de alimentos para poder hacer frente a posibles crisis de suministro futuras. Fuente: https://www.lavanguardia.com/economia/20221205/8633301/suelo-tierra-dia-mundial-economia-negocio-planeta.html

[3] Fuente: “El estado de los recursos de tierras y aguas del mundo para la alimentación y la agricultura. Sistemas al límite” (SOLAW 2021). https://www.fao.org/3/cb7654es/cb7654es.pdf

[4] Véase la entrevista de Raúl Bocanegra a Manuel Delgado: «El capital financiero le ha declarado la guerra a la vida». En red https://www.publico.es/sociedad/manuel-delgado-economista-capital-financiero-le-declarado-guerra-vida.html#md=modulo-portada-fila-de-modulos:2×3;mm=mobile-big

[5] Según datos proporcionados por la consultora inmobiliaria CBRE

[6] Con buena parte de la actividad económica seriamente afectada por la pandemia, el olivar aumentó en 2021 su superficie en Andalucía en más de 10.000 hectáreas (cerca de un 2%, para una superficie total de 1,6 millones de hectáreas).

[7]“Los fondos son los nuevos terratenientes del campo español”. Artículo en El País de Sandra López Letón  de diciembre de 2022.

[8] «Plan SOS» de la Junta: 4.000 millones de inversión para la lucha contra la sequía en Andalucía. Radio Sevilla. Octubre 2022

[9] Destaca la labor realizada por diversos colectivos ecologistas o creados expresamente ante esta situación, como Aliente (https://aliente.org/tag/andalucia) o la web la “Ruta de la Placa” andaluza, donde se da información sobre los  más de 1.000 proyectos en Andalucía.

[10] Datos ofrecidos por la cooperativa: En los años 2.017, 2.018, 2.019 y 2.020 se han creado 18.456 jornales anuales en la finca El Humoso, y 4.464 jornales en la fábrica de productos agroalimentarios.

[11] https://www.elsaltodiario.com/marinaleda/marinaleda-del-latifundio-publico-a-la-tierra-colectiva