La dictadura franquista no dio paso a la democracia, sino a un sistema bipartidista de alternancia, conocido también como el régimen del 78, que tenÃa reservado un lugar subalterno para AndalucÃa. Más de dos millones de andaluces tuvieron que manifestarse en la calle, el 4 de diciembre de 1977, para reivindicar la autonomÃa plena que les negaba el nuevo régimen. El entonces gobierno de UCD, dirigido por el antiguo ministro franquista Adolfo Suárez, sólo reconocÃa a Catalunya, Euskadi y Galicia como nacionalidades históricas y pretendÃa convertir a AndalucÃa en una AutonomÃa de segunda. Legitimaba asà el golpe militar de Franco, que habÃa impedido a la República aprobar el Estatuto andaluz, con los mismos derechos que catalanes, vascos y gallegos.
En el conocido como régimen del 78, tuvieron especial protagonismo dos polÃticos andaluces, Felipe González y Alfonso Guerra, que utilizaron el apoyo de nuestro pueblo para alcanzar el poder central, pues su objetivo no era AndalucÃa, sino llegar a la Moncloa.Y cuando Manuel GarcÃa Caparrós fue asesinado, sintieron pánico ante la posibilidad de que surgiera un mártir andalucista, capaz de impulsar la conciencia del pueblo andaluz. Las hermanas de GarcÃa Caparrós todavÃa siguen reclamando justicia, pero el policÃa franquista que asesinó al joven malagueño ha fallecido sin rendir cuentas ante un tribunal, gracias a la Ley de AmnistÃa del 77, que tanto el PSOE como el PP se niegan a derogar.
El 28 de febrero de 1980, Adolfo Suárez cometió el error de boicotear el referéndum autonómico que él mismo habÃa convocado: «andaluces, éste no es vuestro referéndum», decÃa la propaganda de UCD, en un nuevo intento de dejar a AndalucÃa en el furgón de cola. Pero los andaluces volvieron a movilizarse y respondieron al agravio ucedista, votando en las urnas. El PSOE fue el gran beneficiado, pues la torpeza de Suárez despejó el camino de González y Guerra en su carrera hacia la Moncloa. Ante el riesgo de perder su feudo andaluz, el PSOE decidió desactivar el espÃritu del 4D y le dio el cambiazo por el 28F, que convirtió en una celebración lúdico-festiva, vaciándola de contenido reivindicativo.
Logrado el Estatuto de AutonomÃa por el artÃculo 151 de la Constitución, AndalucÃa fue reconocida, al menos legalmente, como nacionalidad histórica, en igualdad de condiciones que Catalunya, Euskadi y Galicia. Es decir, ejercimos como pueblo el 4 de diciembre del 77 y el 28 de Febrero del 80, y conseguimos colocar a AndalucÃa en la primera división del Estado de las AutonomÃas. ¿Qué ha pasado para perder aquella conciencia de pueblo que dio lugar a las manifestaciones multitudinarias del 77? Pues que los distintos gobiernos del PSOE en la Junta convirtieron este reconocimiento en papel mojado y optaron por anestesiar al pueblo andaluz.
Sólo hubo un socialista con vocación autonomista, el presidente Rafael Escuredo, pero otra vez González y Guerra lo llamaron al orden. Y en vez de crear un partido para defender los intereses de AndalucÃa, Escuredo abandonó la polÃtica y acabó marchándose a Madrid. Le sucedió RodrÃguez de la Borbolla, un presidente mediocre conocido como Pepote, y más tarde, Manuel Chaves, que preferÃa ser ministro de Trabajo en Madrid, antes que presidir la Junta, y acabó siendo presidente andaluz a la fuerza.
Después se produjo el escándalo de los ERE, que se llevó por delante a José Antonio Griñán y a Susana DÃaz, poniendo fin a 40 años de hegemonÃa del PSOE en AndalucÃa. Y ahora ha llegado la alternancia con el PP, el otro partido del Régimen del 78. Moreno Bonilla, un lobo con piel de cordero, también se ha envuelto en la bandera verdiblanca, pero no para reivindicar una AndalucÃa Libre, sino para enfrentar a AndalucÃa contra Catalunya. Y lo hace con la inestimable ayuda de Rojas Marcos, que ha dejado de ser andalucista para ponerse al servicio del partido de los señoritos. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que AndalucÃa ha sido gobernada, durante 44 años, por dos partidos centralistas, PSOE y PP, que sólo se acuerdan de la verdiblanca cuando hay elecciones.
Tras las elecciones generales del 23J, Cataluña y Euskadi tienen cada vez más peso en el Estado y están avanzando en el autogobierno. Parece que se está gestando un nuevo modelo territorial y a los andaluces nos han pillado sin representación en el Congreso. En la cámara baja se escucha ya el catalán, el euskera y el gallego. Sin embargo, hay 61 diputados andaluces, pero AndalucÃa brilla por su ausencia.
Los andaluces no podemos limitarnos a sentir nostalgia de aquellas históricas jornadas del 4D y el 28F. Tenemos que movilizarnos, otra vez, si queremos que nos tengan en cuenta. Tanto la Constitución del 78 como el Estado de las AutonomÃas están obsoletos, y los pueblos catalán y vasco nos llevan hacia un Estado plurinacional. El pueblo andaluz tiene que tomar conciencia de que es también nacionalidad histórica y defender sus derechos en la nueva organización federal del Estado que viene. Como dice AndalucÃa Viva: «sólo asà dejaremos de ser dependientes en lo económico, subordinados e irrelevantes en lo polÃtico y ridiculizados en lo cultural».