Responsabilidad y utopías reales

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Por Cynthia Veneno @cynthiaveneno

Erik Olin Wright define «utopías reales» como ideales utópicos fundados en las potencialidades reales de la humanidad. Es decir, por ejemplo, la humanidad genera alimentos para que nadie pase hambre, por tanto, es una utopía real el ideal utópico de que todas las personas estén bien alimentadas. En Andalucía se genera riqueza para que nadie esté por debajo del umbral de la pobreza. Por tanto, es una utopía real que no haya pobreza en Andalucía. O en Huelva se genera una enorme riqueza con la agricultura intensiva, por lo que la lucha de las jornaleras contra la explotación y la precariedad laboral es claramente alcanzable, es una utopía real. O las kellys y nuestra «industria» turísica, o…

Como mucha gente, Paco de Lucía dejó de creer en las utopías reales: “Yo fui de izquierdas hasta que gané los dos primeros millones de pesetas. A partir de que los dejé en el banco, y no hice ni una escuela ni lo di para los niños de África, ni hice nada por los demás, nunca más dije que era de izquierdas”. Paco, como tantas personas, se agarró a la culpa (individual) para abandonar su responsabilidad (social, con los demás). La mayoría de las personas que vivimos en Andalucía nos convertirmos en irresponsables ante lo que ocurre, por ejemplo, en los campos de Huelva, o ante la represión gubernamental contra las migraciones que siembran de muertes el mar que separa Andalucía de África. Para profundizar en esta idea lean el maravilloso artículo de Yayo Herrero en Contexto y Acción.

Llevo años pensando y actuando por la consecución de dos utopías realistas en el ámbito estrictamente de lo económico, desde la responsabilidad que asumo como privilegiado: vivo bien, he estudiado en la educación pública e incluso me han vacunado gratuitamente; y he cobrado más de dos millones de pesetas. Una de las utopías reales es la renta básica, la otra la economía social con vocación transformadora (cooperativismo autogestionado, banca ética, consumo consciente, etc.). Las dos están muy relacionadas: con la primera se aumenta la posiblidad de que la gente forme asociaciones cooperativas para producir bienes y servicios que satisfagan necesidades humanas al margen del mercado capitalista.

Seamos pesimistas en análisis y optimistas en la voluntad (Gramsci) y olvidemos a los optimistas del capitalismo que niegan la voluntad de cambios. El capitalismo neoliberal va ganando por goleada y nos propone un mundo en el que la vida está subordinada a los intereses de cada vez menos personas con cada vez más poder. Ese análisis pesimista  lo resume Marina Garcés cuando nos habla del “analfabetismo ilustrado” como el hecho según el cual, en conjunto, sabemos mucho y al mismo tiempo podemos muy poco. Es cierto, estamos mal y el capital puede más que la vida. Hoy. Pero es nuestra responsabilidad hacer que eso cambie, porque pensar que el futuro es muerte es estar hoy un poco muerto.

Ante el «¡muera la inteligencia!» y «¡viva la muerte!, opongamos desde la responsabilidad, desde nuestro «cumplir», y la «esperanza activa», como nos indica Yayo, un enorme grito de «¡viva la vida!» que nos lleve hacia la transformación emancipadora, tan necesaria como posible, tan real como imprescindible.

PD: hoy, jueves 9 de septiembre, gente responsable y con esperanza activa, convocan una concentración para exigir la reforma del Reglamento de Extranjería (Plaza de España, Sevilla, 19.30 h.). Y el miércoles 15, con motivo de la celebración del Congreso Internacional del Fruto Rojo 2021 en Huelva, se ha convocado una concentración a las puertas de la Casa Colón para visibilizar la explotación de las personas y de nuestros recursos naturales.