Es díficil escribir cuando en tu ser habita la tristeza más profunda mezclada con la rabia más intensa y el miedo más temblón.
El pasado 30 de diciembre, nuestro compañero y amigo Marcos, sufría un fatal accidente que acabaría de manera violenta y cruel con su vida. Perder la vida trabajando siempre será cruel, más aún cuando trabajamos para quienes jamás valoran todo lo que de nuestra vida dejamos a un lado para poder atender sus necesidades.
Un número más, un número menos. Aquí no se rinden homenajes, no se retiran camisetas que cuelgan de pabellones como en la NBA. Aquí, simplemente, se hace una limpieza de cutis para que la vida parezca que siempre triunfa y brilla, que la vida es dulce. Edulcorar, eso que tan bien sabe hacer el azúcar. Sin embargo, como bien saben en el sector azucarero, los edulcorantes nunca fueron buenos para la salud.
Marcos perdió la vida trabajando para Azucarera, en concreto para su factoría de Jerez de la Frontera. Sabemos que esta noticia no es del agrado de la empresa, pero es necesario que se sepa. Es necesario que se sepa porque en los últimos veinte años en esta fábrica han perdido la vida tres personas en el mismo departamento en el que la perdió Marcos (sin contar una grave explosión que dejó a un trabajador en coma durante varios meses). Es necesario que se sepa porque Azucarera parece querer esconder esta noticia y ése no es el camino para mejorar la seguridad en el trabajo. Para crecer, para aprender, hay que reconocer los errores y Azucarera, como toda empresa ligada al Capital, jamás reconoce sus errores, porque para Azucarera mostrar los errores es sinónimo de debilitamiento. Sin embargo, el débil en todo esto no es Azucarera, sino los trabajadores y las trabajadoras que siguen dejando sus vidas para que la empresa siga creciendo, siga ganando, mientras nosotros/as, seguimos perdiendo… hasta la vida.
Y es necesario que se sepa que Marcos perdió la vida trabajando para Azucarera en su factoría de Jerez de la Frontera por la poca vergüenza de la Dirección de esta fábrica (bajo esta misma Dirección van ya dos accidentes mortales en nueve años) y del Comité de Empresa de la misma, dos de los tentáculos de control de la empresa (posiblemente los principales medios de control), preocupados más en ocultar esta noticia por el bien de la posición de la marca en el mercado que en la seguridad de los trabajadores y las trabajadoras (recordatorio: tres accidentes mortales en 20 años).
El pasado miércoles 8 de enero, el Comité Intercentros de Azucarera convocaba un paro de 15 minutos a las puertas de entrada de todos los centros de trabajo de Azucarera en señal de duelo por la muerte de Marcos. Esta convocatoria se hacía a modo solidario con otra del mismo calibre que se convocaba desde el Comité de la fábrica de Jerez. Sin embargo, aunque las formas fuesen las mismas, está claro que el fondo debía ser distinto. Los 15 minutos de duelo en Jerez debían convertirse en un acto de protesta, en un acto de rabia, en un enfrentamiento cara a cara con la Dirección de empresa para decirles que queremos trabajar para ganarnos la vida, no para jugárnosla. A la convocatoria fueron invitados familiares y amigos de Marcos, sin embargo, la empresa no contaba con la presencia de medios de comunicación y con ese cariz de protesta en lo que aquello debía convertirse. Es por ello que el mismo miércoles 8 de enero, pocas horas antes de la concentración (convocada a las 12h.), Dirección de empresa y Comité decidiesen que en Jerez la concentración no se haría a las puertas de la fábrica, sino dentro de las instalaciones de la misma. Ante la sorpresa de los asistentes (entre la que se encontraban no sólo los trabajadores de la plantilla actual, sino también jubilados, familiares, amigos y personal ligado a la empresa ahora mismo en situación de desempleo) tomaron igualmente la decisión de invitar a estos a entrar en las instalaciones y asistir al acto de homenaje en lo que la Empresa quería convertir aquello, eliminando ese carácter de protesta al que antes hacía referencia. Con ello, además, evitaban la presencia de los medios de comunicación y, así, la propaganda de la denuncia. Y así transcurrió el trasfondo del acto, con una asistencia dividida entre quienes decidieron aceptar la invitación de la Empresa y entrar en sus instalaciones para rendir homenaje a nuestro querido Marcos, quienes decidieron no entrar e instar al resto de trabajadores a que no aceptaran las órdenes de la Empresa en un acto, recordemos, convocado por el Comité y no por la Dirección de la misma, y quienes no se enteraban muy bien de lo que realmente estaba pasando allí. Minutos después, el ambiente se caldeaba a las puertas de la fábrica. Aquellos que no entendían el porqué había que obedecer a esa orden de ocultar el acto, pedían al Comité que saliese a dar explicaciones, lo cual no ocurrió hasta que éste no se vio obligado por las circunstancias (hasta el punto de que fue un trabajador jubilado de esta planta quien fue en busca del Presidente del Comité para airearle sus vergüenzas y «sacarlo por las orejas y sentarlo frente a los medios», que allí seguían esperando información de todo lo que allí pasaba). Según el Presidente del Comité de la Azucarera de Jerez, el acto decidieron que fuese en el interior de la instalaciones de la fábrica al ser un acto íntimo de recuerdo. Esta circunstancia, sin embargo, no fue comunicada ni evaluada junto a amigos y familiares de Marcos, sino que fue una decisión de Comité y Dirección. Desde aquí, apuntarles a ambas partes (a Empresa y Comité), que los familiares y amigos de Marcos, lo recuerdan a él en la intimidad de sus casas y de lugares de reunión, no en el lugar en el Marcos perdió violentamente su vida. Movilizar a amigos y familiares a las puertas de ese lugar para escuchar a la Dirección de la Empresa hacer una limpieza de cutis, fue darles una nueva puñalada. Familiares y amigos de Marcos se movilizaron a las puertas de la fábrica para decirles que, una vez perdido lo que más querían, lo único que buscaban allí es exigir que no vuelva a ocurrir, que nadie tenga que perder a un familiar o amigo en esa mierda de trabajo. Sin embargo, no se les dejó. Se les introdujo como una trampa en las instalaciones y se les obligó a escuchar al Director de la factoría hablar de los esfuerzos que todos hacemos por mejorar la seguridad. Ni un ápice de crítica. La empresa no hace nada mal. Y lo peor de este relato es que no sólo pertenece a la Dirección de la misma, sino también al Presidente del Comité, a quienes asistentes a la convocatoria, no trabajadores de la empresa, confundían con un alto cargo de la misma, dada su defensa a capa y espada del gran trabajo en materia de prevención que hacen… quizás también debamos recordarle a él que llevamos tres accidentes mortales en veinte años. Y quizás también haya que recordarle, a pesar de venir él del departamento de Prevención, que la Seguridad en el trabajo va más allá de unas instalaciones que cumplan con normativas de Prevención. Quizás haya que recordarle que la salud en el trabajo es tan importante como el casco o los guantes, que tiene un compañero de departamento de baja por estrés acumulado en su trabajo, que no es el primer compañero que está de baja por depresión o ansiedad como consecuencia del trabajo. Quizás haya que recordarle que la Empresa ha seguido una política de personal que en los últimos años ha obligado a «prejubilarse» a su plantilla de mayor edad, sin hacer una formación adecuada a los trabajadores como Marcos que se han visto obligados a llevar adelante una fábrica sobre la que apenas conocen una mínima parte. En los últimos años, la empresa ha presionado a trabajadores mayores de 58 años a aceptar una propuesta de despido para que pasaran dos años a cobrar el desempleo y posteriormente jubilarse. Esto, que parece que responde a un rejuvenecimiento de la plantilla, responde más bien a un abaratamiento de la misma, pues no ha habido apenas relevos de formación. La ecuación es fácil: un trabajador de cerca de 60 años, con más de 35 años de antigüedad en la empresa, con todos los plus y derechos sociales adquiridos en convenios frutos de luchas pasadas, cobraba al año tres veces más de lo que un nuevo trabajador, con una experiencia máxima de 5 años, cobra a día de hoy. Además, los trabajadores cercanos a esos 60 años, como «perros viejos» ya no temían a sus mandos y los trabajos se hacían con los tiempos que los trabajos requerían. Los jóvenes, con el ímpetu de demostrar su valía y con el miedo tras las orejas, lo dan todo y pocas veces dicen que no a algo o ponen todas las precauciones. Una fábrica que ha bajado su media de edad más de 20 años en menos de tres años, sin unos relevos de formación, no es una fábrica segura, por mucho que los jóvenes sean los más preparados de sus centros de estudios. Y hay más, mucho más… como una denuncia a un mando intermedio por malos tratos a sus trabajadores y que la empresa «castigó» con un traslado a una planta, aunque ascendiéndolo a director de planta… y hay más, mucho más. Pero nada de esto saldrá de la boca del Presidente del Comité, que sigue pidiendo prudencia cuando todos sabemos ya que a Marcos, como al resto, lo mató el trabajo y las condiciones bajo las que se lleva a cabo el trabajo.
Y es por todo esto por lo que es necesario que se sepa que Antonio Bas Pardo, Director de Azucarera en Jerez, lleva dos accidentes mortales a sus espaldas y que en Azucarera de Jerez van tres (más una grave explosión sin muerte) en veinte años. Y es necesario que se sepa que tanto él, como la Presidencia del Comité de Empresa en esta planta, son unos sinvergüenzas porque sólo desde la sinvergonzonería, se puede convocar a familiares y amigos de Marcos para intentar hacerlos cómplices de un lavado de cara de la empresa que acabó con la vida de su hijo, novio, amigo…
Autoría: Fernando Salvatierra (seudónimo)