Feminismo andaluz. Un primer paso: acercarnos a las epistemologías del sur (I)

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Este es un primer artículo, donde intento contribuir al debate abierto sobre un “feminismo andaluz”, quiero  empezar este análisis centrando el debate de lo que supone eso de “pensar desde el sur”. No es una cuestión únicamente de la lógica feminista, sino que tenemos que elegir epistemológicamente en un lugar donde nos posicionamos, puesto que con el triunfo del neoliberalismo y la globalización, se ha  impuesto un modelo dominante cognitivo uniformador,  destructor de otras culturas,  relegando en nuestro caso  «lo andaluz» a  una marginalidad folclórica y a su mercantilización. Nos tenemos que situar epistemológicamente hablando, porque que estemos en el sur del sur de Europa no nos “salva” de seguir pensando y enseñando  con las lógicas y las teoría que nos imponen desde el norte.

Sin justicia cognitiva, se ridiculiza, invisibiliza y se condena la desaparición otras formas de entender la vida, y esto también facilita la unidad de mercado y el expolio global a la que nos condena el neoliberalismo. Por tanto, para alcanzar un espacio global justo e igualitario es imprescindible que nos situemos en espacio culturales propios, sin complejos, sin miedos, pero también sin mitificaciones.

Para incidir sobre nuestra realidad y construir nuestro propio orden intelectual, es necesario un diálogo de saberes entre los movimientos sociales y la academia, que tenga como fruto la expresión de las distintas experiencias colectivas.

En este sentido, el científico social portugués Boaventura Do Sousa  Santos  teoriza sobre las llamadas “Epistemologías del Sur” y propone un método para pensarnos y pensar nuestras prácticas desde una lógica propia, desde una posición de dignidad cultural y política.

La epistemología moderna se debe, según Do Sousa  Santos, a la desaparición de la tensión de las dos columnas de la modernidad occidental: la regulación y la emancipación, que en el campo epistemológico se conforman por el conocimiento-regulación y el conocimiento-emancipación. Su propuesta se basa en la recuperación del conocimiento-emancipación, principalmente del componente más enmacipador de esta forma de conocimiento: la solidaridad, para superar las dicotomías  impuesta por la ciencia moderna y para la recuperación del sentido común popular, como forma de conocimiento rechazada por el pensamiento moderno, orientándola  al servicio del conocimiento-emancipación.

Se impone la necesidad de un método que permita recuperar estos conocimientos olvidados, al que llama «la sociología de las ausencias». La propuesta de racionalidad que formula para superar el desperdicio de la experiencia y conocimiento que para él se encuentra en la lógica más íntima de la ciencia moderna.

Esta nueva racionalidad se forma en tres movimientos: la sociología de las ausencias, la sociología de las emergencias y el trabajo de traducción. El primero tiene como  fin convertir objetos imposibles en posibles, y con base en ellos transformar las ausencias en presencias, centrándose en los fragmentos de la experiencia social no socializados. El segundo consiste en desbancar el vacío del futuro según el tiempo lineal (donde el todo es nada) por un futuro de posibilidades plurales y concretas, simultáneamente, utópicos y realistas, que se va construyendo en el presente a partir de actividades de cuidado. Finalmente, la traducción consiste en el  proceso que crea accesibilidad recíproca entre diversas realidades del mundo, tanto disponibles como las posibles.

La experiencia civilizatoria del occidente europeo escinde y separa al sujeto del objeto a la cultura de la naturaleza, al sujeto del objeto, se incrusta en las diversas formas en que el sujeto consciente  se relaciona con lo que aparece en su exterior, con el ser de las cosas, con la diversidad de fenómenos. No se toma en cuenta el hecho de que el conocimiento no consiste en la superación de la ignorancia, sino que todo conocimiento es también creación de ignorancia. Sostener una forma de conocimiento como exclusiva, como única, significa la prescindencia, la ignorancia de otros tipos de saber. Gramsci lo entendió como una peculiar forma de colonizar el intelecto y afincar la hegemonía.

La práctica política de resistencia e insubordinación por parte de las clases populares es otra forma de conocimiento, el hecho de interpretar y reconocer en el capitalismo globalizante, como un complejo proceso  basado en el conflicto de intereses de las clases existentes. Que como expresa el marxista húngaro Geörgy Lukács las posibilidades de emancipación en este  capitalismo complejo de complejos no se impone de  de manera automática sino que depende de la condición histórica, de  la dialéctica viva en  sus antagonismos de clase.  Como apunta Walter Benjamin: la clase que lucha, que está sometida, es el sujeto del conocimiento histórico, es decir,  la clase vengadora que lleva hasta el final la obra de liberación en nombre de las generaciones vencidas.

No es algo nuevo, sino que se lleva décadas pensando y construyendo estas teorías emancipadoras, desde diversos puntos de vista. Las condiciones propias de Andalucía, que nos sitúa en medio entre un territorio, que no pueblo, colonizador,  puesto que no podemos negar que pertenecemos a Europa, y en la idiosincrasia  y configuración de la idea de Europa  subyace los siglos en una lógica imperialista y colonizadora de otros pueblos. No es menos cierto que Andalucía ha jugado, sobre todo a lo largo del siglo XIX y el siglo XX, un papel de colonia interna dentro del Estado Español,  realidad dependiente y subalterna dentro de ese Estado, que es, a su vez, dependiente y subalterno en el conjunto de la globalización mercantilista. Es este un marco que en ningún momento podemos ignorar porque entonces estaríamos realizando análisis inadecuados.