Calentamiento

56

Cuando esto escribo llueve mansamente sobre los campos, sobre la tierra, sobre las ciudades. Sobre los tractores llueve y llueve, y los agricultores y ganaderos en pie de guerra en las carreteras españolas viendo la llegada de las generosas lluvias, que sin rogativas, nos ha traído la borrasca Karlotta. Calentamiento en las protestas de los productores de alimentos que al margen de las tres organizaciones agrarias mayoritarias (Asaja, Coag y Upa) se han autoorganizado a través de las redes y de una plataforma 6F, que trata de desmarcarse de los sindicatos agrarios clásicos. Y sobre estas movilizaciones aparentemente espontáneas, surge de nuevo el fantasma de la ultraderecha tratando de capitalizar este descontento del campo, igual que ocurrió hace dos años con la huelga protagonizada por un sector de los camioneros que ocuparon las carreteras y autovías, al margen de los sindicatos que les representan.

¿Es justo lo qué piden los agricultores y ganaderos?

Lo primero que hay que señalar es que estas manifestaciones y protestas no son nada nuevo.

Desde los años 80, 90 y 2000, el sector primario ha venido organizando protestas ante la sede de la Junta de Andalucía, o de la Consejería del ramo, o bien en Madrid, ante la sede del Ministerio de Agricultura, o en Bruselas, o en Estrasburgo. Cada vez que se han introducido reformas en la PAC, en estos decenios atrás, la habido algaradas y protestas, porque nunca llueve a gusto de todos. Muchas de las cosas que piden los agricultores y ganaderos son justas. Por ejemplo, la competencia desleal de terceros países, que sin las exigencias y estándares de calidad y salubridad alimentaria que nos exigen a los productores españoles y europeos, meten sus producciones que rebasan los contingentes acordadas con Bruselas, sin que haya amonestaciones y multas a países como Marruecos, Egipto o Surafrica. Los agricultores del poniente almeriense, han protagonizado numerosas manifestaciones contra la entrada de excedentes de tomates, pimientos, berenjenas, calabacines, que con precios más competitivos, menos gasto de mano de obra, y menos exigencias fitosanitarias que en Europa, nos hacen una competencia desleal. O la aceituna que viene de Egipto y se vende en los lineales a precios más bajos que nuestras variedades; o el mismo AOVE que entra de terceros países, con el que se especula en competencia desleal. O los cítricos que llegan de Surafrica a costos más bajos que nuestras producciones de naranjas y limones. El consumidor debe implicarse y exigir la trazabilidad del producto, ver el origen y la elaboración, y demandar a las distribuidoras que esa información sea legible en las etiquetas. Exceso de burocracia, otro problema que viene coleando desde antaño, exigencias burocráticas y papeleo excesivo que impide que el productor pueda dedicarse a su tarea. Precios justos para agricultores y ganaderos por sus producciones, pues muchos van a pérdidas; lo que les pagan por un litro de leche, un kilo de tomate o por el trigo, o paja, no llega para cubrir los gastos de gasóleo, insumos, fitosanitarios, medicamentos para los animales, o los seguros que cada vez son más caros para las rentas de los agricultores y ganaderos. El Cambio Climático está variando los escenarios productivos. Y quien no quiera verlo está engañando al sector. Hemos oído estos días en el Congreso usar el término «dogmatismo climático», por parte de Núñez Feijoó y Santiago Abascal, para descalificar al gobierno de Sánchez. La ignorancia y la estupidez son atrevidas, con tal de ganar adeptos para las próximas elecciones europeas. ¡Agricultores y ganaderos no os dejéis engañar con cantos de sirena y mentiras por parte de la derecha y ultraderecha que trata de pescar votos, a rio revuelto en estas protestas!

Desde hace tiempo venimos asistiendo a un enfrentamiento entre productores y conservacionistas. El mayor reto que tiene la humanidad, es el Cambio Climático. Hay que complementar la producción de alimentos sanos y sostenibles, utilizando semillas autóctonas, sin dejarnos caer en los cultivos transgénicos que le restan autonomía al agricultor y le hacen dependiente de OMG (Organismos Modificados Genéticamente). La agricultura ecológica, la ganadería ecológica garantizan alimentos sanos a la población; para su elaboración no se utilizan productos químicos y el productor respeta a la tierra y usa el agua con eficiencia. Uno de los problemas más acuciantes para el desarrollo de la agricultura y ganadería es la falta de agua, pérdidas en las conducciones, evaporación, embalses bajo mínimos. Las sequías y las temperaturas extremas en verano, fruto del calentamiento global están obligando a los productores a cambiar determinados cultivos muy demandantes de agua por otros menos exigentes. El olivar intensivo en regadío es insostenible. Ya estamos viendo guerras por el uso y control del agua en el Sahel y en otras zonas de África. La agenda 2030, la soberanía alimentaria, el programa de la granja a la mesa, o las ayudas agroambientales dirigidas a jóvenes que quieran incorporarse a la actividad, ofrecen oportunidades para fijar población en el medio rural y mitigar los efectos del cambio climático que ya venimos padeciendo. Andalucía será una de las regiones más castigadas por la sequía y por las temperaturas extremas. Tenemos que escoger entre «pan para hoy y hambre para mañana», o un desarrollo armónico de nuestra agricultura y ganadería en los próximos decenios, con I+D+ Transferencia de conocimiento, para garantizar que nuestras producciones tengan salida en los mercados europeos, y que esa actividad resulte rentable y el productor reciba precios justos por su dedicación a procurar alimentos a la Humanidad.