Pobreza

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Foto de Alessandro Tortora.

Madrugada del viernes al sábado:

Buenas noches, Pepe, soy Jon y te escribo a una hora en la que imagino, bueno, estoy seguro, que duermes. Son las 4:00 de la madrugada del viernes al sábado. Mi madre murió ayer por la noche a consecuencia de la enfermedad que tú ya sabes y que a mí me da miedo nombrar. Te dejo este mensaje por una razón muy sencilla: habíamos pensado que mañana fuera el entierro, pero hemos llamado a varias funerarias y tendríamos que pagar entre cuatro y seis mil euros. No tenemos ningún tipo de seguro. Como bien conoces, el único que trabaja de mi familia soy yo; mi madre tenía una pensión no contributiva; de mis hermanos hay dos en la cárcel y tres que están fuera de prisión, pero en el paro, o para decir toda la verdad, sobreviven de sus trapicheos. Ante tal panorama, he preguntado en el hospital qué se puede hacer. Una señora muy amable, me ha dicho que tenemos que esperar hasta el lunes que vendrá la trabajadora social y ella iniciará un expediente en el que se demuestre que somos pobres. Entonces, el ayuntamiento se hará cargo de la sepultura de mi madre. Lamentablemente, los fines de semana no hay guardias de trabajadoras sociales. No hay guardias, porque no hay dinero. Las trabajadoras sociales que hay en este hospital se marchan el viernes a las tres y vuelven el lunes a las ocho. Te dejo este mensaje por si se te ocurre algo, yo no sé qué hacer, el dinero que piden es imposible de conseguir. Gano ochocientos euros, y no te cuento el número de horas que echo porque sé que te cabrearás. Es el único dinero con el que contamos, mis hermanos me miran como si yo pudiera hacer algo. Algunos llevados por la locura de la situación, quieren organizar un robo. Les he dicho que ni se les ocurra, que las cosas vienen como vienen y que tú nos ayudarás a encontrar una solución.

El lunes, como me dijo la señora, comenzarían el expediente y no creo que antes del jueves mi madre pueda descansar, por fin, en paz. Me hago muchas preguntas que quiero compartirlas contigo. ¿Qué hacemos mientras tanto? En mi trabajo no me van a dar tantos días por la muerte de mi madre; mis hermanos que están en prisión e iban a salir mañana para el entierro… tendré que llamar hoy sábado, para que suspendan la salida porque aquí no hay entierro ni nada; aquí estamos un grupo de personas que no pueden enterrar a su madre simplemente porque son pobres. Una vez me dijiste que ser pobre es muy duro, yo no comprendí esas palabras, me parecía que estabas exagerando porque tú realmente nunca fuiste pobre, pero ahora sí comprendo lo que querías decir, tener a tu madre ahí en una cámara, muerta, y no poder darle el descanso definitivo porque no tienes dinero, esa es la pobreza, Pepe. ¡Es muy triste! ¿Podrás hacer algo para acelerar y aclarar esta situación? Ya sé que hasta el lunes no puedes hacer nada. ¿Qué hago, me incorporo al trabajo? ¿Les digo a mis hermanos que se vayan a sus casas o a donde estén? Aquí no vamos a estar casi una semana, no sé qué hacer de verdad, estoy hecho un lío. Sé que duermes, pero también sé que mañana me llamarás o me escribirás un mensaje, mejor un mensaje porque casi seguro que estaré dando cabezadas. Pepe, ayúdame, te lo pido de corazón, te lo pide un pobre que por primera vez ha comprendido lo dura que es la vida en la pobreza.

Sábado por la mañana:

Querido Jon: lamento la muerte de tu madre y también la situación por la que estáis pasando. El trámite es tal y como han dicho, primero hay que probar que sois pobres, que no podéis pagar el sepelio de tu madre, y luego el ayuntamiento se hará cargo dentro de lo que tradicionalmente se ha llamado un entierro de caridad. Conozco a la trabajadora social del hospital y hablaré con ella, aunque los trámites son los que son. Sé que tus hermanos no están trabajando y eso se puede comprobar por muchos medios, aunque con la ley de protección de datos ignoro cómo lo pueden realizar. Estoy dispuesto, incluso, a hacer un certificado de Voluntarios por Otro Mundo, la asociación que bien conoces, diciendo la verdad de todo lo que sé de tu familia. Lo único que deseo es que no tengáis problemas añadidos, que cada uno de tus hermanos y hermanas sepan respetar los momentos por los que estáis pasando. Tengo que estar muy cerca de ti porque sé que me vas a necesitar, tanto por lo del entierro como por los problemas que puedan surgir a nivel familiar. No te preocupes, que llamo a la cárcel, pese a que tú conoces mejor ese mundo que yo, y digo lo que está sucediendo. Lamentablemente, no tengo tantos miles de euros como necesitas. Un fuerte abrazo.

Domingo por la mañana:

Pepe, soy Jon, hemos decidido irnos cada uno a nuestras casas, y yo junto con mi hermana mayor, mañana vendremos a hablar con la trabajadora social. El tanatorio, perdón el mortuorio del hospital, es muy incómodo y están llegando otras personas a las que acabaremos molestando, somos muchos entre hermanos, primos, etc. Mi hermano el pequeño que está en prisión, me han dicho desde dentro, que está como loco pensando que ha perdido a su madre. Era su ojito derecho, su preferido, creo que, en el fondo, fue el único que tuvo de un hombre a quien amó de verdad.

Lunes por la mañana:

Marta, soy Pepe Chamizo, hoy vas a recibir la visita de un chaval que ha hecho un cambio radical en su vida del que él está muy orgulloso y nosotros también. Lo único que te pido es que, en la medida de lo posible, le facilites los trámites necesarios para enterrar a su madre ya que ellos son pobres, y no pueden tener ese dispendio de miles de euros. Sé que lo harás, porque te conozco desde hace mucho tiempo. Un beso.

Lunes a media mañana:

Pepe, soy Marta, desde luego puedes estar orgulloso del trabajo realizado con ese chaval, a quien curiosamente conocí hace muchos años. ¡Cómo ha cambiado! No te preocupes, ya el expediente está más que activado, lo he mandado al ayuntamiento y espero que pronto tengamos una respuesta, aunque no estaría mal, si conoces a alguien de confianza, que hables con él o con ella para que me dé el OK cuanto antes.

Lunes por la tarde:

Pepe soy Jon, me ha atendido muy bien la trabajadora social, es una persona encantadora. Me da la impresión de que, si no hay problemas en el ayuntamiento, esto se puede acelerar, ella me ha reconocido que no antes del miércoles. Tendré paciencia y esperaré. He hablado en mi trabajo y el jefe se ha portado muy bien, me ha dicho que no me preocupe que tome los días que necesite, que comprenda que es una situación extraña para él, aunque cree totalmente en mi palabra.

Lunes de madrugada:

Pepe soy Jon, otra vez. Han detenido a mi hermano Juan intentando robar para pagar el entierro de mi madre. En la policía no lo han creído, y al enterarme he ido a la comisaría y al menos creo que he sembrado la duda. Han llamado al hospital y han confirmado que lo que contaba mi hermano era real. Al final lo han dejado en libertad porque realmente solo ha sido un intento, que afortunadamente no llegó a nada.

Martes por la mañana:

Pepe soy Marta. He llamado al ayuntamiento y me han dicho que seguramente mañana se podrá realizar el sepelio, aunque a estas alturas, ya son casi las doce, no tengo confirmación oficial. Insisto en que hables con alguien.

Martes a mediodía:

Querida Marta, no conozco prácticamente a nadie, aún así, me he atrevido a llamar a un concejal que no tenía ni idea de lo que pasaba. Me ha dicho que se tomaría interés en este asunto. No sé si lo hará.

Martes por la noche:

Pepe soy Jon, un poco pesado tal vez, estoy muy deprimido con todo este asunto. Primero, me cuesta aceptar la muerte de mi querida madre. Sabes que yo no era precisamente uno de sus preferidos, pero la quería muchísimo. Además, fíjate qué situación tan extraña no poder enterrarla por no tener dinero, parece de película en blanco y negro. Estoy triste realmente. Sé que mañana será diferente y podré mirar al mundo de otra manera. Gracias porque de alguna manera tú y tu gente me habéis ayudado a no perder la cordura, y es en estos momentos cuando siento esa fuerza interior de la que tanto me habéis hablado.

Martes madrugada:

Jon, mira siempre hacia adelante, es lo único que podemos hacer cuando la realidad circundante es tan densa, que no sabemos casi nada de lo que está sucediendo. Parece una pesadilla. Tiempo habrá para que todo encaje. Has hecho un cambio en tu vida del que debes estar satisfecho. Te queremos, no tengas ninguna duda.

Miércoles por la mañana:

Soy Marta, te confirmo que ya tengo el OK para dar sepultura al cuerpo de la madre de Jon. Ahora hay que ver la otra parte, que tengan hora en el cementerio o si la van a incinerar cuándo y dónde. Me imagino que entre hoy y mañana habrá acabado esta historia tan triste.

Miércoles media mañana:

Querida Marta: muchísimas gracias, espero que esto alivie a Jon y a su familia. ¡Qué fuerte debe ser no tener dinero para enterrar a alguien! Muchos besos.

Miércoles a mediodía:

Pepe soy Jon, imagino que ya Marta te ha dicho que podemos enterrar a mi madre. Ahora discutimos si queremos una incineración o no. Yo soy partidario de la incineración, pero algunos de mis hermanos no lo ven claro, así es que a esta hora todavía no hemos decidido nada, pídele disculpas a Marta. Yo creo que al final habrá incineración, pero espero que reine la cordura en mi familia y no sea un motivo más de enfrentamiento y de peleas.

Miércoles 7:00 de la tarde:

Pepe, por fin vamos a incinerar a mi madre en un pueblo cercano, que es el único en el que podíamos hacerlo. Han venido desde la prisión mis dos hermanos y estarán con nosotros algunas horas y luego se irán. Espero que tú también asistas a la incineración. Dale muchísimas gracias a Marta, personas como ella me hacen pensar que no todo está perdido.

Reflexión

Es triste la muerte y las diversas ceremonias que la acompañan. A veces, es una liberación, especialmente cuando el dolor físico ya no tiene remedio, ni la ciencia es capaz de calmar los desastres del cuerpo. Morir siendo pobre, pone de manifiesto, una vez más, el desprecio, la mezquindad, de las administraciones hacia el dolor ajeno. Si no puedes pagar el entierro de tu familiar y muere un viernes por la tarde, debes esperar hasta el lunes a que venga la trabajadora o trabajador social e inicie el papeleo, o mejor dicho, los trámites que justifiquen semejante gasto. No hay guardias para esos profesionales, no hay dinero para pagarlas, hablando claro. Así que te aguantas. Tu familiar en la cámara siniestra, mientras la vida continúa. El duelo se hace eterno. Pasan hasta cinco días. Alguien, por fin, entiende que los trámites son correctos, autoriza el sepelio justificando con numerosos documentos tu pobreza.

Viviendo historias como ésta que acabo de contaros, uno comprende que la marginación, la exclusión, para quienes nada tienen, se prolonga hasta el final definitivo. ¡Qué desastre! ¡Qué vergüenza!