Adiós Gorita

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Hoy, 6 de noviembre de 2022, se cumple un año de la muerte de mi amigo Gora. Una persona increíble que se fue de este mundo de un día pa otro.

A Gora le tocó nacer al otro lao del charco, en una familia humilde de muchos hermanos.

Soñó con venir a España. Al no tener un papel que le permitiera cruzar la frontera legalmente tuvo que inventarse otra forma de entrar.

Soñó con vivir como las personas a las que veía, pero al no tener un papel que le permitiera trabajar tuvo que inventarse otras formas.

Soñó con que le iba a salir bien la jugada pero lo pilló la policía, y al no tener un papel que demostrara su minoría de edad le tocó comer talego con 17 años.

Soñó con que lo iban a sacar pronto, pero al juez no le gustó ninguno de los papeles que le pusimos en la mesa y le tocó vivir en la cárcel hasta los 22 años.

Soñó con que las cosas le iban a ir mejor al salir, pero al no tener papeles no había puerta que se le abriera. Ni siquiera cuando llamó al albergue de acogida para no dormir en la calle.

Gora y Cherra.

Gora murió un 6 de noviembre a las 11 de la noche cuando la furgoneta en la que dormía salió ardiendo en circunstancias que la policía no se preocupó demasiado por investigar, quizá por no tener papeles de ciudadano de primera.

La noticia de su muerte ocupó dos párrafos en los diarios. “Hallan un muerto en una furgoneta ardiendo en Málaga”. Un cadáver sin historia, una cifra, un nadie, un cuchicheo de barrio que se olvida pronto.

La familia de Gora tardó meses en poder enterrarlo. El aparato burocrático no fue especialmente eficaz en la repatriación de su cuerpo, quizás también por no tener un papel de ciudadano de primera.

La historia de Gora es dura, pero hay que contarla, porque refleja el racismo institucional que sigue existiendo. Tal día como hoy, en el que exhuman el cuerpo de un general franquista creo que es positivo pararse a reflexionar sobre el racismo, la xenofobia y la discriminación que siguen sufriendo muchas personas por parte de las instituciones del Estado.

No obstante, a pesar de todos los desequilibrios de su camino, a mi amigo Gora no le gustaba dar pena. Él era un superviviente, alegre y echao palante. Le gustaba contar chistes tras el cristal de la cárcel de El Puerto, hablar sobre su familia, salir de fiesta y dar volteretas en la piscina. Le brillaban los ojos al hablar sobre los planes que le gustaban y la gente a la que quería. A veces se le cruzaba el cable cuando le pasaba alguna movida, pero rápidamente trataba de reequilibrarse. Intentaba vivir sin odio, con el corazón ligero.

Ese mismo año se le habían muerto dos hermanas y una abuela. Siempre que hablaba de la muerte lo hacía con una calma y madurez admirable. Sentía que tenía bien claro que estamos aquí pa un rato, y discernía perfectamente lo que era importante en su vida de lo que no lo era. Tenía la mente libre y serena y ahí no había papel que le cerrara puertas.

Quería recordar a mi amigo en voz alta.

A mí me enseñó muchas cosas y me hubiera gustao que lxs colegas que no lo conocisteis lo hubierais podío conocer y lxs q si lo conocisteis lo hubierais conocío un poco más.

Descansa en paz Gorita. Que la tierra te sea leve.

Autoría: Cherra.