Cuatro apuntes sobre polarización capitalista y “debate territorial”

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Obra de Maximino Javier.

Todo país desarrollado ha creado en su seno su propio país subdesarrollado.

Samir Amin

1. En España, la invocación “constitucionalista” del “debate territorial” tiende a adscribir a las asimetrías entre comunidades autónomas la responsabilidad de las brechas y diferenciales injustos, así como a su equiparación en el modelo de financiación autonómica la base para asegurar la igualdad entre todos los ciudadanos y la equidad en el acceso a los servicios públicos, con independencia de donde vivan. Del mismo modo que la reivindicación progresista de la “plurinacionalidad”, que funciona en el fondo como artefacto eufemístico para eludir el reconocimiento de la cuestión nacional (el derecho a decidir) en el estado español, la apelación al “problema territorial” se esgrime también como pantalla encubridora respecto a otras dos cuestiones de carácter democrático y de la economía política:

a. La cuestión nacional ya mencionada y que no afecta, en su esencia, a un problema de equidad en la financiación autonómica (lógica de distribución), sino al derecho a decidir de los sujetos políticos (lógica de reconocimiento).

b. La polarización centro-periferia como característica intrínseca de la economía bajo el capitalismo.

2. Los economistas marxistas ya analizaron la articulación estructural entre el subdesarrollo de las periferias y el desarrollo del norte en el capitalismo mundial. El desarrollo capitalista mundial polarizó el mundo entre un norte y un sur en el que las periferias económicas se construyeron políticamente en función de sus mayores tasas de explotación, de las transferencias de capitales, de la extracción de materias primas y de la problemática del intercambio desigual. La polarización «centro-periferia» describe la vinculación entre economías centrales, con control político y prosperidad y las economías periféricas, desarticuladas de sus entornos, dependientes y con baja competitividad.

El subdesarrollo no es consecuencia de la supervivencia de instituciones arcaicas, de la falta de capitales en las regiones que se han mantenido alejadas del torrente de la historia del mundo, por el contrario, el subdesarrollo ha sido y es aun generado por el mismo proceso histórico que genera también el desarrollo económico del propio capitalismo.”1

Naturalmente, las dialécticas económicas “centro–periferia” se relacionan con otras “norte-sur”, polticamente sobredeterminantes, que aseguran la desposesión económica vía sometimiento y dominación política. El “subdesarrollo” es más bien un desarrollo distorsionado que el Che Guevara describía como “un enano de cabeza enorme y tórax henchido subdesarrollado en cuanto a sus débiles piernas o sus cortos brazos no articulan con el resto de su anatomía; es el producto de un fenómeno teratológico que ha distorsionado su desarrollo.” Por tanto, el desarrollo capitalista es un proceso único y se asienta en las relaciones necesarias y estructurales entre el centro y la periferia y lo que corresponde a las periferias no es un desarrollo atrasado o insuficiente, sino un desarrollo del subdesarrollo. Todo esto fue muy estudiado por intelectuales y economistas como Sweezy, Samir Amin, Mandel o Raúl Prebish.

3. Son conocidos los datos que evidencian el gradiente de desarrollo y bienestar entre Andalucía y el norte político español, así como la naturaleza extractivista, dependiente y primaria de la economía andaluza. Una buena síntesis se desgrana en este documento de la plataforma Andalucía Viva: http://andaluciaviva.es/documentos/.

En el marco del desarrollo desigual y combinado del capitalismo español, la polarización (reforzada además por el armazón juridico-político de la Unión Europea) ha anclado ineluctable y estructuralmente a Andalucía como periferia. Contra lo que solemos pensar, los indicadores económicos, sociales y de servicios públicos en Andalucía no son el signo del atraso o subdesarrollo de la economía andaluza, sino de cómo aquí se hace efectivo y se materializa el capitalismo español y de la relación de subalternidad política que mantiene con el centro político (España). La asimetría desfavorable de Andalucía no sería, pues, un estadio, sino una mecanismo de consolidación del modelo español norte-sur, un encorsetamiento en un “equilibrio” regresivo y estancado, como lo describió Samir Amin. Esta es la verdadera “morada oculta” del suelo pegajoso andaluz y de todas las modalidades de desposesión que padece. Claro está que todo este proceso de dependencia y atraso relativo ha contado siempre con la colaboración de las élites locales, minorías que se integran en el “modelo institucional” construido para el funcionamiento del desarrollo desigual y que se han beneficiado de la distribución de la riqueza.2 La cloroformización política de Andalucía ha requerido también de varios mitos mistificadores: uno de ellos el de la modernización, otro el de la “izquierda” en las instituciones confrontándose, en su caso, con la derecha de Madrid, y otro el de la progresiva convergencia de la economía andaluza con la española y la europea.

4. La ficción de la igualdad “territorial” en el marco constitucional español es enunciada para permitir la reproducción de la desigualdad. La igualdad abstracta que se reclama desde el extremo-centro bajo la denominación de “conflicto territorial” tiene como finalidad, por tanto, el no-nombrar la ausencia de soberanía política y la “cuestión nacional”, así como el ocultamiento de los mecanismos de polarización centro-periferia y de desposesión política norte-sur. El abordaje político de la desigualdad y de la equidad en el estado español no es posible sin afrontar el debate de la soberanía política asociado a la cuestión nacional (no al debate “territorial”) y el del desarrollo desigual y combinado de la economía capitalista, ahora recrudecido bajo la lógica del programa y la arquitectura neoliberal de la Unión Europea.

Para Andalucía, como para cualquier economía periférica, salir de este anclaje estructural que funciona como efecto de destino sólo es posible en base a dos horizontes estratégicos: soberanía política y desarrollo autocentrado / desconectado del corsé de los tratados neoliberales europeos.

1 Andre Gunder-Frank: «América Latina: Subdesarrollo o Revolución», Editorial ERA, México, 1963.

2“Poder, economía y sociedad en el sur. Historia e instituciones del capitalismo andaluz”. Carlos Arenas Posadas. 2016