Asà se falsifica, sin pudor alguno, una vez más, la Historia de AndalucÃa. Esta es la portada de ayer domingo del ABC de Sevilla. Más allá de la campaña mediática contra Sánchez y el ensalzamiento de quienes critican a este desde el propio PSOE (Felipe González, Alfonso Guerra, Borbolla, etc.) y la demonización de todos los nacionalismos que no sean el ultranacionalismo españolista, me indigna especialmente que se nos presente a Soledad Becerril y a José RodrÃguez de la Borbolla como «lÃderes de la autonomÃa». De Soledad, que durante la transición polÃtica pertenecÃa a un pequeño partido encabezado por Garrigues Walker, luego integrado en la UCD, se podrán alabar algunas de las cosas que hizo durante sus años en el Ministerio de Cultura y en la alcaldÃa de Sevilla, pero nunca que tuviera un papel central en la lucha por la autonomÃa. Y de Pepote, es sabido que era el comisario polÃtico de Alfonso Guerra para hacerle el marcaje a Rafael Escuredo para que este no sobrepasara los lÃmites que le marcaba el partido. En cuanto a Rojas Marcos, sà tuvo un indudable, aunque controvertido, papel en aquel tiempo, como lÃder (o, quizá mejor, dueño) del entonces PSA, luego convertido por él en PA y «partido bisagra» hasta llevarlo a la irrelevancia y posterior extinción.
Conviene repetir que el protagonista central en todo el proceso fueron cientos de miles de andaluzas y andaluces actuando como Pueblo, convirtiendo el sentimiento en conciencia polÃtica. Un Pueblo que rebasó el marco de los intereses y consignas partidistas y apostó con pasión por conquistar el autogobierno (que no es el que tenemos con los Estatutos insuficientes de 1981 y 2007 y los sucesivos gobiernos en la Junta hasta hoy). También hubo, sin duda, personas que tuvieron un papel destacado en el proceso, pero no solo en el ámbito de los partidos polÃticos sino también en el social y cultural. Ejemplos de ello, entre otros muchos, fueron el SOC (Sindicato de Obreros del Campo), Carlos Cano o Antonio Gala. Sin olvidar a GarcÃa Caparrós, asesinado en Málaga en la manifestación del 4D de 1977. Y entre los polÃticos de partido, es deshonesto y oportunista señalar solo a Rojas Marcos (en realidad lo merecen los andalucistas del PSA) porque ahora este personaje esté legitimando a Moreno Bonilla como «andalucista» (???) y no citar a Rafael Escuredo (luego defenestrado por su propio partido, aunque siempre haya mantenido el carnet del PSOE), a Manuel Clavero (que se dio de baja en la UCD tras dimitir de ministro para no traicionar a AndalucÃa) o a los alcaldes de Puerto Real y Los Corrales, del PTA, cuyos ayuntamientos desencadenaron el obligado pronunciamiento de todos los demás y de la propia Junta preautonómica para iniciar el recorrido por el artÃculo 151 de la Constitución que desembocarÃa en el referéndum del 28F de 1980.
No me sorprende que se pretenda reescribir la historia, pero pienso que es una obligación no solo polÃtica sino ética denunciar el sectarismo, los silenciamientos y las falsedades que difunden, sin ningún pudor, medios que se autodefinen como «informativos».