Trabajaremos en nuestros pueblos

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La creencia de que el trabajo da sentido a nuestras vidas está en crisis, al menos en la forma en que la industrialización tardía la hizo hegemónica. Podríamos definir esta visión y carácter del trabajo, como ética protestante del trabajo, la forma que se nos ha dado de ser en el mundo/vida desde las revoluciones políticas y materiales desarrolladas por la burguesía, con interés propio de parte (útil al capitalismo). Esta ética del trabajo ha sido asumida por la clase obrera, así como por el pensamiento del cooperativismo. Al fin y al cabo, es el trabajo asalariado el que durante mucho tiempo nos ha dado agencia, y nos ha hecho sujeto en la sociedad. Sí, esa visión ha dejado a mucha gente fuera de las identidades hegemónicas.

El sentido del trabajo está en crisis porque se ha vuelto a extender la precarización, porque la propia definición del trabajo se ha liberado del trabajo asalariado y se ha vuelto más compleja, porque el trabajo basado en la autogestión colectiva se ha puesto gafas feministas, ecologistas y antirracistas, porque la crisis sistémica ha puesto en el centro necesidades como la seguridad y la localización, porque el neoliberalismo ha divinizado el ocio (el consumo) por encima del trabajo que realizamos.

Evitar la nostalgia de la identidad obrera centrada en el trabajo asalariado que nos introduce en el pozo del pensamiento reaccionario, y el escapismo producido por la crisis sistémica que lleva a la gente a lo que supuestamente son trabajos seguros, nos lleva a tener que pensar qué hacer con el sentido del trabajo. Como los oprimidos e invisibles han estado siempre fuera de ese sentido, quizá el primer paso sea escucharles y hacerles sitio como sujetos en la identidad del trabajo. Otro camino puede ser traer a las variables del sentido común el trabajo autogestionado y colectivizado que siempre ha existido.

Necesitamos, pues, una nueva definición y ética del trabajo; un asunto complejo. Empecemos por nuestras vidas y territorios. Hagamos central en nuestra línea política y material el trabajar y vivir (bien) en nuestros pueblos. Tenemos que recorrer el camino para hacer frente a la crisis ecosocial que nos asusta y al apocalipsis por venir que Joseba Gabilondo ha definido bien, dotando de prestigio social y material a los trabajos necesarios para la vida, los cuidados y producción de alimentos, por ejemplo. Repensemos la educación en relación con la identificación de las necesidades materiales y sociales para vivir en nuestros pueblos, y la creación de proyectos colectivos de trabajo. Para ello tendremos que poner en red las capacidades, los recursos comunes y los conocimientos que existen en nuestros pueblos y ponerlos en esta dirección.

El trabajo, en su sentido más amplio, en comunidad, en colectivo, en igualdad, lo necesitamos para que la vida misma sea posible. Por eso, os adelanto, en el futuro trabajaremos en nuestros pueblos y barrios.

Autoría: Beñat Irasuegi Ibarra. Talaios Kooperatiba.

Artículo publicado en inicialmente en euskera en Argia.

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