Andalucía emana libertad y cultura, señas de identidad de una región en continua efervescencia. Somos herederos de un importantísimo legado cultural en sus diferentes expresiones; un sello de identidad que nos hace tener una gran responsabilidad con nuestros orígenes. El papel, el documento y la escritura son una herencia artística y documental sin precedentes. Quizás de las más valiosas, porque fuimos capaces de plasmar nuestras ideas, nuestras vivencias, de narrar nuestra propia historia para que los hijos de esta tierra pudieran estudiarla, analizarla y contemplarla. Sentirla como suya.
Los edificios que guardan esa cultura son los archivos históricos. Herramienta básica para poder entender la historia de cada pueblo andaluz y la vida de sus habitantes. Por lo tanto, el deber fundamental de la Administración sería conservar este patrimonio histórico-documental y contratar más personal cualificado para llevar a cabo esta ardua tarea. Esto no se está haciendo, sobre todo a nivel local, donde hay una gran cantidad de archivos sin ordenar; documentos que aún no han visto la luz después de muchos años en el olvido. El problema radica en la masificación de documentación que albergan los archivos municipales, legajos sin catalogar, almacenados en algún lugar esperando su momento. Hay que quitarles el polvo, desenterrar su historia y mostrarla.
Tenemos que romper con los típicos tópicos: un archivo histórico debe entenderse como un centro cultural, un lugar de pensamiento, bastión de nuestra idiosincrasia, y no como un almacén de papeles viejos. Muchos legajos están esperando a que se les ponga en valor y la sociedad sepa lo que albergan. Intentar ampliar la funcionalidad de los archivos como recurso didáctico, como bien cultural común, dejando atrás los estereotipos que se le asignan como institución, es fundamental para el devenir de las generaciones futuras. Estos centros necesitan una profunda revisión y una transformación.
En la foto podéis observar el Archivo Municipal de Alcalá de los Gazules, un maravilloso pueblo de la provincia de Cádiz, ejemplo de la situación que están viviendo muchos de los archivos locales de Andalucía. Este archivo conserva documentos de más de setecientos años de historia, que necesitan urgentemente que se les trate.
Una de nuestras metas como ciudadanos y ciudadanas debería ser la de estimular la motivación cultural y facilitar el acercamiento a la cultura a través de los archivos. Palpar el papel, in situ, te da una visión pormenorizada de todo lo acontecido a tu alrededor. Aproximar los archivos locales a las aulas y a la juventud es nuestra asignatura pendiente, que debemos de tratar como trampolín para la educación de los hijos de Andalucía, nuestros hijos. Si lo conseguimos, estaremos favoreciendo la valoración del propio patrimonio, nuestra identidad y algo muy importante: lograremos impulsar el conocimiento de la historia local, de la que parte todo, la identificación social y las actitudes cívicas. Educación en grandes dosis. Sólo así podremos saber de dónde venimos para saber hacia dónde vamos.
La cultura documental se haya en un momento de crisis. Como andaluces herederos de este antiquísimo legado, es nuestro deber velar por ella; activar los mecanismos oportunos para la culturización de los jóvenes a través de estos espacios. Aún quedan muchos archivos por salvar. Salvemos nuestra cultura porque sin cultura no hay ciudad.
Autoría: Juan Pedro Romero Benítez, historiador de Alcalá de los Gazules.