El pasado mes de febrero, en un pueblo de la campiña sevillana gobernado por un partido de izquierda, se programó una jornada denominada “Emprendimiento y empresa”. En dicho programa estaban todos y cada uno de los ingredientes del desarrollo local neoliberal o neoliberalismo territorial, es decir, de las estrategias y políticas que se han impuesto en las localidades andaluzas en las últimas décadas.
Esas estrategias, aunque consideren al empresario, perdón “emprendedor”, como el principal generador de riqueza (el nuevo héroe social), siempre son avaladas e impulsadas por la administración pública (las “ayuditas” nunca vienen mal). El neoliberalismo, también el territorial, supone un nuevo modo de intervención pública, nunca una estrategia que deje al Estado al margen de la economía. Estas estrategias indican que “Tu proyecto eres tú”. “Coach” especializados muestran la relevancia de lo individual, de cómo una persona desempleada de un pueblo con altas tasas de desempleo tiene una enorme responsabilidad en su situación. Y es que cada persona debe actuar como si se tratara de un proyecto empresarial en sí mismo y “activarse”, pues su situación en gran medida se debe a su cierta “pasividad” y falta de aprovechamiento de sus cualidades; a su incapacidad para “ponerse en valor” y ser más empleable. Asimismo, es muy importante el networking, el capital relacional, el capital humano, el capital social y hasta el capital religioso (si no sabéis qué es este último, no os preocupéis que si se lo proponen, lo nombraréis sin hasta sin querer). En fin, que todo capital es bueno para, precisamente, no mirar de frente al capitalismo, al contexto socioeconómico que nos expulsa del juego y, al mismo tiempo, nos culpabiliza de nuestra situación.
Amador Fernández-Savater resumió hace unos meses en qué consistió el 15M en los siguientes dos puntos. Por un lado, en “una dinámica de autoorganización popular” entendida no como “un movimiento referido a un sujeto preconstituido (la clase obrera, etc.), sino un proceso de ‘creación de pueblo’. Porque es la acción colectiva la crea un pueblo y no al revés.” Por otro lado, el 15M supuso “un efecto de re-sensibilización social” que consistía en cambiar “la victimización, el resentimiento, la competencia y el sálvese quien pueda” por “la activación social, el empoderamiento, la empatía y la solidaridad.”
Igual ha llegado el momento de las políticas municipalistas que desean transformar las cosas, las otras ya tiene el desarrollo local neoliberal, busquen “una dinámica de autoorganización popular” y de “creación de pueblo”, así como estrategias que ponen en el centro “la activación social, el empoderamiento, la empatía y la solidaridad”. Y todo ello desde la economía, desde el ámbito de la subsistencia material. Para ello es necesario transformar la política económica, el modo de entender cómo cambiar la economía, tanto desde el poder como desde el “campo social de fuerzas”.
En este marco se pueden encuadrar las “15 Medidas de Economía Social y Solidaria para los municipios” propuestas por la Red de Economía Solidaria de Cataluña (XES). Unas medidas que impulsan otro modo de hacer que conjuga actividad económica, arraigo local y transformación social, a partir de una economía centrada en la sostenibilidad de la vida y la resolución equitativa de las necesidades humanas. Medidas para la transformación socioeconómica local que impulsen espacios para la promoción económica de proximidad, la gestión cooperativa i/o comunal del patrimonio colectivo. Y todo ello sabiendo que para garantizar el cambio socioeconómico hay que trabajar el cambio cultural y educativo a largo plazo, asesorar y acompañar a las nuevas iniciativas socioeconómicas colectivas y apoyar la intercooperación, el mercado social local y el consumo responsable.
En este sentido, desde los municipios se debe fomentar la compra y contratación pública socialmente responsable; hacer que las municipalizaciones y cooperativizaciones de servicios públicos dejen de ser noticia y pasen a ser algo normal; impulsar la soberanía alimentaria, energética, residencial y tecnológica. Y es que para democratizar la sociedad del conocimiento y hacer que el capitalismo de plataforma sea colaborativo es necesario que los gobiernos municipales reconozcan el espacio público digital como un espacio de gestión comunitaria y se promueva el cooperativismo de plataforma.
Hablamos de transformar la política económica local para hacerla transformadora. Y para ello, no es posible dejar de lado la sostenibilidad de la vida y el bienestar de las personas por lo que se deberá basar en los supuestos de las economías feministas, es decir, que la reproducción es economía y que valorizar el ámbito reproductivo, poniendo la vida y los cuidados en el centro de la economía, es esencial para construir alternativas al capitalismo.
En fin, que estaría muy bien que la esfera de la representación municipalista andaluza transformadora interiorizara esta política económica local si quiere, como dice Amador, “complejizarse y repensar-rehacer su engarce con la intervención en la vida social. Porque es ahí donde se crea pueblo, se modulan los afectos colectivos y se cambian las cosas.”