El monólogo social

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Terminó 2017. Y unas de las imágenes que disfrutará del efecto de recencia es la de los agentes sociales firmando el último acuerdo de concertación social. Esta vez le ha tocado el turno al SMI.

Los mismos representantes sindicales (UGT y CCOO) que en 2014 presentaban queja ante la OIT por la falta de negociación del Gobierno con los Agentes Sociales ahora (tres años más tarde del inicio de aquél procedimiento de denuncia) han accedido a la firma de un acuerdo plurianual y a todo trapo de flashes (“Las fotos que España necesita”, tituló ABC en su portada). Jefes de la patronal, presidente del gobierno central y ministra de empleo. «

El tiempo pasa. Y parece que cura muchas de las heridas que los dirigentes sindicales decían tener. Lo peor de todos es que parece que se las han curado de tanto lamérselas. Para llegar a tal conclusión basta con leer lo acordado.

Analizando el texto se observa que:

  1. Es un acuerdo sometido a condiciones (“se materializará siempre que la economía registre un crecimiento del PIB real del 2,5% o superior (1), y un incremento de la afiliación media a la Seguridad Social superior a las cuatrocientas cincuenta mil personas (2), todo ello en términos interanuales (3) y según los últimos datos publicados en el momento de determinar el SMI de cada año (4).

  2. En concreto, son cuatro los condicionantes que deberán cumplirse durante el período negociado. Pero hay algo más, una cláusula de salvaguarda (este acuerdo requerirá que se habiliten los mecanismos necesarios que impidan la afectación a las referencias al SMI contenidas en dichos acuerdos y normas), que garantiza que de cumplirse el mismo, suavizará –o restringirá- ab initio todos sus efectos.

Nunca más que ahora tuvo vigencia la viñeta de los años noventa donde el Roto dibujaba a un cojo apoyado en su muleta que sentenciaba: “No sé lo que estarán negociando pero a mí ya me falta una pierna”. Verdaderamente visionario. Antes incluso de que el gobierno socialista de Zapatero desacoplara el IPREM del SMI –que mejor que los progres para las reformas laborales- y mucho antes de la era Rajoy –marcando un antes y un después en materia de relaciones laborales-.

Y es que los negociadores ya ni siquiera negocian. Parecen conformarse con ser los acompañantes de sus monologuistas preferidos, los palmeros de sus chistes, los fans que se fotografían con ellos cuando finalizan su actuación, los comparsistas que les hacen coro, los que se hacen “selfies” henchidos de orgullo por haber obtenido una invitación para su fiesta.

Y 2018 viene lleno de curvas. Al volante el ex-ministro Zaplana –sí, ese, el de la reforma de 2002-, capitaneando una nueva reforma laboral; los bancos y grandes aseguradoras salivando ante la “tarta” de las pensiones tras la liquidación del sistema público o Álvarez y Sordo –que se han renovado Méndez y Toxo, ¡oiga!- que nos hablarán de contextos y talantes.

Eso sí, también 2018 se celebra el centenario del natalicio de Marcelino Camacho. Así que a resistir nos toca. ¡Para que no nos domen, dobleguen ni domestiquen!