A principios de Julio hemos tenido conocimiento del cierre del obrador de repostería De Paula, que ha sido indispensable para las celebraciones en muchos hogares de trabajadores y trabajadoras de Errenteria (Gipuzkoa). Los reposteros se retiran y, por supuesto, las personas trabajadoras que se van a jubilar tienen todo el derecho al descanso, pero vamos a perder un importante elemento de disfrute comunitario en el pueblo, y creo que en esos casos necesitamos instrumentos colectivos que incentiven y garanticen la continuidad.
En el contexto de la crisis industrial de la década de los 80 del siglo pasado, en Euskal Herria hubo muchas recuperaciones de empresas en crisis. No tengo memoria directa sobre estos hechos, pero lo entendí años más tarde, gracias a la película ‘Numax presenta’ de Joaquim Jordá, que muestra la experiencia de recuperación de una empresa en Cataluña. Este documental ha marcado profundamente mi forma de entender lo que es un proceso de recuperación, entendiendo que los procesos de recuperación o transmisión de las empresas viables o socialmente necesarias no suelen ser fáciles, y que algunas no han terminado bien. Pero también me enseñó que las prácticas de autogestión desarrolladas en el camino cambian la vida de las personas de la comunidad para siempre.
Estos procesos dependen en la mayoría de los casos de la iniciativa de las personas trabajadoras, o de las personas con voluntad de transmitir la empresa, y la mayoría no disponen del conocimiento, financiación, instrumentos y red de apoyo imprescindibles en el momento más necesario. Pero además de cómo se llevan a cabo los procesos de colectivización, es una pregunta importante quién debe hacerlos. Para que estas empresas puedan cubrir sus necesidades comunitarias, los sujetos de los procesos deberán ser amplios, integrados por personas trabajadoras, ciudadanos y ciudadanas, instituciones públicas territoriales, sindicatos y cooperativas. Y claro, estas redes de conocimiento, relaciones y apoyo mutuo no se crean de un día para otro.
La continua situación de crisis que vivimos ha provocado un aumento de las necesidades de transmisión de empleo, conocimiento y propiedad en las empresas, especialmente en el medio rural, y en los proyectos del primer sector y en el pequeño comercio que hace vivibles nuestros pueblos y barrios. En la misma línea van a venir pronto nuevas necesidades de recuperación de empresas más grandes, y como el desarrollo del cooperativismo es contracíclico, debemos prepararnos para responder a la situación con herramientas colectivas, a través de proyectos promovidos por la comunidad, con nuevas alianzas del cooperativismo y del sindicalismo.
Para ello necesitamos instrumentos sólidos de formación, financiación, acompañamiento y apoyo público-comunitario. Estamos trabajando en esta línea desde el cooperativismo transformador, pero necesitamos redes más densas desde nuestros territorios para dar respuesta a este reto ineludible.
Autoría: Beñat Irasuegi Ibarra. Talaios Kooperatiba.