Escenas de una plaza de Sevilla

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Tartessos es una de las típicas barriadas obreras sevillanas de los años setenta. Se trata de un conjunto de torres altas y bloques de planta rectangular, algo más bajos, atravesados de sur a norte por un eje peatonal y una serie de espacios libres que adoptan en el centro del sector la forma de una plaza. El espacio libre se encuentra gestionado por la comunidad de propietarios, no recepcionado por la administración local. Se encuentra ubicada cerca de la que es principal estación de ferrocarril de la ciudad desde los años noventa, y por lo tanto es una zona que se ha revalorizado mucho en las dos últimas décadas.

Originalmente el espacio público estaba equipado con numerosos bancos, tanto en las calles peatonales como en la plaza central. La centralidad de la plaza estaba reforzada por la presencia de un solo bar, varios locales sociales y comercios de proximidad. En la primera mitad de los años noventa los adolescentes nacidos en los hogares que colonizaron la barriada debieron empezar a hacer uso del espacio público de manera intensa. Las tensiones generadas llevaron a la comunidad de propietarios a eliminar todos los bancos de la barriada en los primeros años del siglo XXI. Poco después se perimetraron con verjas los espacios libres que dejaban los bloques sobre pilares, lo cual condenó al cierre a muchos comercios que miraban hacia el callejero interior de la barriada. También se establecieron verjas perimetrales en torno a los arriates en los que se contiene la vegetación, así como en varios pasajes generados entre los arriates y las construcciones, evitando su uso.

Las calles peatonales, sin comercios ni bancos, aunque bien ajardinadas, han quedado como espacio de tránsito. La ocupación de las mismas se hace difícil. Aun así, no es extraño ver grupos de ancianos que utilizan sus propios andadores como sillas para pararse a charlar o a tomar el sol debajo de sus casas. Los jóvenes, por su parte, siguen concentrándose en pequeños grupos, permaneciendo de pie o apoyados sobre sus motocicletas. Algunas de estas reuniones se hacen de manera más publica, mientras que otras buscan cierta intimidad en puntos ciegos entre los arriates, las casetillas de la electricidad y los bloques de pisos. Son grupos de jóvenes del barrio, con ropa deportiva y tatuajes. La edad media puede ser superior a los treinta años, y no cuesta imaginarse en ellos a los mismos chicos de los años noventa, ahora con niños correteando entre sus piernas o descansando en cochecitos. De forma similar, algunos adolescentes se concentran de forma más próxima al centro de educación secundaria de la zona. Estos son abordados ocasionalmente por policías nacionales en moto en busca de hachís o por la denuncia de algún vecino. No obstante, los grupos etarios entre 13 y 25 años son escasos en este momento.

En la plaza central se han suprimido de forma reciente parte de los árboles de porte, por la molestia que ocasionaban a los residentes en las plantas bajas y primeras plantas. La plaza central ha sido renombrada Jardines de Marta del Castillo, por el conocido caso de la adolescente asesinada, que vivía en esta barriada. El espacio cuenta con dos sets de juegos infantiles estandarizados en un estado aceptable. A las oficinas de la intercomunidad, la peña bética y el bar más antiguo, La Alegría, se les han sumado varios bares y cafeterías más en la prolongación del espacio libre hacia el norte. Gran parte de la plaza que no está ocupada por los juegos infantiles, lo está por los veladores de los bares y cafeterías, incluyendo los de la peña bética. La plaza suele estar llena de niños jugando y padres observándolos de pie o sentados en los veladores y consumiendo.

El espacio libre central de Tartessos se prolonga hacia el norte, hasta el final de la barriada, y también está ocupado prácticamente en su totalidad por veladores de otros tres bares, incluyendo la antigua asociación de vecinos Turdetania. Tanto esta asociación de vecinos como la peña bética cumplían ciertas funciones de dinamización social en el barrio en las últimas décadas del siglo XX, pero hoy día funcionan exclusivamente como bares. La ocupación intensa de la vía pública durante el día es parte de la cultura local en Sevilla en cualquier barrio. La mutilación de los espacios públicos producida en los últimos veinte años ha tenido como consecuencia que la ocupación intensa del espacio libre se haya derivado a una superpoblación de veladores en los espacios libres.

La actual proliferación de niños pequeños se debe a una tercera generación de vecinos del barrio o al asentamiento de nuevos hogares, generalmente de un estatus más alto al de los habitantes originales, por el encarecimiento relativo de la zona en los últimos treinta años. Estos nuevos hogares han comprado y reformado pisos viejos del barrio o también ocupan los nuevos desarrollos posteriores a 1992 sobre antiguos suelos ferroviarios. La centralidad otorgada por la estación Santa Justa resulta determinante en el carácter relativamente caro que ha adquirido la vivienda de alquiler y en venta. Existe un cierto contraste entre los jóvenes, adultos y ancianos identificables con la cultura popular y trabajadora original de la zona, con familias más claramente adscribibles a la clase media urbana o incluso media alta. La convivencia y el contacto entre ambos grupos se produce de manera inevitable y a diario en el parque, en la guardería y a través de los niños pequeños de los distintos tipos de hogares. Últimamente se han producido conflictos con cierto grado de violencia verbal entre padres de niños pequeños y pre adolescentes de 11 o 12 años que usan el mismo parque, pero con una intensidad y prácticas distintas. Todo parece indicar que, en algunos años, el barrio volverá a poblarse de adolescentes y el conflicto etario por el espacio público volverá a aparecer.