La resistencia está en la respuesta colectiva, no hay otra

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Desde que comenzó el Estado de Alarma, las noticias sobre el aumento del desempleo, prestaciones, ERTE y el cierre definitivo de negocios no marcan un futuro halagüeño, dejando la crisis del 2008 a la altura de un resfriado económico casi curado. Por mucho que lo intentemos, no hay capítulo de Black Mirror ni de la serie de HBO Leftovers suficientes para explicar las posibles consencuencias que se nos vienen encima. La quiebra de Lehman Brothers, en septiembre del 2008, supuso un nuevo paradigma macroeconómico con Grecia como laboratorio de un experimento político de medidas “austericidas” por parte de la UE. Años más tarde, surgieron diversos movimientos populares como el 15M en el Estado Español, Syntagma en Grecia, la “Primavera Árabe” y Occupy Wall Street en EEUU como expresiones de protesta ante los recortes sociales y económicos que favorecieron a los grandes bancos. ¿Dónde fueron a parar todas estas expresiones de indignación? Una mezcla de represión institucional y desviación hacia lo institucional fueron responsables de su punto y aparte en la Historia, sin desmerecer cierto ápice de acción individual que alejó del primer plano la reivindicación común y la organización política. Con suerte, guardamos experiencias como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y sus acciones colectivas para evitar desahucios.

Individualismo frente a la propuesta común

La profesora estadounidense de ciencias políticas Jodi Dean, en su libro “Multitudes y partido” (Katakrak, 2017), hace referencia al movimiento Occupy Wall Street en primera persona tras presenciar la Asamblea General, en septiembre del 2011, en la que se decidía si tomar o no la neoyorkina plaza Zuccotti, epicentro de las manifestaciones. Durante esta Asamblea, que aglutinó a cientos de personas, comprobó cómo el sujeto colectivo se esfumaba hasta convertirse en una serie de decisiones basadas en la “libertad individual y autónoma”, y que con esta realidad era “difícil llegar” a crear un frente común que traspasase la indignación y la reivindicación. Una victoria más del axioma thatcheriano de que la sociedad “no existe, sólo individuos, hombres y mujeres, y también familias” tan enquistado en nuestro ADN occidental. Pero, ¿qué ocurre cuando nos enfrentamos a una nueva época de incertezas, perplejidad, dudas y , como calificó Antonio Gramsci, de claroscuros en los que pueden aparecer monstruos? En pleno resurgimiento de la extrema derecha, tan plural y diversa con un amplificador muy sofisticado mezcla de redes sociales, nuevos canales de comunicación y empresas de marketing político, necesitamos reconstruir ese frente común de camaradería, solidaridad y apoyo mutuo que Jodi Dean defiende en su libro editado en catalán “Necessitem camarades” (Tigre de Paper, 2020). En él analiza el término “camarada” en su expresión más primigenia y original, detallando las relaciones personales que deben crearse dentro de cualquier colectivo para que se desarrolle y haga frente a la ofensiva neoliberal que vivimos especialmente desde el 2008. Estas relaciones de las que habla Jodi Dean complementa muy bien con el otro análisis clave que hace en “Multitudes y partido” sobre la cuestión organizacional, haciendo énfasis en que lo que la autora llama “capitalismo comunicativo” a la era de “individualidad impuesta”.

Coop57, uno de esos frentes necesarios

La creación del sujeto colectivo y heterogéneo debe perseguir un objetivo común, la transformación social con valores solidarios; sirva como ejemplo la experiencia de Coop57, cooperativa de servicios éticos y financieros implantada en Andalucía desde hace más de 10 años. Trayendo de nuevo el contexto indicado al principio de este artículo, el Estado de Alarma declarado el 14 de marzo en el Estado Español y sus consecuencias, Coop57 se ha reestructurado por la vía rápida para dar capacidad de respuesta a la crisis generada a las entidades socias que tenían abiertas líneas de financiación. ¿Quién y cómo se tomó esta decisión? La respuesta se resume en una, “en colectivo desde el seno de Coop57”. No hay cabida para la filosofía individualista entre estas paredes de solidaridad. No solo la cooperativa financiera pretende aportar seguridad económica a sus socias, en Andalucía encontramos una serie de iniciativas coordinadas o participadas por las entidades y personas socias colaboradoras que forman parte de ella con un fin, generar un nuevo paradigma de relaciones sociales basadas en el apoyo mutuo, el cooperativismo y la solidaridad.

Las preciadas mascarillas, fabricadas con manos solidarias

Haciendo un repaso por el sur ibérico, en Almería nos encontramos a NOESSO, asociación que trabaja contra las adicciones y donde su comunidad terapéutica ha realizado un taller solidario para fabricar mascarillas en tiempos en los que la especulación ha hecho aumentar su precio diez veces su valor normal. Destacar también en esta tarea de acción directa a multitud de personas socias de Coop57 que, a través de sus respectivos movimientos vecinales y sociales, han puesto sus máquinas de coser y su trabajo militante a disposición del común.

Las redes de apoyo mutuo, básicas y fundamentales

Otro de los puntos fuertes de quienes forman parte de la cooperativa ha sido la creación de redes de apoyo mutuo como RAMUCA, presente ya en varios puntos de la ciudad de Sevilla y en el Aljarafe. Con varias personas socias tanto colaboradoras como de entidades, por ejemplo la cooperativa de educación ambiental Ecotono, RAMUCA desarrolla presta ayuda para labores cotidianas a personas que no puedan salir de casa, servicios a distancia, ayuda psicológica o la atención de menores creando así lazos muy sólidos de solidaridad vecinal.

El comercio de proximidad también da respuesta

Dentro de las iniciativas de Coop57 volcadas en crear un nuevo paradigma destacan las redes que potencian el comercio de proximidad. En Córdoba, Ideas, referente del comercio justo, Transformando, distribución y creadora de la premiada cerveza artesanal Bandolera del Sur, y La Tejedora, espacio asociativo en el centro de la ciudad, participan en “Alimentando Córdoba”, la iniciativa que une a multitud de tiendas para poder llevar a domicilio sus pedidos. Tarea similar realiza la Asociación Cultural Gitana Vencedores en el Polígono Sur de Sevilla con las familias del barrio que se han visto sin ingresos debido al Estado de Alarma. A través de campañas de donaciones, financian cestas de la compra en comercios de la zona, quedando así el intercambio económico dentro de las zonas más castigadas por el desempleo en Europa. Cabe destacar que esta tarea, pillada de improvisto por el repentino confinamiento, es complementaria a las labores que realiza la Asociación Vencedores en el barrio luchando contra el absentismo escolar, la provisión de alimentos básicos y el fomento del deporte como valor colectivo. Si esto no recuerda al trabajo que realizaban Panteras Negras en los barrios más empobrecidas de los EEUU, invitamos a rebatirlo a quien no vea comparable ambas realidades.

Asesoramiento a sindicatos, colectivos vulnerables y entidades de economía sociales

Coop57 cuenta en su seno con diversas cooperativas dedicadas al asesoramiento legal, contable y fiscal. Desde que se abrió el periodo de confinamiento, estos despachos se han dedicado casi exclusivamente a generar la mayor seguridad posible a sindicatos, pequeños negocios y colectivos laborales precarios a través de resúmenes de las medidas institucionales aprobadas, consultas personales y resolución de dudas por varias vías de comunicación, entre otras tareas. Autonomía Sur, Abogad@s en Red y Derechos al Sur son las entidades que nos representan en este cada vez más difícil sector.

La cultura, uno de los sectores más perjudicados

El cierre de librerías hasta nuevo aviso y la restricción de no poder realizar eventos de reducido aforo hacen que la cultura sea uno de los sectores que vea más agravada la crisis. A esto hay que unirle que uno de los días de más ventas, el 23 de abril Día del Libro, ha sido de confinamiento. Por ello, Caótica, un espacio de tres plantas en el centro de Sevilla, ha comenzado con una campaña de asociación a la cooperativa para crear una red estable de personas consumidoras. Ni mucho menos se ha quedado de brazos cruzados para presentar alternativas como la I Feria del Libro virtual de Campillos, en el centro de Andalucía, que junto a Atrapasueños y otras entidades, han sabido adaptarse a las circunstancias realizando presentaciones de manera telemática. De Sevilla a Jerez, vemos cómo El Corral de San Antón ha donado los beneficios de la venta de sus libros a la Red de Ayuda Vecinal Autogestionada de la ciudad con motivo del Día del Libro. Propuesta similar presentaba Ecoherencia en Córdoba, poniendo precios especiales a sus libros durante el Estado de Alarma. En Cádiz, La Clandestina, librería-café del centro de la ciudad, organizaba un concurso literario con motivo del Día del Libro, efeméride que se ha celebrado, como se puede observar, de una manera muy especial.

Más allá de las iniciativas presentadas por las entidades, el manifiesto #EnDefensaDelLibro ha unido a más de 400 librerías, editoriales y demás agentes del sector cultural proponiendo una hoja de ruta ante la situación que se percibe.

El turismo rural en Algarve

Cruzando el Guadiana, y con otro marco legal distinto, el portugués, la cooperativa de emprendimiento colectivo QRER marcaba una posible agenda centrándose en cómo el turismo rural puede recuperar más rápidamente el ritmo que el internacional. Como reza el titular del artículo, el turismo es “resiliente” buscando la naturaleza y entrar en contacto con espacios naturales.

No perdamos la ocasión

En definitiva, la incertidumbre generada, debido a la pandemia, hace presagiar una crisis sin precedentes donde la defensa de un modelo socioeconómico basado en el cooperativismo se hace más necesaria que nunca. Si hace décadas un médico argentino proclamó aquello de “Crear dos, tres, muchos Vietnam”, en este 2020 nos toca demostrar que la selva del sudeste asiático nos pertenece a quienes defendemos la dignidad, la solidaridad y, en definitiva, un modelo de vida que valga la pena.

Autoría: Daniel Melendro, Consejo de Sección de Coop57 en Andalucía.