Un lugar único en el mundo

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Lothar Bergmann, en la Cueva del Moro, su hallazgo más importante. Foto tomada de lavozdelsur.es

Hoy es siempre todavía.

Antonio Machado

Lothar Bergmann fue una de  esas personas que certifican que para ser andaluz no necesariamente hay que nacer en esta tierra. Sí pelear y luchar por ella. Tuve la enorme fortuna de conocerlo hace ahora veinte años un día claro día de invierno, mientras protestaba okupando la Cueva del Moro, un lugar considerado como uno de los santuarios del arte rupestre del sur andaluz. En las paredes de arenisca se conservaban algunas pinturas paleolíticas. Esa mañana, con el rumor de fondo de las olas que rompían en la ensenada de Bolonia, contemplábamos un bajo relieve de una yegua preñá que databa del Magdaleniense. Me contó que tras recorrer como espeleólogo distintos abrigos y buscar pinturas, se había dado cuenta que también tenía que buscar bajos relieves, otra de las producciones artísticas de las personas que habitaron estos lugares desde el principio de los tiempos. Luego nos sentamos mirando a África y concretaba los motivos de su presencia en aquel lugar: frenar el vandalismo y como consecuencia el deterioro que sufría este tesoro del patrimonio arqueológico andaluz. Bajo la panza de la yegua se impregnaba con pintura blanca el nombre de un tal Luis que no había tenido otra ocurrencia para eternizarse. Me decía, que no abandonaría la cueva hasta que las autoridades competentes no cerraran el abrigo, y denunciaba la incompetencia y al desentendimiento de la administración andaluza hacia su patrimonio. Pocos días después, la presión que ejerció, junto con la de determinados  colectivos patrimonialistas y ecologistas de la comarca tuvo su eco mediático y la delegación de la entonces Consejería de Cultura dispuso que se protegiera con una enorme reja.

Con aquella subida a la Cueva del Moro conocí a un amigo cuya memoria tengo alojada en esa parte del corazón que sigue albergando a quienes nos dejan para siempre. También descubrí  la huella de nuestros antepasados más lejanos, sus creaciones artísticas que se amontonaban cueva a cueva, en una de las concentraciones más importante de manifestaciones rupestres de la humanidad.

La doctora en  geoarqueólogía María Guadalupe Monge Gómez mantiene que aquí, en el sur de Andalucía- en las comarcas del campo de Gibraltar, la Janda y algunos puntos de la Sierra de e Cádiz y la Campiñas de Jerez,- y en el norte del Magreb, donde cabalgan las areniscas del Aljibe, ocurren la reunión más densa del mundo de grabados y pinturas rupestres al aire libre. Unas creaciones artísticas que se desarrollan desde 40.000 años a.d.C., hasta la época histórica. Es decir, representan una concentración de manifestaciones, que la convierte en algo excepcional en el mundo. A través de ellas, no sólo podemos estudiar los sucesivos desplazamientos de sociedades cazadoras recolectoras, su distintas manifestaciones culturales, su paso a las sociedades neolíticas, sino que incluso se puede analizar, según los últimos hallazgos, la continuidad entre el Neardental al Homo Sapiens.

Cuando Lothar llegó a Tarifa y empezó a hacer nuevos hallazgos, en 1988, se conocían 88 abrigos rupestres en el sur de Cádiz. Sus aportaciones hicieron que se ampliaran a 210. “La ciencia con conciencia” decía Lothar y seguidamente apuntaba “si las autoridades no tienen conciencia hemos de registrar la existencia de las nuevas cuevas pero evitar que sepan dónde están hasta que no se determinen a protegerlas”.

Guadalupe, en las XXVI Jornadas de Historia y Arqueología celebradas esta primavera en Jimena de la Frontera, apuntaba, cómo Simón Blanco Algarín, otro andaluz de la zona, ya en 2019 había duplicado a 428 el número de abrigos conocidos y lo que era más importante, había encontrado en dos de las esas cuevas el negativo de unas manos, cuya autoría extendería temporalmente desde la prehistoria solutrense de Lothar (20000 años a.de C.) al arte Neardental, yéndonos a 40.000 e incluso 60.000 años de antigüedad. Guadalupe Monge mantiene que “la gran importancia del arte sureño reside en el hecho de que las manifestaciones prehistóricas realizadas en un periodo que duró casi 40000 años. Lo que permite contemplar, cambios de estilos, técnicas, evoluciones e influencias culturales”.   Comentaba también, cómo habíamos tenido que soportar a eruditos que negaban incluso la existencia de una prehistoria en Andalucía. Estos descubrimientos invitan a que se revise lo  escrito sobre la prehistoria de Andalucía, sobre su importancia, sobre nuestro ayer. Un patrimonio que necesariamente hay que proteger como primera medida, porque es importante hacer efectiva una conservación y mantenimiento, para poder tener mañana un lugar en el que investigar.

De nuevo la evidencia se revela. La Andalucía silenciada también en su pasado más remoto, a pesar de desconsiderarse e incluso negarse, pugna por que se reconozca. Aquí en un lugar que hasta antes de ayer era un puente entre dos continentes. Aquí, junto a una de las fosas comunes en activo más insaciables del mundo, yacen los restos de nuestros antepasados y sus impresionantes creaciones artísticas desde el principio de los tiempos. Lothar estaba convencido que el arte sureño, como él lo denominó, es algo excepcional y que como tal  lo reconocerían tras su muerte… En esa siguen un grupo creciente de andaluzas y andaluces, de  personas estudiosas que pelean desde el rigor por el reconocimiento de un lugar único en el mundo, donde los humanos dejaron su huella imborrable. En nuestra Andalucía y a pesar de los pesares, en esa siguen, sin desfallecer…