Más de 30 colectivos sociales y vecinales, con el apoyo de sindicatos y partidos políticos, han organizado en la ciudad de la Alhambra la Cumbre Social para exigir que la Unión Europea tenga voz propia y deje de estar al servicio de los intereses de Estados Unidos.
Estos colectivos se han manifestado con el lema: «Otra Granada y otra Europa son posibles», pero este lema es incompleto. Han olvidado que «Otra Andalucía, también es posible». Una Andalucía sin las bases militares de Rota y Morón, al servicio de la OTAN. Sin el cementerio nuclear de El Cabril, en Córdoba, destinado a almacenar la basura radiactiva que nadie quiere. Una Andalucía que deje de ser subalterna y dependiente para que nuestros jóvenes no estén condenados a la precariedad laboral o se vean obligados a emigrar de nuevo a Europa, como ya hicieron sus abuelos en los años sesenta. En definitiva, una Andalucía que deje de ser utilizada como colonia interior para que nadie decida por nosotros.
Esta cumbre alternativa ha sido la respuesta a la cumbre oficial de la Unión Europea, que ha reunido a casi 50 jefes de Estado y de Gobierno en la antigua capital nazarí. Ninguno de ellos me representa, pues son portavoces de la Europa más conservadora, al servicio de la gran banca y las multinacionales, un imperio financiero que pretende convertir al viejo continente en una fortaleza inexpugnable para migrantes y refugiados. Y entre ellos, cada vez tienen más peso los presidentes de países como Hungría o Polonia que se declaran abiertamente de la extrema derecha, racista y xenófoba, y han sido capaces de impedir, con su derecho a veto, un acuerdo sobre inmigración. Éste ha sido uno de los fracasos de la Cumbre. Es la Europa de los mercaderes, cada vez más alejada de la Declaración de los Derechos Humanos, pues da más valor a las mercancías que a las personas.
Resulta paradójico que hayan elegido la Alhambra para inmortalizar este cónclave insolidario, pues recordemos que el monumento nazarí representa todo lo contrario, la convivencia de musulmanes, judíos y cristianos, durante la civilización de Al-Ándalus. Todo un símbolo de diálogo intercultural y respeto a las minorías, incompatible con la Europa excluyente que ocupó el pasado 6 de octubre el palacio nazarí.
Sus señorías han salido sonrientes en la foto de familia, pero no entiendo de qué se rien, pues con sus Leyes de Extranjería han logrado que el Mediterráneo sea la mayor fosa común del mundo. El Mare Nostrum se ha convertido en un matadero, pues sólo en lo que va de año, casi dos mil personas han muerto ahogadas, cuando intentaban llegar en patera. La costas andaluzas forman parte de este escenario macabro. Y lo que está pasando en nuestras costas no podemos llamarlo tragedia, sino un genocidio inducido por leyes injustas que vulneran los derechos humanos.
Sus señorías son capaces de entregar millones de euros a Marruecos o a Turquía, países que violan la legalidad internacional, para que hagan el trabajo sucio. Es decir, devoluciones en caliente de migrantes y refugiados, que no respetan el derecho de asilo.
Y tampoco tienen escrúpulos a la hora de apoyar a gobiernos corruptos en África, para que las multinacionales del continente blanco sigan saqueando las recursos naturales del continente negro. Es el caso de Burkina Faso, Malí o Níger, donde la sociedad civil, decepcionada con la presencia francesa, ha apoyado tres golpes de Estado. Culpan a los franceses de mantener relaciones neocoloniales con los mandatarios locales, que se enriquecen a costa de la población.
La Cumbre de la Alhambra ha debatido también sobre la guerra, entre Estados Unidos y Rusia, que se libra en territorio ucraniano. Cada vez parece más próxima la entrada de Ucrania en la Unión Europea, que será el paso previo para su futuro ingreso en la OTAN, bajo control de Estados Unidos. Esta incorporación no nos acerca a la paz. Al contrario, supondría una escalada en el conflicto con Rusia, que nos alejaría de cualquier salida diplomática. El propio Sarkozy, expresidente francés, ha calificado la más que probable entrada de Ucrania en la OTAN como «una provocación a Moscú».
La Unión Europea debería mediar para buscar una solución pactada al conflicto. Menos misiles y más palabras. Lo deseable sería la neutralidad de Ucrania a cambio de su integridad territorial. Sin embargo, no será así, pues la Cumbre de Granada ha aprobado más fondos para alimentar la guerra. Es un despropósito que Pedro Sánchez haya convocado esta cumbre belicista en la antigua capital nazari, pues ha dañado la imagen exterior de la ciudad de la Alhambra, que debe ser un símbolo mundial para la Paz.
Granada Abierta en la Cumbre Social
Granada Abierta se sumó a la cumbre alternativa para decir que es posible construir otra Europa de los pueblos, que vuelva a ser solidaria y baluarte en la defensa de los derechos humanos, en la que Andalucía se declare tierra de acogida.
Por cierto, con la excusa de la seguridad, la autoridad gubernativa impidió la gran manifestación de protesta que la Cumbre Social habia convocado por el centro de la capital granadina. Mandó a los manifestantes lejos del Palacio de Congresos para que no molestaran a sus señorías. Una actitud antidemocrática que vulneró el derecho de reunión y la libertad de expresión.
A pesar de todo, la ciudad de la Alhambra se llenó de actividades y movilizaciones para decir que otra Europa es posible. Los participantes en la contracumbre pidieron resoluciones firmes y eficaces para hacer frente al cambio climático, causante de esta prolongada sequía que ha puesto en estado de alarma a nuestros agricultores. También reclamaron a sus señorías que atiendan las demandas de los ecologistas, que han entregado 260.000 firmas en Bruselas para que frene el mayor «atentado ecológico» que amenaza al Parque Natural de Doñana.
La Cumbre Social ha exigido, por último, una Europa que busque un acuerdo de paz para poner fin a esta locura. Una Europa que no se deje arrastrar por Estados Unidos y Rusia a una peligrosa guerra de desgaste, que está desangrando al pueblo ucraniano. La llamada cumbre alternativa ha dicho basta ya a una política de rearme mundial, que provoca hambruna en África, recorte de gastos sociales y un agravamiento de la crisis energética, que nos lleva al precipicio.