Como manifestación artÃstica compleja, mestiza y en proceso, es difÃcil definir el flamenco; una expresión cultural que hace del cuerpo su instrumento señero y principal, ya sea a través de la voz, las manos que hacen palmas o rasguean la guitarra, los pies, que marcan el compás, el cuerpo entero que se yergue en el baile con los brazos en remolino y las manos volanderas como una bandada de pájaros…
Hay quienes, al hablar del flamenco, lo adjetivan de cante grande, se enredan con la idea de pureza, aluden al compás, lo jondo, el pellizco o el quejÃo. Estos y otros conceptos pueden resultar más o menos comprensibles o polémicos; sin embargo, seguramente hay consenso en que el flamenco autentico es el que apela al sentimiento, el que hace que el corazón anide en la garganta y trae a la boca sabor a sangre, como decÃa la TÃa Anica la Piriñaca que le pasaba cuando cantaba a gusto.
El flamenco, tan Ãntimamente ligado a nuestra identidad andaluza, se mueve en una tensión constante entre tradición y renovación, se piensa siempre el mismo y siempre distinto. Porque está vivo.
Intervienen: CRISTINA CRUCES Y JUAN PINILLA.